La prima de riesgo se coló en el debate que abrió la campaña electoral de 2008
En 2018 se cumplen 10 años de muchas cosas en el mundo económico y financiero. Y casi ninguna buena. Uno de esos aniversarios se celebra este miércoles. Porque fue un 21 de febrero cuando el entonces ministro de Economía del PSOE, Pedro Solbes, y el fichaje del PP para los asuntos del dinero, Manuel Pizarro, protagonizaron un encendido debate que abrió la campaña electoral de 2008. Dejó comentarios para el recuerdo. Y, sobre todo, un concepto: el de la prima de riesgo.
Allí, de pie, los dos, frente a frente, en 'Antena 3', y con Matías Prats como moderador, discutieron con respeto, pero también con crudeza. Pizarro, por un lado, atacando desde el principio con un "España no va bien" y denunciando que España estaba "perdiendo la batalla de la confianza" y Solbes, por otro lado, replicando que era mejor "dejar la demagogia a un lado" y que hablar "de crisis es prematuro", que mejor hablar de "turbulencias".
Y en ese debate, Pizarro se descolgó con una afirmación que sonó técnica, porque introdujo uno de esos conceptos -presuntamente- alejados del empleo, la inflación o las pensiones, que son los temas que la gente sí considera cercanos y que, por tanto, le suelen interesar. "Mire usted", comentó Pizarro, "cuando ustedes llegaron al Gobierno la diferencia de riesgo entre lo que era el bono español y el bono alemán, lo que perciben los mercados que tiene más riesgo, estaba en 0. Esta mañana estaba en 26 y esta tarde en 27 puntos básicos", expuso. Y remató: "Es decir, que los mercados están pensando que tienen mucha menos confianza en lo que pasa en la economía española que lo que pasa en la economía española siendo así que en 2004 estaban empatados".
Ahí, ante los casi 5 millones de espectadores que siguieron el debate, con una cuota de pantalla nada despreciable del 24,4%, emergió en los televisores de los hogares un concepto que, sin ni siquiera sospecharlo, en adelante entraría en sus salones, en sus pantallas, en sus hogares, a diario, de manera continua, para erigirse en termómetro absoluto de la crisis. Y mucho más que eso, en tema de conversación de cafeterías, de tertulias, de taxi. Ese concepto no era otro que el de la prima de riesgo, es decir, el interés adicional que los inversores exigen a un país por financiarse con respecto a otro para compensar el mayor riesgo que perciben en ese primer país. Como en la Eurozona la referencia, por ser la mayor economía y la más solvente de la región, es Alemania, en el caso de España esa prima se mide comparando la rentabilidad del bono español a 10 años con la del bono alemán -bund- al mismo plazo.
La prima entró en los salones, en las televisiones de los hogares. Se convirtió en una tortura, en el sambenito que delataba y ponía precio a los males de la economía española
Es decir, lo que Pizarro quería destacar es que cuando José Luis Rodríguez Zapatero asumió el Gobierno en 2004 el mercado no exigía más interés a España que a Alemania, de ahí que la prima de riesgo fuera de 0 puntos básicos, y que cuatro años después alcanzaba ya los 27 puntos básicos. Es decir, que los inversores exigían ya 0,27 puntoscporcentuales adicionales a España sobre Alemania. O lo que es lo mismo, 2.700 euros más por cada millón que España pedía a ese plazo a los inversores. Cuando esto ocurre, cuando a alguien se le pide un rendimiento mayor, se debe a que el mercado entiende que este interés compensa el mayor riesgo de invertir en ese país.
DE INADVERTIDA A PROFÉTICA
Pero Pizarro no logró lo que pretendía. Al menos, en aquel momento, porque ese aviso que pasó entonces tan inadvertido luego resultó dolorosamente profético, hasta un punto que ni el mismo Pizarro jamás hubiera imaginado. La prima de riesgo. ¡Nada ni nadie se libraban de ella! Y con razón, puesto que se convirtió en una tortura, en el sambenito que delataba y ponía precio a los males de la economía española.
Un año después, en febrero de 2009, y después de que la agencia S&P retirara la calificación de 'triple A' a España, superaba ya los 100 puntos básicos. En 2010, ya con la crisis de la deuda soberana instalada en la Eurozona de mano de Grecia, brincó los 200 puntos básicos. Y los 300 puntos básicos en 2011, cuando al Gobierno de Zapatero no le quedó otro remedio que aceptar un cambio en el artículo 135 de la Constitución para incluir el concepto de estabilidad presupuestaria a cambio de que, para rebajar precisamente la prima, el Banco Central Europeo (BCE) comenzara a comprar deuda española en el mercado. Y, ya en una situación extrema, pulverizó los 600 puntos básicos en el caliente verano de 2012, ya con Mariano Rajoy en el Gobierno, cuando España pidió el rescate bancario a Europa y cuando sólo el legendario compromiso del presidente del BCE, Mario Draghi, en referencia a que estaba dispuesto a "hacer todo lo que sea necesario" para salvar al euro, contuvo la insoportable escalada de la dichosa prima.
UNA CICATRIZ PARA EL RECUERDO
A partir de esas palabras, y de las históricas medidas con las que Draghi las ha ido reforzando desde entonces, la prima se ha enfriado. Y conforme lo ha hecho, ha ido desapareciendo de las televisiones y de las tertulias. Todo un signo de la anhelada normalización a la que aluden los expertos siempre que pueden para enfatizar que lo anterior, que semejante protagonismo de conceptos como el de la prima de riesgo, es fruto directo de la crisis y sus extraordinarias consecuencias.
Pese a todo, la prima sigue muy por encima de los niveles previos a la crisis. Tal vez sea mejor así. Tal vez sea mejor que permanezca algo de ella, como una cicatriz que recuerda que ahí, antes, hubo una herida
Pero la prima sigue ahí. No se ha ido del todo. Y vuelve. La ha evocado, por ejemplo, Luis de Guindos, durante su carrera hacia la vicepresidencia del BCE. Para subrayar que esta vez España sí tenía todas las opciones de acceder al cargo, algo que ha acabado confirmándose este lunes, el todavía ministro de Economía aludió al "notable contraste" entre la situación de 2012, con "la prima de riesgo en los 650 puntos básicos", y la actual, con "la prima en los 65 puntos básicos".
65, desde luego, no son 650 puntos básicos. Pero son más del doble de los 27 puntos básicos que ya invitaron a Pizarro a denunciar su evolución, si bien su representatividad queda condicionada por las voluminosas compras de deuda que el BCE viene realizando en el mercado desde marzo de 2015, que impiden conocer con realidad qué precio y qué prima asigna el mercado a cada bono. Este martes, de hecho, la brecha se situó en los 77 puntos básicos, todavía muy encima de los 13 puntos básicos en los que se situó su media entre 1999, cuando todos los países del euro pasaron a tener los mismos tipos de interés dictados ya por el BCE, y 2007, cuando estalló la crisis. Tal vez sea mejor así. Tal vez nunca debería haber estado en 0. Tal vez sea mejor que permanezca algo de ella, como una cicatriz que recuerda que ahí, antes, en algún momento, hubo una herida.