Una Rusia asediada por las sanciones se enfrenta a un histórico impago de deuda

El Gobierno de Putin debe afrontar un vencimiento de 117 millones de dólares

Noemí Jansana
Bolsamania | 16 mar, 2022 09:40 - Actualizado: 10:55
vladimir putin portada

Rusia está al borde de un histórico impago de su deuda internacional. El Gobierno de Vladimir Putin, completamente asediado por las sanciones internacionales, fruto de la respuesta de Occidente de su invasión de Ucrania, debe afrontar un vencimiento de 117 millones de dólares (105 millones de euros) en intereses de dos bonos soberanos denominados en dólares que había vendido en 2013. El país solo se ha enfrentado a un 'default' de las mismas proporciones tras la revolución bolchevique.

Según informan varios medios, los límites a los que se enfrenta ahora para realizar los pagos, y los comentarios del Kremlin de que podría pagar en rublos -desencadenando un impago de todos modos-, han dejado a los inversores veteranos completamente desconcertados. Informa 'Reuters' que uno de ellos lo describió como el pago de deuda pública más vigilado desde la quiebra de Grecia en plena crisis de la zona euro.

Ante tal eventualidad, la agencia de calificación crediticia Fitch ha advertido de que si Rusia realiza en rublos el pago de los cupones de su deuda emitida en dólares, "constituiría un incumplimiento soberano" una vez transcurrido el período de gracia de 30 días. "De acuerdo con los criterios de calificación soberana de Fitch Ratings, el pago en moneda local de los cupones de eurobonos en dólares estadounidenses de Rusia con vencimiento el 16 de marzo, si ocurriera, constituiría un incumplimiento soberano, al vencimiento del período de gracia de 30 días", ha indicado.

De no satisfacer hoy este vencimiento, Rusia dispone de otros 30 días, así que los observadores internacionales apuntan a que se alargará más la agonía. "Hay un periodo de gracia, así que no vamos a saber realmente si se trata de un impago o no hasta el 15 de abril", indican diversas fuentes, refiriéndose a la situación si no se realiza el pago. "Puede pasar cualquier cosa en el periodo de gracia".

El default ruso era impensable hasta que comenzó lo que Putin llamó una "operación militar especial" en Ucrania a finales de febrero. Y sólo había dos antecedentes: el de 1998, cuando el Gobierno de Boris Yeltsin no pudo satisfacer sus deudas en rublos y el impago en moneda extranjera de 1918, cuando los bolcheviques se negaron a asumir la deuda de los zares.

Actualmente, el país, que se había ganado la reputación de ser de los más fiables del mundo, tenía cerca de 650.000 millones de dólares de reservas de divisas, codiciadas calificaciones crediticias de grado de inversión con S&P Global, Moody's y Fitch, y estaba ganando cientos de millones de dólares al día vendiendo su petróleo y gas a precios altísimos. Pero su economía se ha deteriorado enormemente desde la invasión de su país vecino.

Además, el impago de los 117 millones de dólares desencadenará que no se satisfagan otras obligaciones que ascienden a 155.000 millones de dólares en manos de inversores internacionales entre el Gobierno y otras empresas como Gazprom.

"Un impago podría suponer un golpe para los valores bancarios debido a su exposición a la deuda rusa, ya que ésta tenía grado de inversión hace apenas un par de semanas", señala Ipek Ozkardeskaya, analista de Swissquote. En las últimas semanas, las agencias de calificación crediticia han rebajado notablemente el 'rating' del Rusia, hasta el grado de 'basura' o no inversión.

"Varios bonos emitidos por Rusia antes de 2014 tienen cláusulas de repliegue que permiten convertir los pagos en dólares y euros a rublos en circunstancias específicas, mientras que los bonos emitidos después de 2014 casi seguro que no cuentan con tales disposiciones. Por lo tanto, la probabilidad de impago debe evaluarse caso por caso", comentan los expertos de TD Securities.

"La buena noticia es que, aunque un eventual impago ruso dará una sacudida a los mercados financieros, no es una amenaza sistémica para la economía mundial", concluye por su parte Ozkardeskaya.

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