Materias primas, inflación y crédito serían los grandes damnificados
Oriente Medio sigue acaparando todas las miradas. La guerra entre Israel y Hamás y la calma tensa con Irán mantienen sobre la mesa el temor a una intensificación del conflicto en la región. A nivel humanitario, la situación es cada día más complicada para los palestinos, pero el mercado y la economía tampoco son inmunes a los riesgos.
"La probabilidad de un conflicto a gran escala en Oriente Medio es escasa, pero cualquier nueva escalada de las tensiones tendría consecuencias adversas significativas para los mercados de materias primas y la inflación. Esto reafirma la importancia de los acontecimientos geopolíticos como principal reto crediticio a escala mundial", opinan Dennis Shen y Thomas Gillet, analistas de Scope Ratings.
A pesar de que un enfrentamiento militar entre Irán e Israel parece descartado, la reciente confrontación entre ambos países ha aumentado los desafíos y amenazas en una región ya de por sí al rojo vivo.
Con todo, más allá de los esfuerzos realizados por las partes interesadas en Oriente Medio, Estados Unidos y la Unión Europea, los estrategas destacan como "positivo" el grado de moderación de las represalias iraníes para evitar una espiral de ataques que hubiera sido perjudicial a nivel mundial.
Por ejemplo, los mercados del petróleo han descontado la prolongación de las tensiones y el elevado riesgo geopolítico, y los precios del Brent se sitúan en torno a los 90 dólares el barril.
No obstante, cualquier nuevo recrudecimiento del conflicto, aunque no llegue a ser una guerra regional a gran escala, podría tener importantes repercusiones económicas más allá de la zona.
Si se produjera un conflicto a gran escala en Oriente Medio, podría verse afectado hasta un tercio de la producción mundial de petróleo y alrededor del 15% de la de gas natural.
"La producción iraní de petróleo es comparativamente modesta, en torno al 3,5% de la producción mundial, pero su producción de gas natural es más significativa (en torno al 6%)", explican los expertos de Scope Rating.
En el plano internacional, "el estrecho de Ormuz reviste una importancia estratégica para los productores de crudo, como Arabia Saudí (14,5% de la producción mundial), Irak (6%), Emiratos Árabes Unidos (4%) y Kuwait (4%)", añaden.
El Estrecho también es crucial para las exportaciones qataríes de gas (5%), especialmente a Europa desde las sanciones internacionales aplicadas a las importaciones procedentes de Rusia.
El impacto de la crisis en Oriente Medio en las materias primas y una "nueva sacudida" en sus precios, podría reavivar las presiones inflacionistas, lo que provocaría un aumento de la incertidumbre económica.
"La geopolítica y nuevas crisis de la oferta suponen un riesgo clave para lograr que la inflación alcance el objetivo de estabilidad de precios del 2%. Este riesgo se hace especialmente patente en la actual recta final para recortar la inflación por encima del objetivo, ya que la inflación subyacente y la inflación de los servicios ya están mostrando signos de rigidez", remarcan los analistas.
Cualquier agravamiento del conflicto en la región podría obligar a los principales bancos centrales a aplazar y/o moderar futuras reducciones de los tipos de interés.
"Incluso si el Banco Central Europeo (BCE) y otros bancos centrales comienzan a bajar los tipos oficiales a lo largo de este año, como se espera, la nueva normalidad de un Oriente Medio más impredecible hace surgir el espectro de un escenario parecido al de los años setenta, en el que los tipos se sitúen en un estado estacionario más alto. Una base de tipos más altos durante más tiempo y el riesgo de que los bancos centrales adopten medidas si la inflación sorprende al alza puede dar lugar a un mayor endurecimiento de las condiciones financieras a escala mundial", advierten en Scope Ratings.
La actual situación geopolítica entraña claros riesgos para el crédito soberano de Israel. Sin embargo, más allá del Estado israelí, el aumento del gasto militar, las políticas fiscales anticíclicas que compensan la incertidumbre económica y los tipos de interés más altos y largos representan amenazas más amplias para las calificaciones soberanas.
"Estos riesgos los hemos tenido en cuenta a la hora de adoptar una visión equilibrada de las calificaciones soberanas para 2024, pero la geopolítica sigue siendo una de las principales preocupaciones y es probable que siga siéndolo en las perspectivas crediticias para 2025", concluyen Shen y Gillet.