La aplicación de la psicología al mundo de la economía le ha valido a Richard Thaler el Premio Nobel de 2017
Los modelos clásicos de economía se basan en la racionalidad de los agentes económicos. El problema es que políticos, consumidores, empresarios e inversores no son siempre racionales. Y demasiadas veces distan de serlo. Por ello, las finanzas conductuales se han convertido en un campo importante en la ciencia económica y en decisivas para evitar los peores errores como ahorrador.
De hecho, el estudio del comportamiento humano en la toma de decisiones, que combina psicología y economía, llevó a Daniel Kanheman (1934, Tel Aviv -Israel-) a ganar el Premio Nobel en 2002 -lo hubiera ganado junto a Amos Tversky, pero éste falleció en 1996-. Este año el ganador ha sido Richard H. Thaler (1945, Nueva Jersey -EEUU-) por sus contribuciones a esta corriente -behaviuor economics, en inglés-.
“Economistas y psicólogos han documentado desviaciones sistemáticas del comportamiento racional asumido en la norma neoclásica. Incorporar las ideas de la psicología a la tradición económica ha generado el campo de la economía conductual, un área floreciente de investigación con un impacto significativo en muchos subcampos de la economía”, resume el Comité del Premio en Ciencias Económicas en Memoria de Alfred Nobel del Riskbank.
Economistas y psicólogos han documentado desviaciones sistemáticas del comportamiento racional asumido en la norma neoclásica
Así, las finanzas conductuales analizan el comportamiento humano y los sesgos que afectan a las decisiones y, por lo tanto, a la evolución de la economía. “Richard Thaler ha jugado un papel crucial en el desarrollo del estudio del comportamiento económico en las últimas cuatro décadas”, añade el documento que justifica el Nobel. En este sentido, Thaler, que trabajó precisamente con Kahneman y con otros importantes investigadores en este campo como Robert Shiller, el propio Tversky, Cass R. Sunstein o Hersh Shefrin, ha añadido “información conceptual y fundamentos empíricos”, así como “herramientas analíticas y experimentales para comprender y predecir el comportamiento humano”.
LAS CUATRO GRANDES CONTRIBUCIONES
Thaler ha realizado cuatro grandes contribuciones. La primera es documentar las desviaciones del comportamiento racional. La segunda, los problemas de autocontrol que impiden a los agentes seguir planes óptimos. En tercer lugar, ha analizado el papel mencionado del sector público, y en cuarto lugar, sus trabajos en la psicología inversora.
De esta forma, su trabajo ha tenido un impacto importante en la investigación económica. Y también polémica. Especialmente, se ha ganado críticas de economistas liberales, a los que ha molestado por un doble motivo. Primero, por su contribución a un campo joven de la ciencia económica que cuestiona los modelos en los que se basan sus argumentos. Y, segundo, porque desarrolló junto con Cass Sunstein en 2003 la perspectiva del ‘paternalismo libertario’, que recomienda al Estado políticas “mínimamente invasivas” para ayudar a la gente a tomar mejores decisiones económicas.
Thaler considera que los individuos no siempre actúan según sus propios intereses. Por ejemplo, una persona puede dejar de fumar para favorecer su futura salud o ahorrar pequeñas cantidades para garantizarse una pensión a largo plazo independientemente del papel del Estado, pero a menudo es incapaz de hacerlo y, de hecho, es más fácil evitarlo. Por ello evalúa cómo las políticas públicas pueden adoptar un papel paternalista en el que se enfoquen a incentivar que los individuos tomen decisiones acorde a su propio interés. Es lo que definió como ‘nudge’, traducido como ‘pequeño empujón’, a través de políticas de filosofía ‘nudging’. Se trata de establecer opciones por defecto, ya que a menudo la gente se queda con la opción predeterminada.
Por ejemplo, esto es clave para algunos sistemas de pensiones, como propuso Thaler para Estados Unidos en 1994 con una inscripción por defecto en los planes 401(k), aunque ha sido Reino Unido quien más le ha hecho caso: en 2007 aprobó una reforma que comenzó en 2012 y terminará en 2018 según la cual un 5% del salario de los empleados y un 3% adicional que pone la empresa van a un fondo de pensiones privado, pero a través de un sistema gestionado por el Estado con la agencia pública NEST. Esta es la opción automática, que complementa una pensión pública de 100 libras semanales, y que cubre ya al 50% de la fuerza laboral. No obstante, el trabajador tiene la opción de salirse y no aportar dinero.
EL ESTILO ‘VALUE’
Sus contribuciones también son importantes para los inversores de renta variable. Incluso desde algunas gestoras, como Degroof Petercam AM, sostienen que el trabajo del flamante Nobel junto con Werber F.M. De Bondt en 1985 ‘Does the stock market overreact?’ justifica la filosofía ‘value’. “De acuerdo con sus observaciones empíricas, los mercados tienden a extrapolar de manera excesiva tanto las buenas como las malas noticias, llevando a la sobrevaloración de títulos más atractivos y a la infravaloración de los valores caídos en desgracia. Cuando la ‘reversión a la media’ finalmente empieza a hacer efecto, las acciones más atractivas tienen un peor rendimiento y ‘los ángeles caídos’ tienen un mejor rendimiento”, arguyen Jan Longeval y Philippe Denef, co-CEO de la división institucional de la gestora belga y director de inversiones en renta variable cuantitativa, respectivamente.
Los mercados tienden a extrapolar de manera excesiva tanto las buenas como las malas noticias, llevando a la sobrevaloración de títulos más atractivos y a la infravaloración de los valores caídos en desgracia
Esta idea también es la que utiliza el famoso gestor español Francisco García Paramés en su libro ‘Invirtiendo a largo plazo’ para explicar la lógica del ‘value’. Precisamente, su gestora Cobas AM ha puesto esta semana en marcha el proyecto Value School al que anima a unirse a otras firmas para hacer hincapié en los errores típicos e irracionales del ahorrador. En ‘Invirtiendo a largo plazo’, Paramés cita a Thaler y recomienda su libro ‘The winners curse’, que publicó el Nobel en 1992.
Paramés defiende además la inversión en bolsa a largo plazo frente a otros activos y lamenta la aversión al riesgo habitual hacia las acciones que, según Thaler y Schlomo Bnartzi escribieron en 1993 son esencialmente dos: una de ellas, el miedo a las pérdidas, “valorando exageradamente no perder y, además, con miopía: especial aversión a las pérdidas a corto plazo". La segunda es que “miramos con demasiada frecuencia los resultados, lo que nos dificulta tener visión a largo plazo. Si no estuviéramos tan pendientes de ellos, mejorarían”, añade Paramés.
Las finanzas conductuales analizan también cómo el comportamiento del inversor y sus decisiones no siempre racionales influyen en la construcción de precios de los mercados financieros. Ya en 1991, Thaler y Shiller iniciaron la organización de un taller semestral sobre finanzas conductuales en la oficina nacional de investigación económica (NBER), que se ha convertido “en un importante foro para promocionar la investigación en este área”, sostiene el Comité del Nobel. El propio Thaler ha profundizado en el impacto de la irracionalidad en los mercados, partiendo de los trabajos de Tversky y Kanheman, lo que golpea la lógica de la hipótesis de los mercados eficientes de Eugene Fama, Nobel de 2013 junto a Shiller y Lars Peter Hansen por trabajos en parte contrapuestos. Pero todos ellos alrededor del análisis de los precios de los activos que, según Thaler, se ven influenciados por errores y sentimientos.