Las 'smart cities' son el resultado de la necesidad cada vez más imperiosa de orientar la vida hacia la sostenibilidad y la eficiencia
Probablemente ya haya oído hablar del concepto emergente 'smart city' o ciudad inteligente. Si no es así, no se preocupe porque lo conocerá. Las perspectivas sociales y económicas son claves de cara al futuro y obligan constantemente al mundo a replantearse la forma en que funcionan y crecen sus núcleos poblacionales.
Las 'smart cities' son el resultado de la necesidad cada vez más imperiosa de orientar la vida hacia la sostenibilidad y la eficiencia. Carlos Arroyo, profesor de Proyectos Arquitectónicos de la Universidad Europea de Madrid, sintetiza y aclara este término: “Si pensamos que las Ciudades Inteligentes son las que mejor utilizan sus recursos (energía, transporte, servicios...), entenderemos que los retos medioambientales, energéticos, económicos y políticos del presente nos obligan a pensar la manera inteligente de hacer las cosas”.
LAS EXPECTATIVAS ECONÓMICAS Y SOCIALES MANDAN
La ONU estima que a mediados de siglo habrá 9.000 millones de personas en el mundo, un 28% más que las que había en 2011 y, además, una gran mayoría vivirá en la ciudad
Precisamente, tal y como afirma Arroyo, son los datos del presente los que impulsan y promueven la consolidación de la 'Smart City'. La Organización de Naciones Unidas (ONU) estima que a mediados de siglo habrá 9.000 millones de personas en el mundo, un 28% más que las que había en 2011 y, además, una gran mayoría de ellas vivirá en la ciudad. El informe ‘Hacia un futuro inteligente’ del centro de Investigación privada Tecnalia corrobora el dato y afirma que para 2050 se espera que la población mundial se duplicará, absorbiendo el 70% de este crecimiento. Inés Leal, Directora III Congreso Ciudades Inteligentes en Grupo Tecma Red, añade que "en Europa es probable que, ya para el año 2020, el 80% de sus habitantes viva en zonas urbanas y periurbanas".
Los expertos aseguran que este crecimiento supondrá de manera inevitable un aumento considerable del tamaño de las ciudades y con ello vendrán aparejados los problemas de espacio, de movilidad de las personas y el derroche de energía. Todo esto, sumado al progresivo envejecimiento de la población y al imparable aumento de las emisiones contaminantes, obliga a combatir el reto urbanístico y a organizar los recursos de manera eficiente en beneficio de la sostenibilidad social, económica y medioambiental.
Tal y como describe Inés Leal, una mayor población en las ciudades plantea importantes retos, como el acceso a la vivienda, el transporte, la energía, los alimentos, el desarrollo económico y el empleo, así como a servicios básicos como la educación o la atención sanitaria, entre otros. "Las ciudades inteligentes son claves para afrontar estos desafíos, permitiendo asumir el incremento de población sin dejar de ser sostenibles y eficientes", indica. Y apunta: "La inteligencia permitirá una gestión eficiente de esos servicios urbanos y sociales con una visión integrada global que estará basada en datos y necesidades reales".
"Las ciudades inteligentes son claves para afrontar estos desafíos, permitiendo asumir el incremento de población sin dejar de ser sostenibles y eficientes"
LOS RETOS
De acuerdo a la visión de Bruno Sauer, profesor de Urbanismo de la Universidad Europea de Valencia, una ciudad es un sistema muy complejo que funciona con muchos agentes. Y también se puede entender "como un lugar para captar muchos datos que, con procesos de gestión de ‘big data’, permite optimizar su funcionamiento", subraya.
Los expertos coinciden en que la clave no es cambiar el aspecto físico de las ciudades, sino su lógica. Por ello, medidas como servirse de paneles fotovoltaicos en las comunidades, más medios de transporte y vehículos eléctricos, molinos eólicos en farolas, paneles solares para semáforos o señales, promoción y desarrollo del uso de bicicletas, infraestructuras eficientes y durables de agua, electricidad, telecomunicaciones, gas, servicios de urgencia y seguridad, equipamientos públicos, edificaciones inteligentes de oficinas y de residencias, etc., deben orientarse a mejorar el confort de los ciudadanos, brindando nuevos servicios de calidad, mientras que se respetan los aspectos ambientales y se contribuye a construir una ciudad más eficiente y sostenible.
Las expectativas sociales en torno a las ciudades inteligentes se concentran en muchos campos -explica Sauer-: la salud, el confort, la movilidad, la sostenibilidad, los residuos, la energía... Además, cada vez más gente se conecta a través de plataformas donde comparten datos e informan a otros ciudadanos de los hechos reales. Una buena comunicación es un índice de inteligencia, pero como siempre no se trata de cantidad sino de calidad. Y es que Carlos Arroyo es claro al afirmar que "las ciudades inteligentes no son las que más tienen, sino las que mejor utilizan lo que tienen gracias a una tecnología que permite trabajar en redes", indica.
TIEMPO Y COSTE QUE LLEVARÁ LA TRANSICIÓN
Importantes capitales están planteando este nuevo paradigma que "ya está ocurriendo y será más rápido de lo que pensamos, pero más lento de lo que necesitamos"
Lejos de ser un proyecto futurista, desde hace unos pocos años, importantes capitales están planteando este nuevo paradigma que "ya está ocurriendo y será más rápido de lo que pensamos, pero más lento de lo que necesitamos", asegura Carlos Arroyo, de la Universidad Europea de Madrid. Para Bruno Sauer, profesor de la Universidad Europea de Valencia, "no se trata de un proceso con inicio y final, sino de un proceso natural en constante transformación". Ejemplo de ello es que muchas ciudades están ya gestionando el transporte público con sistemas y tecnologías que entran en una definición más o menos exigente de ciudad inteligente.
Para Inés Leal, Directora III Congreso Ciudades Inteligentes en Grupo Tecma Red, "el desarrollo de la tecnología es imparable y muy rápido y las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICS) son a día de hoy la herramienta más potente que existe para crear nuevas oportunidades y resolver los retos más importantes a los que se enfrentan las ciudades", señala. Además, la experta también menciona que ya existen en el mercado soluciones que están funcionando de todo el mundo y por supuesto también en España como la realidad virtual y aumentada, los vehículos sin conductor, la respuesta a cualquier demanda en tiempo real o el consumo colaborativo.
Respecto al coste que conlleva este proceso de transición, los expertos coinciden en que no hay una cifra que pueda indicar el valor de las transformaciones de las ciudades. "Más que hablar de cuánto nos costaría el proceso de adaptación hacia ciudades inteligentes sería más adecuado plantear qué va a suponer a nivel económico, social y medioambiental no hacerlo", enfatiza Inés Leal. Carlos Arroyo esclarece: "Se trata de invertir en cosas 'ligeras' para ahorrar cosas 'pesadas'. El objetivo último es la sostenibilidad, eso quiere decir que los costes de adaptación han de tener un retorno en el medio-corto plazo".
LAS REFERENCIAS
España está concienciada al respecto y es protagonista de iniciativas pioneras como un Plan Nacional de Ciudades Inteligentes
Una de las ciudades más inteligentes en este momento, comenta Bruno Sauer, es Copenhague, por su política de situar al habitante en el centro de su gestión. "Copenhague es un ejemplo de una ciudad sostenible donde la economía crece de una manera constante, con una huella de carbono muy inferior a la media y donde el índice de felicidad es uno de los más altos", anota.
En cuanto a las ciudades que más invierten en ‘big data’ y gestión automatizada de esos datos, hay que dirigirse a los grandes centros tecnológicos: Londres, Nueva York, San Francisco. "Una ciudad como Vancouver es capaz de apostar por las nuevas tecnologías y el Smart City y a la vez ser una de las ciudades más sostenibles y sanas para vivir", señala Sauer.
Carlos Arroyo destaca también algunas ciudades españolas que figuran muy alto en listas internacionales, como Santander, Madrid o Barcelona. Por ejemplo en la ciudad condal se está experimentando con el transporte público y los semáforos, integrando su gestión para conseguir mayor fluidez para los autobuses y, cuando llega una ambulancia, los semáforos se coordinan solos para dejarla pasar, "imagen de un sistema auto-organizado, eso es una ciudad inteligente", apunta el profesor.
España está concienciada al respecto y es protagonista de iniciativas pioneras como un Plan Nacional de Ciudades Inteligentes, promovido desde el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital, que además ha estado dotado de fondos específicos, concretamente de más de 180 millones de euros para el apoyo a diferentes ciudades e islas españolas que ya está teniendo su reflejo en inversiones y proyectos concretos. También existe un Comité Técnico de Normalización AEN/178 de ciudades cuyas normas están siendo tomadas como referencia de regulación a nivel mundial. Y finalmente la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI), conformada actualmente por más de 80 municipios españoles, cuyo objetivo es el intercambio de conocimiento para el progreso económico, social y empresarial de las ciudades.
Asimismo, existen ejemplos humildes de gran impacto, como en Kenia, donde los ganaderos y agricultores saben cuándo bajar al mercado gracias a un humilde SMS en un móvil barato, esto les permite no encontrarse todos allí de golpe y quedarse sin vender la mitad o viceversa. Eso también se incluye dentro del término ciudad inteligente.
Para concluir, Inés Leal explica que, con vistas al avance de las ciudades inteligentes, es necesario analizar el impacto de la tecnología en ciudades que ya están funcionando. Otra cuestión es entender que cada ciudad debe tener una estrategia única a la hora de convertirse en 'Smart City', que nazca de sus características específicas y que parta de las necesidades reales de una colectividad concreta.