Cayó más profundamente en territorio de contracción al comienzo del tercer trimestre, según el PMI
La industria manufacturera de la zona euro está entrando en una desaceleración cada vez más pronunciada, lo que se suma a los riesgos de recesión de la región. La economía del sector cayó más profundamente en territorio de contracción al comienzo del tercer trimestre. Según los datos del índice PMI de julio, registró el declive más pronunciado de la producción desde la ola inicial de los estrictos confinamientos por la COVID-19 en mayo de 2020.
Así, el índice PMI del sector manufacturero de la zona euro, elaborado por S&P Global, cayó por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50 en julio, situándose en 49,8, frente a 52,1 registrado en junio, indicando la primera contracción de las condiciones generales del sector manufacturero en poco más de dos años. Con la excepción de los stocks de compras, cada uno de los subcomponentes del índice PMI tuvo una influencia direccional negativa en el resultado general.
La desaceleración se fortaleció en medio de una reducción de los nuevos pedidos que, aparte de las observadas durante las restricciones de la pandemia, fue la más fuerte desde la crisis de la deuda soberana de la zona euro en 2012, cuando la intensa inflación redujo la demanda.
Esta caída más fuerte a nivel agregado de la zona euro reflejó un deterioro de las condiciones del sector manufacturero en las economías más grandes de la zona de la moneda única.
Alemania, Francia, Italia y España registraron lecturas por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50 de sus respectivos índices PMI manufactureros en julio. Grecia también registró una contracción, la primera en poco más de un año y medio. Países Bajos fue el país con el mejor resultado al comienzo del tercer trimestre, aunque su crecimiento se desplomó hasta su mínima de 20 meses, mientras que solo Austria registró una lectura del índice PMI más alta que en junio, aunque su ritmo de expansión fue modesto.
La producción manufacturera de la zona euro cayó por segundo mes consecutivo en julio. El ritmo de declive se aceleró y fue el más pronunciado desde las primeras fases de la pandemia en mayo de 2020. Según las empresas encuestadas, la escasez de suministros siguió obstaculizando las operaciones de las fábricas, aunque otras observaron un aumento en los absentismos del personal debido a la COVID-19. Con la excepción de Países Bajos, todos los países de la zona euro estudiados registraron una caída de los niveles de producción en julio.
Otro lastre importante para la producción fue la demanda, ya que los nuevos pedidos cayeron fuertemente. De hecho, excluyendo las caídas observadas durante la pandemia, los volúmenes de la cartera de nuevos pedidos del sector manufacturero disminuyeron al ritmo más fuerte desde la crisis de la deuda soberana de la zona euro en 2012. Las empresas encuestadas destacaron con frecuencia el impacto destructivo que la inflación está teniendo en los volúmenes de nuevos pedidos recibidos. Según algunas de las empresas encuestadas, los niveles suficientes de existencias en los almacenes de los clientes debido a los esfuerzos de acopio anteriores también influyeron en las condiciones de la demanda. Los nuevos pedidos de exportación cayeron de manera similar, y a un ritmo más fuerte, en julio.
Mientras tanto, los últimos datos de la encuesta revelaron una mayor acumulación de stocks al comienzo del tercer trimestre, y tanto los niveles de stocks de insumos como de productos semielaborados aumentaron a un ritmo más rápido. De hecho, los stocks de productos terminados aumentaron en julio al ritmo más rápido en veinticinco años de recopilación de datos. No obstante, se observó que estos aumentos no fueron completamente intencionales, ya que las empresas encuestadas mencionaron cancelaciones de pedidos por parte de los clientes y plazos más largos para la entrega de los productos.
En consecuencia, la actividad de compras se redujo y señaló la primera disminución en la compra de insumos en casi dos años.
También hubo algunos signos tentativos adicionales de que las presiones en las cadenas de suministro se aliviaron ligeramente a medida que los plazos de entrega se prolongaron al ritmo menos acentuado desde octubre de 2020. No obstante, el desempeño de los proveedores continuó empeorando considerablemente en general.
La disminución de la presión en las líneas de producción también fue subrayada por los datos de los trabajos por completar, que señalaron la reducción más rápida de los pedidos pendientes de realización desde junio de 2020. El nivel de empleo siguió aumentando, aunque a la tasa más lenta en casi un año y medio.
Por su parte, los fabricantes de la zona euro se mostraron pesimistas en su evaluación de las perspectivas de crecimiento para los próximos doce meses, ya que el Índice de Producción Futura cayó por debajo del nivel de ausencia de cambios de 50.0. Las empresas mencionaron la alta inflación, la guerra en Ucrania, los futuros suministros de energía y los temores de recesión como algunas de las razones que generaron dicha perspectiva negativa.
No obstante, hubo cierta atenuación de las presiones de los precios en julio, ya que las tasas de inflación de los precios pagados y de los precios cobrados se redujeron hasta sus mínimas en diecisiete y quince meses respectivamente. A pesar de ello, las perspectivas de producción para los próximos doce meses cayeron en territorio pesimista por primera vez desde mayo de 2020 debido a las preocupaciones en torno a las cadenas de suministro, la guerra en Ucrania y la economía.
En S&P Global Market Intelligence destacan que "los nuevos pedidos están cayendo a un ritmo que, excluyendo los meses de confinamiento por la pandemia, es el más pronunciado desde la crisis de la deuda de 2012, y es probable que la situación empeore". "La producción está cayendo a ritmos especialmente preocupantes en Alemania, Italia y Francia, pero ahora también está en declive en todos los demás países encuestados, excepto en los Países Bajos, e incluso en este país el ritmo de crecimiento se ha ralentizado considerablemente", añaden.
Señalan que "las ventas inferiores a las esperadas, reflejadas en los ritmos acelerados de declive de los nuevos pedidos y de las exportaciones, conllevaron al mayor aumento de los stocks de productos terminados sin vender jamás registrado por el estudio. En consecuencia, un número cada vez mayor de fabricantes está reduciendo la producción en línea con el entorno de demanda en declive, así como reduciendo tanto sus compras de insumos como la contratación de personal".
Consideran "una ventaja del entorno de demanda debilitado la atenuación de los problemas de suministro, ya que la incidencia de retrasos es ahora la más baja desde finales de 2020. Dicha mejora, a su vez, ha ayudado a reducir considerablemente las presiones de los precios en el sector manufacturero".
"La excepción notable es la energía, donde aumenta la preocupación sobre el impacto de las limitaciones del suministro de gas en los próximos meses. La crisis energética se suma a los riesgos de que no solo una demanda más débil y la reducción de existencias hagan que la producción manufacturera disminuya a un ritmo mayor en los próximos meses, sino que la reducción del suministro de energía actuará como un lastre adicional para el sector", concluyen.