El experto explica que el paro estructural oscila entre el 10% y el 12%, y que el mercado laboral tardará en alcanzarlo
El mercado laboral no se ha recuperado del golpe de la crisis. Aunque este año el paro bajará, según todas las previsiones, por debajo de su media histórica, que alcanza el 17,4%. Un dato que sugiere que la economía española está condenada a altos niveles de desempleo. Para corregirlo, Raymond Torres, director de coyuntura y estadística de Funcas, pide una mayor eficiencia de las políticas activas de empleo.
De hecho, esto es clave para reducir el paro estructural, que en la fundación de estudios de las cajas de ahorro calculan que está entre el 10% y el 12%. “El mercado laboral tardará en alcanzar estos niveles, al menos hasta 2019 o 2020”, sostiene Raymond Torres en una entrevista con ‘Bolsamanía’. Mientras, “es difícil que crezcan los salarios”, advierte. Fátima Báñez, ministra de Empleo, ha pedido un esfuerzo a los empresarios, un guante que recogió Juan Rossell, presidente de la CEOE, que sostuvo que es posible que los salarios más bajos aumenten un 2,5%. “La precariedad laboral hace que los sueldos no crezcan en conjunto como los incrementos pactados”, avisa el experto.
Pregunta: La economía ha recuperado este año los niveles de PIB precrisis, pero con dos millones menos de ocupados… ¿qué penaliza al mercado laboral español?
Respuesta: España tuvo dos crisis, una financiera que venía del estallido de una burbuja financiera global, que tuvo repercusiones macroeconómicas en todo el mundo. Y a eso se añadió una crisis propia que es la del 'ladrillo'. Esto provocó que el empleo cayera más que en otros países, además de factores estructurales como la dualidad. Uno de cada cinco empleos estaba en el sector de la construcción, directa o indirectamente, antes de 2008, y eso era insostenible. Hubo un ajuste importante. Aunque se recupera la economía con bastante empleo, todavía hay paro heredado de ese momento.
P: La productividad aumentó un 2,1% anual entre 2008 y 2013, según las estimaciones de Funcas. Pero sólo un crecimiento de entre el 0,2% y el 0,4% en los años posteriores. ¿El fuerte aumento fue únicamente un efecto estadístico?
R: Sí, esencialmente es estadístico. El estallido de la burbuja implicó que se perdiera de forma exagerada mucho empleo. No es por un crecimiento tendencial de la eficiencia productiva. Hay indicios de que puede repuntar, porque la estructura de la economía ha cambiado. Ya no es tan dependiente del 'ladrillo' gracias a sectores exportadores, de alta cualificación o bienes de equipo. Pero el incremento de la productividad todavía es débil.
P: La tasa de paro histórica -datos entre 1980 y 2016- es del 17,4%. La previsión de Funcas es que este año promedie el 17% y en 2018 en el 14,6%. ¿Estamos condenados a ser un país con altos niveles de desempleo?
R: Si no hay cambios en políticas, el empleo seguirá siendo una variable muy procíclica, que cae mucho en recesiones, como hemos visto en la última, pero también en ocasiones anteriores. Ha habido tres picos en las últimas tres décadas por encima del 20% de paro, correspondientes a tres recesiones. También crece el empleo de forma desproporcionada en época de expansión. Es un problema que el empleo sea procíclico, trae muchos dramas sociales, pero además económicamente no es eficiente. El ajuste vía empleo produce una expulsión del mercado laboral de muchas personas, y una pérdida de capital humano que es necesario para el incremento verdadero de la productividad.
P: Y se reduce el crecimiento potencial…
R: Exactamente, y el mal viene de las expansiones. La característica del crecimiento entre 2000 y 2007 es de burbuja, con una asignación ineficiente de recursos. Un estudio del Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés) demuestra que esta situación detrae recursos de sectores que serían mejores para el potencial productivo del país. Esperemos que con la reestructuración del sector financiero, la asignación de crédito sea más racional y eficiente en el futuro.
P: ¿Cómo se puede evitar que el empleo sea tan procíclico?
R: Parte de lo que necesitábamos es la reestructuración del sector financiero, aunque debemos tener una buena normativa y supervisión, que parece que ha fallado con Banco Popular. Hay fallos por la construcción del euro, ya que hay una supervisión a escala europea y cuando hay un problema grave la financiación llega desde cada país.
Asimismo, es importante la política de empleo. El hecho de que haya tanto empleo temporal es un problema para las personas, y también perjudica el desarrollo productivo del país. La temporalidad implica mucha rotación, con personas que podrían seguir en una empresa pero que no continúan por evitar firmar un contrato indefinido. Es evidente por sentido común, y se ve en los estudios, que castiga la productividad a largo plazo.
P: ¿Por qué persiste la precariedad laboral pese a la fuerte recuperación del empleo?
R: Hay muchos motivos. Un factor muy importante, que no se ha corregido en ninguna reforma, es la inseguridad jurídica. En caso de regulación de empleo (ERE), el empresario de buena fe, especialmente el pequeño que no tiene abogados, no sabe el tiempo que va a durar el proceso si lo hay, su coste, etc. Hay plazos variables y depende de cada juzgado. Es necesario eliminar esta inseguridad, lo que no significa abaratar el despido. En Holanda, por ejemplo el coste es caro, pero hay certidumbre sobre ello. Es un problema estructural que no se ha tratado en ninguna de las muchas reformas.
P: Con el retorno de la inflación, ¿van a perder poder adquisitivo los trabajadores?
R: Lo que miramos es la remuneración media en asalariado más que el salario pactado, ya que por la rotación laboral, aunque se pacte un incremento por ejemplo del 1,5%, el sueldo puede crecer menos. En general el crecimiento de los salarios será inferior a la inflación, aunque en agregado la renta neta de los hogares crecerá en torno al 3% por el incremento del empleo.
P: ¿Cómo evoluciona la desigualdad en este contexto? ¿Es una variable importante para el crecimiento?
R: La creación de empleo es necesaria aunque no suficiente para reducir de forma sostenida la desigualdad. También depende de que aumente la calidad del empleo. La remuneración global de los asalariados ha crecido menos que el excedente bruto de explotación (principalmente beneficios empresariales). Puede que sea uno de los factores del estancamiento secular, algo que han señalado académicos como Jeffrey Sachs o Larry Summers, incluso hay un grupo de trabajo creado por el G20, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, pero no está clara la relación. Puede tener un impacto sobre la variabilidad del crecimiento, aunque quizás no en su intensidad. También puede provocar la fragmentación del sistema político por el auge de políticas proteccionistas o populismos, con lo que debemos cuidarnos mucho de contener la desigualdad.
P: ¿Qué estimaciones tienen sobre el paro estructural?
R: En nuestros cálculos es muy inferior al 15% (que estima la OCDE o el BIS), si lo definimos como el nivel de paro a partir del que puede haber tensiones inflacionistas por los salarios. La tasa de paro se va acercando al 15% y no vemos estas presiones. Según nuestras estimaciones está entre el 10% y el 12%. Es algo que se puede mejorar. España arrastra un problema con las políticas activas. Una manipulación eficiente de estas políticas puede reducir el paro estructural.
P: ¿Funciona la relación entre salarios y tasa Nairu (tasa no aceleradora de inflación, que coincide con el paro estructural?
R: Sí hay tensiones inflacionistas, pero esta relación entre nivel de paro, paro estructural e inflación ha cambiado por dos razones. La primera es que hay elementos de subempleo que no son desempleo, como empleo parcial o personas que salen temporalmente del mercado laboral como inactivos, que se pueden reintegrar en cualquier momento, algo que se produce masivamente en países como Estados Unidos. Allí el paro es muy bajo y no hay presión para que crezcan los salarios. Otro factor más fundamental es que parece que por la estructura de la economía moderna y las cadenas de valor, es más complicado que aumenten los salarios, porque toda la cadena está sometida a la presión competitiva. Hay miedo a perder el empleo y del empresario a que caigan las ventas.
P: ¿Y en España?
R: Tradicionalmente, en otras fases de recuperación en España ha habido crecimiento de salarios desde el principio, pero esta vez no está sucediendo. Es algo que afecta a los bancos centrales, porque deben mirar otros indicadores para evaluar la tensión financiera y no solo la inflación.
P: ¿Cuándo alcanzará el desempleo su nivel estructural para presionar al alza los salarios, aunque sea de forma inferior a otros ciclos de recuperación?
R: Hasta 2019 o 2020, según nuestras previsiones, el paro español no alcanzará el estructural. Mientras, es difícil que haya un efecto inflacionario en los salarios, aunque puede ocurrir en algún sector y, de hecho, ya los hay con escasez de mano de obra.
P: ¿Cómo se puede conseguir que las políticas de empleo sean más eficientes para reducir el paro estructural?
R: La política activa más eficiente es la entrevista y el contacto con los desempleados, más que la formación. Hay mucho escepticismo sobre algunos cursos, como enseñar informática básica a un empleado con alta cualificación. Lo importante es un programa sistemático de entrevistas con los parados. Empíricamente, vemos que es útil para que encuentren empleo.
P: Ha habido una caída de la población activa, ¿cómo afecta a la economía?
R: Los que se han ido, si han encontrado trabajo, puede que haya sido útil para ellos. Pero evidentemente no es algo deseable que haya habido una fuga masiva de jóvenes bien formados. Son personas cualificadas, con talento. Se podría plantear una política de regreso y mantener el contacto con los que están fuera. Hay países con tradición de inmigración como Irlanda o Australia que lo hacen bastante bien. Surgen, además, oportunidades de negocio.
P: Dificulta el pago de las pensiones...
R: Para 2030, si no hay un cambio demográfico importante, la población de más de 65 años será la mitad respecto a la que está entre 20 y 64 años. Cada dos activos tendrán que mantener a un pensionista. La fuga adicional de activos dificulta la sostenibilidad de las pensiones, más aún si no mejora la productividad. Es una muestra más de que la perspectiva de la economía española es positiva a corto plazo, pero con unos retos colosales a medio plazo.
P: ¿Qué le parece la ayuda de 430 euros a los ‘ninis’?
R: La ayuda de por sí no creo que mejore sustancialmente la situación de los 'ninis'. Funcionaría con una buena red de oficinas de empleo. Lo que necesitan es lo que he mencionado de contacto sistemático a través las políticas activas de empleo, en este caso de forma más intensa, con programas específicos para ellos. Las oficinas carecen de recursos suficientes. Esto transita por los orientadores. Si no hay suficientes las políticas no van a llegar ni a los ‘ninis’ ni a ningún colectivo.
P: ¿Se deben dotar más recursos o externalizar el servicio?
R: Hay países que funcionan bien con ambos modelos. Pero incluso los que lo han externalizado cuentan con amplios recursos en la red pública, porque no es fácil el proceso. Y hay que vigilar que las empresas que colocan parados reciben la ayuda que corresponde, porque no es lo mismo ayudar a su colocación a un trabajador cualificado y con experiencia que a un ‘nini’.
P: Entre los economistas es recurrente el concepto ‘stepping stone’ sobre el castigo que supone para un joven incorporarse al mercado laboral durante una crisis. ¿Sucede en España?
R: Es un fenómeno conocido entre los investigadores: un efecto arrastre tras el inicio de la vida laboral, que es determinante para el futuro. Una razón es la pérdida de capital humano, al no usar el adquirido en el periodo de formación al empezar a trabajar. No se reconoce lo aprendido o se pierde, y la generación posterior le supera. Es algo que se puede corregir con un sistema de retorno al proceso educativo. Pero el mal está hecho en una crisis que ha sido larga, con menores ingresos que otras generaciones cuando se incorporan al mercado laboral. Otro elemento es el psicológico y social, con un sentimiento de exclusión, aunque en este sentido en España el apoyo familiar es mayor y el estigma de no tener trabajo menor.
P: Otro elemento negativo es la brecha salarial entre géneros. La diferencia baja por hora pero no en el anual…
R: Un elemento positivo es el acercamiento progresivo entre mujeres y hombres dentro de una misma empresa con un trabajo equiparable. En cambio, hay dos problemas. Las mujeres tienen más probabilidad de estar empleadas con temporalidad o subempleo, lo que implica una desventaja salarial. La otra razón es que las ocupaciones más habituales entre las mujeres son menos remuneradas. Esto ocurre en general en el mundo desarrollado.
P: ¿Qué papel debe tener el diálogo social en el futuro? ¿Ha cambiado con la crisis?
R: Es paradójico, porque ahora es más importante con la transformación del sistema productivo debido a la economía digital y al cambio que produce en el mercado laboral. Algo que será más evidente con la inteligencia artificial. Esto requiere mayor diálogo en las empresas y a escala nacional. Durante décadas, el mercado de trabajo tenía normas creadas por el diálogo social y la economía del bienestar basados en un sistema que ha cambiado. Por otra parte, el lado negativo es que la representatividad de empresarios y sindicatos se ve amenazada justo cuando es más necesaria. Por ejemplo, les cuesta llegar a los autónomos, y la nueva dinámica conduce a que cada vez haya menos empleo indefinido y asalariado. Esto requiere una adaptación de la normativa laboral y del esquema de protección.
P: ¿Cómo cambiará la tecnología el mercado laboral?
R: Es importante evaluar la calidad del empleo ante la posibilidad de que muchos puestos de trabajo sean sustituidos por la robótica. Para conocer esta intensidad habrá que saber si las máquinas llegan a adquirir la capacidad de aprendizaje del ser humano. Si no es así, siempre habrá complementariedad. Pero si lo consigue, entonces entramos en un mundo totalmente distinto, con escasez de trabajadores. El problema será cómo repartir la renta, con lo que se podría considerar una renta universal. Aunque no parece que vaya a ocurrir en un horizonte temporal cercano, más allá de sustituir la mano de obra más rutinaria y repetitiva.
P: ¿Debemos abrir un debate sobre renta mínima universal?
R: Todos los debates son positivos y este, sin duda, lo es. Hay países que están experimentando con ello, como Finlandia. Alaska la tiene desde los años 80. Hay experiencias que conviene analizar. Aun así, si se produce este diálogo, que espero que se haga, debe ser en el marco de la protección social en general, como racionalizar el esquema de rentas no universales que ya existen. Primero reflexionar sobre lo que existe, antes de crear algo nuevo.