La incertidumbre política de Italia reactiva el debate sobre el futuro de la 'moneda única'
Al euro se le ha matado muchas veces. Pero el caso es que sigue vivo. La secuencia de rescates iniciada en Grecia en 2010, el el salvamento de la ‘moneda única’ en 2012 por parte del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, o la última fase de la crisis de Grecia de 2015 son algunos de los episodios en los que siempre se han alzado voces pesimistas que se han lanzado a rubricar la ‘muerte del euro’. Ahora es Italia la que prende la mecha para dar alas de nuevo a los analistas más agoreros que defienden, una vez más, que la Eurozona ya está desmantelada ‘de facto’.
El escenario por el que apuestan es que el resultado del referéndum transalpino y la dimisión del primer ministro, Matteo Renzi, podrían activar un efecto dominó que forzara al presidente de la República, Sergio Mattarella, a convocar elecciones anticipadas, en lugar de seguir con un gobierno de coalición entre los demócratas y una minoría de centro-derecha o de nombra un gobierno de tecnócratas y aguantar hasta las elecciones previstas para 2018. Si hay adelanto electoral, el Movimiento Cinco Estrellas del humorista Beppe Grillo podría aprovechar el tirón en las encuestas de opinión, que le dan como seguro ganador, y asaltar el Quirinal.
El movimiento antieuropeísta de izquierdas que encabeza el popular cómico ha prometido un referéndum sobre la permanencia del país en la Zona Euro. La cara opuesta política de esta fuerza la encarna el partido de ultraderecha, la Liga Norte, cuyo líder, Umberto Bossi, también trata de captar el voto popular con promesas antieuropeas.
Por el momento, eso sí, estas opciones pertenecen más al terreno de las conjeturas. Una reciente encuesta de noviembre muestra que tan sólo un 15,2% de la población votaría a favor de salir del euro, mientras más del 67% de los italianos se describía a sí mismo como “creyentes en la moneda única”. Pero el caso es que el triunfo del 'No' ha resucitado viejas sospechas sobre la divisa europea.
¿PUEDE REALMENTE ITALIA ABANDONAR EL EURO?
Irónicamente, la celebración de un hipotético referéndum sobre el ‘Italexit’ no es posible sin una reforma de la Constitución italiana que los mismos movimientos que pugnan por celebrar la tan ansiada votación han rehusado apoyar. La Carta Magna del país transalpino no permite celebrar ninguna votación sobre el euro y la Unión Europea, señalan expertos de Berenberg.
Estos analistas creen que el desenlace político más probable es que Matarella designe un nuevo primer ministro entre los miembros del partido de centro-izquierda de Renzi. Las quinielas están entre estos nombres: Pier Carlo Padoan, actual ministro de Economía y Finanzas, o Pietro Grasso, presidente del Senado -que ya fue presidente interino de la República italiana en 2015, después de la renuncia de Giorgio Napolitano-. Después, el Parlamento y el Senado tendrán que votar el nuevo equipo de Gobierno, un movimiento que los expertos del banco alemán esperan que se produzca “pronto, para limitar los efectos de la incertidumbre política”.
Las instituciones europeas asistirían como convidados de piedra a un hipotético ‘Italexit’ y no podrían más que preparar un colchón que amortiguara el impacto
Si los diputados italianos no aceptan este nuevo Gobierno, el escenario más plausible al que apunta Berenberg es que Mattarella pida a la formación de centro-derecha de Silvio Berlusconi que forme un Gobierno de coalición que pueda acabar con la legislatura hasta mayo de 2018. Sólo en el último de los casos se convocarían elecciones anticipadas en 2017.
Por todos estos motivos, desde el banco de inversión alemán señala que el riesgo de que Italia rompa con la Unión Europea es una opción “remota, pero no por ello menos trivial”, ya que la posibilidad está presente y, al igual que el resto de hitos de la historia de la ‘moneda compartida’, colocaría a Bruselas al filo del abismo. Sin embargo, la diferencia fundamental es que las instituciones europeas asistirían como convidados de piedra a un hipotético ‘Italexit’ y no podrían más que preparar un colchón que amortiguara el impacto de la colisión entre el país transalpino y el BCE, que tendría que adaptar rápidamente su política económica al abandono de la tercera potencia de la zona euro de la ‘moneda única’.
Porque el tamaño sí importa. Con un Producto Interior Bruto (PIB) de 1,6 billones de euros, Italia equivale a nueve veces la economía de Grecia y proporciona el 15% del PIB del conjunto de la Eurozona. Esto en lo cuantitativo, pero lo cualitativo también cuenta: Italia es uno de los socios fundadores del proyecto de integración europea nacido en los años 50.
Estos matices añaden una especial relevancia al caso italiano. Si los anteriores momentos históricos han provocado sacudidas en el seno de la Zona Euro y sus repercusiones aún se pagan hoy, con una crisis de credibilidad aún no resuelta en las instituciones europeas, de la que se alimentan precisamente los movimientos populistas y antieuropeístas en auge en toda Europa, la salida real de una de las economías que sustentan la moneda “sumiría Europa en el caos más absoluto”, asegura Claus Vitessen, analista de Pantheon Macroeconomics.
¿Y SI HAY ‘ITALEXIT’, CUÁNTO SE DEPRECIARÁ LA NUEVA MONEDA?
Entre las principales consecuencias que enumera Vitessen, destaca, en primer lugar, la imposición inmediata de controles de capital en el país que abandonara la zona euro y en los otros 18 estados restantes, para evitar una retirada masiva de fondos del sistema bancario que pudiera hacer aún más cruenta la crisis económica y financiera que se desataría. Obviamente, el euro se derrumbaría hasta niveles sin precedentes contra sus rivales y en países como Dinamarca y Suiza saltarían los suelos cambiarios de sus monedas locales contra el euro, por la entrada masiva de fondos desde la Eurozona. No obstante, la nueva moneda podría ser revalorizada, después, ya que aumentaría proporcionalmente el peso de economías como la alemana.
Por otro lado, “pronto acabaría emergiendo un sistema monetario dual en el que una moneda emergente debería cohabitar con el euro”, comenta Vitessen, ya que sería imposible o, por lo menos, muy difícil desmonetizar completamente el país. En este período de transición, los consumidores preferirían acumular efectivo en la antigua moneda -el euro- para poder pagar los productos importados, mientras que muchos vendedores seguirían primando el pago en euros por encima de la nueva divisa en circulación.
El experto de Pantheon Macroeconomics reconoce que “es muy difícil seguir especulando más allá de este punto”, pero aventura que “el nuevo banco central que surja en el país saliente lo tendrá muy complicado para controlar los suministros de dinero en el futuro inmediatamente posterior al abandono del euro”. El nuevo regulador tendrá que poner a trabajar la maquinaria para imprimir nueva moneda que pudiera “financiar la deuda del gobierno”, pero esta acción tendrá “unos efectos de estímulo limitados, dada la aguda depreciación de la nueva moneda”.
Reconoce Vitessen que es casi “un ejercicio de futilidad” tratar de predecir el valor que los mercados adscribirán a la nueva divisa. “Una primera aproximación sería de un 20% si tomamos Alemania como referencia”. Sin embargo, recuerda el experto que antes de que la lira se anclara al antiguo ECU (del inglés European Currency Unit), que se reemplazó por el euro el 1 de enero de 1999, la debilidad de la lira italiana se correlacionaba con el creciente diferencial que se mantenía con los tipos de interés del país germano. El cambio de la lira con el euro se fijó en 1.936,32 liras por cada euro en ese momento, pero el analista de FXTM Lukman Otunuga cree que este precio sería una mera referencia dadas las “masivas pérdidas que puede llegar a sufrir la nueva moneda ante el euro y otras divisas principales”.
Pronto acabaría emergiendo un sistema monetario dual en el que una moneda emergente debería cohabitar con el euro
Por otra parte, desde Pantheon Macroeconomics, Vitessen subraya que, en su momento, los inversores reclamaron que se implementara una mayor prima de riesgo -que mide el diferencial entre los rendimientos de los bonos a 10 años alemanes y el resto de países europeos-, para asegurar los depósitos italianos. Y añade: “Asumiendo que el diferencial de tipos de interés entre Alemania e Italia se dispare unos 600 puntos básicos, en caso de ruptura, una depreciación de un 50% en la nueva moneda italiana puede entrar dentro de lo probable”.
CONSECUENCIAS EN TODOS LOS FRENTES: COLAPSO DE LA DEUDA Y LOS BANCOS
Sin embargo, Vitessen también cree que los rendimientos de los bonos en Alemania se dispararían, provocando un colapso en el mercado de la deuda en Europa. Sin ir más lejos, la rentabilidad del ‘bund’ alemán ha aumentado un 5% en la apertura de la sesión del 5 de diciembre, con las noticias frescas de la dimisión de Renzi sobre la mesa, y la mayoría de bonos europeos han avanzado porcentajes de entre un 4% en Irlanda y más de un 9% en Bélgica, con el bono español a 10 años, encaramándose un 6%.
Además, “las acciones del mercado de valores alemán se verían aplastadas por el nuevo y revalorizado euro”, mientras que en los países que abandonaran la zona euro -Italia en este caso-, “tanto los gobiernos como las empresas ‘de facto’ incumplirían sus obligaciones en materia de deuda internacional, elevando los costes de financiamiento”, expone el analista de Pantheon Macroeconomics.
En cuanto al sistema bancario, el ya maltrecho sector de las entidades italianas se llevaría una de las peores partes, “entrando completamente en bancarrota y declarándose insolvente; además, requeriría recapitalización en la divisa que emergiera por parte de la nueva autoridad monetaria del país transalpino”. Sin embargo, el nuevo banco central tendría serias dificultades para inyectar efectivos en la economía italiana, lo que desembocaría en una crisis de liquidez que, sumado al incremento del precio de los bienes importados, casi seguramente provocaría "la caída del país en la recesión”.
Para Lukman Otunuga, el resto del sistema bancario europeo se vería sometido a una inmensa presión en el evento de que se materialice el divorcio entre Italia y el resto de naciones del euro. Pero, para el experto, el mero pensamiento de una ruptura en el seno del euro “puede llegar a provocar un efecto huida de las inversiones internacionales en el ya frágil sistema bancario europeo”. El experto de FXTM señala que las preocupaciones ya son “suficientemente elevadas, con el rechazo de las reformas constitucionales despertando los miedos de que el sistema bancario italiano pueda experimentar eventos similares al ‘crash’ de 2008”.
De hecho, el sector de los bancos italianos es el que más preocupa a expertos y analistas, ya que el panorama político puede causar “una oleada de ejecuciones en las acciones de las principales entidades del país”, según apuntan analistas de Allianz Global Investors. Este lunes, los bancos han encabezado las pérdidas en el FTSE MIB de Milán, con un desplome del 7% para Banca di Milano y Banco Popolare, del 4% para Medioabanca y Monte dei Paschi di Siena, del 3% en Unicredit y del 1% en Intesa.
Independientemente de cuál sea el destino político de Italia, el país tendrá que afrontar serias decisiones sobre la recapitalización de su industria bancaria
Una sangría en bolsa que está en línea con la sufrida este año, con las dudas sobre su solvencia por los 200.000 millones de euros que se estima que tienen en créditos fallidos no garantizados, y que podría empeorar durante los próximos días. "Para la renta variable, el foco estará en los bancos, cuyos accionistas se enfrentarán al riesgo de próximas ampliaciones de capital", explica Alberto Chiandetti, gestor del FF Italy Fund.
Por este motivo, Bill Hubard, analista de Learntotrade, asegura que, independientemente de cuál sea el destino político de Italia, el país tendrá que afrontar serias decisiones sobre la recapitalización de su industria bancaria. “La solución preferida sería que el aumento de capital de los bancos se produzca por parte del sector privado”, asegura Hubard. Para este experto, el papel del BCE “será crucial”, ya que si no concede el crédito para las operaciones de reestructuración existentes y reconoce un mayor potencial de pérdidas de capital, “el Gobierno italiano tendrá que intervenir”.
En cualquier caso, en este cierre de 2016 y de cara al año que viene, “una terrible combinación de inestabilidad política y riesgos externos” pesarán en el sentimiento de la zona euro, que sigue enredada en una batalla perdida contra un crecimiento mediocre”, asegura Lukman Otunuga. Un panorama suficientemente desalentador que se podría convertir en “aterrador” si Italia abandonara la UE, abriendo las puertas de par en par para que otros países siguieran su estela, asegura el experto de FXTM. Sin embargo, a la luz de lo expuesto, 2017 no será el año del ‘Italexit’… Por ahora.