Adquirir conocimientos y desarrollar prácticas de gestión sólidas son elementos clave
El cambio climático, la contaminación, la actividad humana… están generando un grave impacto sobre el medio ambiente y las personas, pero sus efectos van más allá y se han convertido en una de las mayores amenazas para la estabilidad económica. Esta pérdida de biodiversidad también puede tener graves consecuencias para el valor de los activos financieros. Ante esta situación, ¿qué medidas pueden adoptar los inversores?
Avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo basado en la economía verde y en el uso eficiente de los recursos naturales es uno de los grandes retos a los que se enfrentan los gobiernos de todo el mundo.
El Foro Económico Mundial (FEM) estima que aproximadamente 44 billones de dólares de generación de valor económico, más de la mitad del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, dependen moderada o altamente de la naturaleza. Los tres sectores económicos que el FEM considera más dependientes de la naturaleza, como son construcción, agricultura, alimentación y bebidas, generan cerca de 8 billones de dólares de valor añadido bruto, aproximadamente el doble que la economía alemana.
A tenor de estas cifras y conforme los mercados reconocen cada vez más el valor de la biodiversidad y los riesgos financieros asociados a su pérdida, desde Wellington Management destacan que "es posible que capital natural como el agua, el suelo y los bosques dejen de considerarse insumos gratuitos para la producción industrial y pasen a considerarse activos con valores y costes asociados que deben preservarse y/o gestionarse".
Definir con exactitud el alcance total del impacto económico potencial de la pérdida de biodiversidad es todo un desafío. Los datos son poco fiables o incoherentes, las herramientas de medición son escasas, las empresas y los gobiernos se benefician de la biodiversidad y a su vez contribuyen a su pérdida, y las cadenas de suministro industriales a menudo encierran vínculos ocultos y amplios impactos sobre la biodiversidad.
Por ello, los expertos de Wellington Management creen que "se necesita una cooperación más estrecha entre la ciencia del clima y las comunidades financieras". "Un objetivo clave es entender cómo los riesgos relacionados con la biodiversidad pueden repercutir en el valor de los activos".
Tanto la Comisión Europea como el Congreso de Estados Unidos están empezando a elaborar políticas orientadas conservar y prevenir la degradación de los ecosistemas.
"La falta de datos adecuados y de normas de divulgación significa que el sector de la gestión de activos tiene un largo camino por delante para integrar las consideraciones sobre biodiversidad en las decisiones de inversión a gran escala", afirman desde Wellington Management.
En este sentido, los inversores pueden llevar a cabo una serie de medidas necesarias para fundamentar sus decisiones.
En primer lugar, deberían profundizar en el conocimiento de la biodiversidad. "Aunque el sector aún se encuentra en las primeras fases de traducción de los datos y riesgos de la biodiversidad en métricas estandarizadas, los inversores pueden empezar por profundizar en su conocimiento de la biodiversidad", subrayan desde la firma.
En segundo lugar, apuntan a mejorar la gestión. "Paralelamente a la adquisición de conocimientos, sugerimos a los inversores que empiecen a desarrollar sus prácticas de gestión a través de compromisos corporativos y votaciones por delegación (proxy voting)".
Del mismo modo pueden unirse a las iniciativas de colaboración del sector y participar en marcos e invertir en investigación y explorar nuevas ideas.
"Las empresas y sus grupos de interés pueden considerar cada vez más la adopción de medidas para frenar la pérdida de biodiversidad como medio para reducir la posible exposición a riesgos a largo plazo", indican los expertos de Wellington Management.
Históricamente, los beneficios derivados del uso de la naturaleza recaían en los productores y usuarios, mientras que los costes se externalizaban al resto de la sociedad. Sin embargo, a medida que se amplíen la investigación y los datos sobre biodiversidad, es posible que el mercado reevalúe el uso del capital natural y los servicios ecosistémicos.
"Los inversores deben centrarse en adquirir conocimientos sobre la biodiversidad, dar prioridad a las áreas en las que el riesgo para la biodiversidad es más pronunciado y desarrollar prácticas de gestión sólidas", concluyen en Wellington Management.