El Gobierno no tiene base para decidir cuándo levanta el confinamiento
Por eso, lo va a seguir alargando, que es el peor escenario posible
El discurso oficial del Gobierno dice que la decisión de levantar el confinamiento, la clave para que el daño de la economía sea solo grave o directamente catastrófico, depende de la evolución de "la curva" de contagios, es decir, del número de nuevos casos, de curados y de fallecidos. Pues resulta que no sabemos cuántos casos hay a día de hoy ni tampoco cuántos había en el pasado porque los datos que han estado ofreciendo no son fiables. Para tratar de arreglarlo, se ha cambiado la metodología, lo cual provocó directamente el caos este viernes. Así que el Ejecutivo no tiene ninguna base para decidir cuándo reanudaremos la actividad.
El viernes, a Fernando Simón, director de Coordinación (es un decir) de Alertas y Emergencia Sanitarias, se le 'perdieron' 236 muertos que desaparecieron entre las cifras de ese día y las del anterior, y le sobraron 1.834 curados. Los datos siguen sin incluir los procedentes de las funerarias, que son los que publica Cataluña (y han duplicado la cifra de fallecidos en esa comunidad) y piensa ofrecer también Madrid. Pero es que ni siquiera está claro si están sumando cifras de casos acumulados o los de cada día, porque cada comunidad manda una cosa y el Ministerio la suma sin distinguir.
Es cierto que ningún país tiene un sistema perfecto para contar los casos. Ayer China elevó en un 50% la cifra de muertos en Wuhan, por ejemplo. Porque, para tenerlo, habría que haber hecho tests a casi el total de la población; y, desde luego, a todos los fallecidos antes de su muerte, para saber si tenían coronavirus u otras patologías. Pero es obvio que en aquellos países donde se han hecho tests masivos el margen de error es inferior al de España, donde no los hemos hecho contraviniendo la primera y principal recomendación de la OMS (aunque el Gobierno diga que sigue sus criterios).
En esas circunstancias, puedes asumir que todos los muertos sin test pero con síntomas tienen coronavirus, como ha hecho Bélgica (por eso es el segundo país en tasa de mortalidad por millón de habitantes, por detrás de nosotros). O bien asumir que ninguno lo tiene, que es lo que ha hecho nuestro Gobierno (y aun así, somos los primeros en esa mortalidad). Obviamente, es ridículo pensar que nadie ha muerto de coronavirus en las residencias de ancianos, por ejemplo, ante una pandemia de esta magnitud. En consecuencia, la cifra real de muertes en España es mucho mayor de la oficial.
Pero, aun así, si adoptas ese criterio, no lo cambies. Y obliga a todas las comunidades a dar los datos con esa asunción y de forma homogénea. Es lo menos que se puede pedir. Porque, aunque no reflejen la realidad en cifras absolutas, sí permiten observar la tendencia si siempre usas los mismos datos. Es decir, puede construir una "curva" fiable y tomar decisiones sobre esa base. Pero si cambias el criterio, y van tres veces ya, y no homogeinizas los datos de las regiones, apaga y vámonos. Ni "curva", ni "pico", ni nada.
No está nada claro cómo se va a resolver este caos, si se van a aplicar nuevos criterios de forma retroactiva a todos los datos anteriores (ni siquiera se sabe si eso es posible), o si va a haber un salto en las estadística, o si van a dar datos que nadie sabe de dónde han salido. Un desastre equiparable al de las mascarillas: primero no hacían falta, luego eran aconsejables, ahora son necesarias cuando no se puede guardar una distancia, las iban a repartirse en las empresas, luego las venderían en las farmacias este viernes, ahora el lunes...
Es inevitable que este guirigay genere alarma y desconfianza en la población, cuando estamos hablando de algo tan grave (al menos, ya nadie del Ejecutivo dice que es "como una gripe"). Pero, más allá, es imposible que el Gobierno tome decisiones basándose en unos datos que él mismo reconoce que tienen retrasos, errores e incoherencias. ¿Qué va a hacer en esa situación? Pues optar por la prudencia y alargar el confinamiento: ya dijo Sánchez en el Congreso que tendrá que pedir otra prórroga.
Y eso es lo peor que puede pasar a la economía, ya suficientemente tocada como ha dejado claro el FMI. Por eso, la mayoría de los países de nuestro entorno han iniciado la "desescalada" o tienen ya fecha para ello. Hasta Trump quiere levantar el confinamiento el 1 de mayo. Cuanto antes se vuelva la actividad, menos daños para la economía, en especial en países donde no se han tomado medidas que ayuden a salvar empresas y empleos, como España. Así que el panorama no puede ser más negro.