Durante el primer semestre hubo un flujo negativo de 12.976 personas
La economía crece al 3% y crea empleo. Sin embargo, la fuga de españoles continúa. La mayoría en edad de trabajar, lo que supone un hándicap para el crecimiento potencial del Producto Interior Bruto (PIB) y extrema el desafío de la sostenibilidad de las pensiones.
La población de España aumentó durante la primera mitad del año en 21.021 personas, hasta los 46.549.045 habitantes, gracias al saldo migratorio de extranjeros. Porque entre los españoles, continúa la fuga. La serie histórica del Instituto Nacional de Estadística (INE) refleja ocho años consecutivos de saldo negativo entre los españoles que dejan el país y los que vuelven. Entre enero y junio el resultado es de una pérdida de 12.976 personas, frente al retroceso de 7.337 del segundo semestre del año anterior. Aunque son datos más comedidos que en los años anteriores. En el primer semestre de 2015, por ejemplo, la pérdida alcanzó las 25.963 personas.
Esta dinámica contribuye al mantenimiento de una tendencia negativa de la población activa, que en el tercer trimestre se situó en 22,8 millones de personas, con un retroceso de más de 50.000 respecto al mismo trimestre del año anterior. El récord se alcanzó en el tercer trimestre de 2012, pero el pico de la crisis económica marcó un punto de inflexión. Desde aquellos 23,49 millones de activos, el mercado laboral español ha perdido casi 380 personas al día. En cinco años la población activa ha bajado en 690.000 personas.
Desde 2012 la población activa baja en casi 380 personas al día de media en España
El Premio Nobel de Economía de 1987, Robert Merton Solow, es uno de los economistas más prestigiosos al explicar las razones por las que una economía crece. Solow dio una vuelta de tuerca a los modelos clásicos de crecimiento al incorporar la tecnología como un elemento capaz de aumentar la productividad del capital -inversión de las empresas- y del trabajo. Pero no echó por tierra la premisa de que el crecimiento potencial de las economías viene marcado por la cantidad de capital y de trabajo. En último término, si hay una tendencia a la baja de la población activa esto golpea al crecimiento potencial en el largo plazo.
Pero este no es el único riesgo. Hay otro más inmediato y palpable, en un momento en el que hay presión sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones, que ‘se come’ la mitad del déficit de las administraciones públicas. En este sentido, las cuentas son sencillas en el sistema de reparto español: los cotizantes pagan las pensiones de los jubilados. Si hay menos activos, cuando se frene la reducción de la tasa de paro terminará el crecimiento de las cotizaciones. Mientras que la segunda variable tiende al crecimiento por una cuestión positiva como es la mayor esperanza de vida.
Entre el aluvión de informes de bancos, gestoras y consultoras en el tramo final de año, algunos datos son alarmistas en torno a la confianza de los españoles. Una encuesta del Instituto Santalucía refleja que el 98% de los encuestados cree que hay riesgo en la sostenibilidad de las pensiones. Mientras que un sondeo de Inverco elaborado por Fron Query con 1.100 encuestas mostró que el 96% asegura estar “preocupado” porque el sistema de pensiones no sea sostenible a largo plazo. Razones suficientes, según los expertos, para despejar dudas entre los ciudadanos desde el Gobierno con una mayor transparencia.
ESPAÑOLES QUE EMIGRAN A LONDRES, MUNICH, PARÍS...
La evolución poblacional es decisiva en la tendencia del crecimiento de una economía y en la capacidad de que las diferentes generaciones sean solidarias entre sí, como exige un sistema de pensiones de reparto. Por eso los datos publicados este jueves por el INE son preocupantes. En los seis primeros meses del año salieron 46.004 personas con nacionalidad española, de las que un 40% emigró a otros países de la Unión Europea -principalmente Reino Unido, Francia y Alemania por este orden- y otro 11% a Norteamérica. Asimismo, destaca un 18% que tuvo como destino Latinoamérica. Mientras que entre los 33.028 españoles que volvieron, destaca Sudamérica con 12.541. Especialmente desde Venezuela, con casi 5.000 personas que salieron del país en plena crisis política, económica y social del régimen de Nicolás Maduro.
Este proceso se lleva repitiendo por lo tanto desde 2008. La recuperación de las principales variables macroeconómicas como el PIB o el empleo, aunque siempre con la excepción de los salarios, no es suficiente para revertir esta dinámica. Muchos ciudadanos se sienten incentivados -u obligados- a la búsqueda de mejores oportunidades en otros países por el dinamismo de su economía o por ser el estado de origen, ya que el 30% nació en otra nación pero adquirió la nacionalidad española.
La recepción de extranjeros no es suficiente para evitar el envejecimiento de la población
La caída de la población con nacionalidad española se compensa con el flujo de migratorios de españoles. Gracias a ello, aumentó la población, ya que llegaron 204.087 personas y salieron 138.185 ciudadanos. Es decir, hubo un flujo positivo de extranjeros de 65.902 personas, la mayoría procedente de Latinoamérica, África y el Este de Europa.
La cifra de inmigrantes extranjeros tiende a recuperarse y se acerca a los niveles precrisis. En general, de economías menos desarrolladas. Sin embargo, la novedad de la última década frente a los años de la burbuja es que en paralelo hay una salida de españoles. Esta fuga se produce principalmente entre la población activa. El grueso de las emigraciones de españoles está entre los 25 y los 59 años, aunque también hay disminución de la población de nacionalidad española residente en España entre los menores de edad, mientras que aumenta en 914 personas entre los mayores de 60 años.
Sin embargo, la recepción de extranjeros no es suficiente para evitar el envejecimiento de la población. El INE divide los flujos migratorios en grupos de edad de cinco años. La población española cae principalmente entre los 40 y los 44 años y entre los 45 y los 49 años, con 2.977 personas y 2.017 personas respectivamente. Asimismo, el descenso fue de 783 personas entre los 35 y los 39 años y de 423 entre los 50 y los 54 años. Entre los extranjeros, muchos de los que salen están en edad de jubilarse. Es decir, la Seguridad Social pierde cotizantes con estos movimientos pero no disminuyen sus obligaciones, ya que muchos de los que salen han cotizado para tener una pensión.