El Premio Nobel destaca desde Lisboa la debilidad del crecimiento europeo
El Premio Nobel de Economía Paul Krugman ha vuelto a dejar una visión lúgubre sobre el crecimiento europeo. En visita a Lisboa, ha asegurado que pese a la recuperación de la zona euro, ésta se está produciendo de una forma mucho más débil que, por ejemplo, Estados Unidos.
La buena noticia es la recuperación en sí. La mala, que “ocho años después de lo que se suponía que era una crisis financiera temporal, la debilidad económica simplemente sigue y sigue, sin final a la vista. Y es algo que debe preocupar a todo el mundo, en Europa y fuera de ella”, escribe el célebre economista en un artículo de opinión publicado en The New York Times.
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Así, resume que la economía europea es sólo un poco más grande ahora que justo después de la crisis, mientras que el desempleo ha bajado desde el 12% en 2013 hasta niveles cercanos al 10%. “Nos quejamos, con razón, de la lentitud de la recuperación de Estados Unidos -pero nuestra economía es ya un 10% más grande de lo que era antes de la crisis, mientras que nuestra tasa de desempleo está de nuevo por debajo del 5%”, añade.
Lejos de mostrar alguna disposición a cambiar de rumbo, los políticos alemanes critican al BCE, la única institución que parece tener idea de lo que sucede
Un débil crecimiento que se produce en medio de un escenario de tipos históricamente bajos por parte del Banco Central Europeo (BCE). Frente a las críticas y a posibles efectos negativos a largo plazo de la política expansiva, Krugman cita en su artículo en The New York Times al expresidente de la Reserva Federal (Fed) de Minneapolis, Naraya Kocherlaka. "En respuesta a los críticos del 'dinero fácil', ofreció una analogía brillante. Sugirió que comparáramos los bajos tipos de interés con las inyecciones de insulina que deben tomar los diabéticos".
En este sentido, prosigue el experto, "tales inyecciones no son parte de un estilo de vida normal, y pueden tener efectos secundarios negativos, pero son necesarias para controlar los síntomas de una enfermedad crónica". Y en esta situación ve a Europa, con una "enfermedad crónica de persistente debilidad en el gasto, lo que deja una tendencia deflacionaria que continúa incluso cuando hay datos económicos positivos. La insulina de dinero barato ayuda a combatir la debilidad, incluso si no ofrece una cura".
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¿Y QUÉ HUBIERA PASADO SIN DRAGHI?
"Pero mientras que las inyecciones monetarias han contribuido a contener los problemas de Europa -uno se estremece al pensar en lo mal que podría haber ido sin el liderazgo de Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo- no se ha producido nada que se parezca a una cura. En particular, a pesar de los esfuerzos del BCE, la inflación subyacente en Europa parece estar atascada muy por debajo del objetivo oficial del 2%", escribe Krugman en The New York Times.
El desempleo sigue lejos de lo que podría ser un caso de éxito, la economía griega no deja de estar en el foco, los británicos decidirán si siguen en la UE... "¿Qué pueden hacer los políticos europeos? Nadie parece tener una idea", relata el economista, que señala a Alemania. "Hay grandes necesidades insatisfechas de infraestructura y los inversores están pidiendo esencialmente a los gobiernos tomar su dinero. Hay razones para creer que gastar más en el núcleo de Europa tendría grandes beneficios para las economías periféricas", agrega.
Sin embargo, "lejos de mostrar alguna disposición a cambiar de rumbo, los políticos alemanes critican al BCE, la única institución que parece tener idea de lo que sucede". "La visita a Europa puede hacer que un americano se sienta bien acerca de la evolución de su país", sentencia Krugman.
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