Estos expertos prevén que el PIB mundial crecerá un 2,6% en los próximos 12 meses
Los economistas siguen tratando de despejar las principales preguntas que plantea 2024. ¿Cuándo bajarán los tipos de interés los bancos centrales? ¿Cómo lo hará la renta fija? ¿Se confirmará el aterrizaje suave en EEUU o será forzoso? Según los expertos de Goldman Sachs, la economía mundial volverá a superar las expectativas como ya hizo este último año.
Este pronóstico, explican desde la firma neoyorquina, se basa en la previsión de un fuerte crecimiento de los ingresos en un contexto de enfriamiento de la inflación y de solidez del mercado laboral, así como en su previsión de que las subidas de tipos ya han supuesto su mayor impacto en el crecimiento del PIB. También contemplan cierta recuperación del sector manufacturero. "Se trata de una importante póliza de seguro contra una recesión", apunta el economista jefe de Goldman Sachs Research, Jan Hatzius, en el informe 'Macro Outlook 2024: The Hard Part Is Over'.
Así, el banco de inversión estadounidense prevé que el PIB mundial crezca un 2,6% de media anual el año que viene frente al 2,1% previsto por el consenso de economistas encuestados por Bloomberg. De hecho, las previsiones de Goldman Sachs Research para el crecimiento del PIB en 2024 son más optimistas que el consenso para ocho de las nueve mayores economías del mundo. Además, esperan que el crecimiento de EEUU vuelva a superar al de sus homólogos de los mercados desarrollados.
Los economistas de la firma neoyorquina ya se habían mostrado más optimistas que el consenso de cara a 2023, aunque los resultados finales han superado incluso sus propias expectativas en zonas de bajo crecimiento del PIB real como la eurozona. "El sólido crecimiento del PIB se ha traducido en unos resultados del mercado laboral más que sólidos. La tasa de desempleo en todas las economías cubiertas por nuestros analistas (y con datos de alta calidad sobre el mercado laboral) se sitúa ahora en torno a 0,5 puntos porcentuales por debajo de su nivel anterior a la pandemia", destacan.
En este sentido, Goldman Sachs cree que hay cuatro argumentos que sustentan esta tesis optimista. Uno de ellos, es el crecimiento de la renta real disponible en un contexto de inflación general "mucho más baja" y de mercados laborales "todavía fuertes".
Aunque estos estrategas prevén que el crecimiento de la renta real estadounidense se ralentizará con respecto al fuerte ritmo de 2023, creen que seguirá siendo suficiente para sostener el consumo y un crecimiento del PIB de al menos el 2%. Mientras tanto, se espera que tanto la zona del euro como el Reino Unido experimenten una aceleración significativa del crecimiento de los ingresos reales, hasta alrededor del 2% a finales de 2024, a medida que desaparezca la crisis del gas tras la invasión de Ucrania por Rusia.
Por otro lado, la firma neoyorquina considera que lo peor del endurecimiento de la política monetaria ya ha pasado para el conjunto del G10. " Esperamos que el endurecimiento de las condiciones financieras tenga un menor impacto en 2024 que en 2023, incluso teniendo en cuenta el reciente aumento de los tipos de interés a largo plazo", apunta Hatzius.
La actividad industrial ha sido débil en un contexto de reequilibrio del gasto hacia los servicios en lugar de los bienes, la crisis energética europea, un ciclo de inventario que tuvo que corregir el exceso de construcción en 2022, y un repunte más débil de lo esperado en la fabricación china. Se prevé que la mayoría de estos factores adversos desaparezcan este año y que el sector manufacturero se recupere hacia los niveles tendenciales a largo plazo.
Por otro lado, la "razón más novedosa" para ser optimistas sobre el crecimiento del PIB es que los bancos centrales no necesitan una recesión para reducir la inflación "y, por tanto, se esforzarán por evitarla". "El análisis realizado por nuestros economistas de los ciclos de subidas anteriores muestra que los principales bancos centrales tienen el doble de probabilidades de recortar los tipos cuando existe un riesgo para el crecimiento una vez que la inflación se ha normalizado por debajo del 3% (en comparación con cuando la inflación es superior al 5%)", añaden.
Como decíamos anteriormente, una de las grandes preguntas de cara a 2024 es saber qué rumbo tomará la inflación. El crecimiento del PIB y el empleo han sido "sorprendentemente boyantes" entre las economías que experimentaron un "gran y no deseado" repunte de la inflación entre 2021 y 2022 y una manifiesta moderación en 2023 como consecuencia de la dura política monetaria de los bancos centrales.
En su última reunión del año, la Reserva Federal (Fed) se mostró algo más optimista que su contraparte comunitaria, el Banco Central Europeo (BCE). El organismo radicado en Fráncfort avisó que la inflación podría experimentar un repunte a principios de año y descartó hablar por el momento de recortes de tipos. Por el contrario, la Fed adoptó una postura más 'dovish' de lo esperado por el mercado y adelantó que podría recortar los tipos de interés hasta en 3 ocasiones el próximo año.
"No creemos que la última milla de la desinflación vaya a ser especialmente dura", apunta Hatzius. Según el experto de Goldman Sachs, la oferta y la demanda de bienes "se han equilibrado más" y el impacto de esto en la desinflación de los bienes básicos "aún está desarrollándose y se prevé que continúe durante la mayor parte de 2024".
Y lo que es más importante, el equilibrio entre la oferta y la demanda en el mercado laboral sigue mejorando. "La brecha empleo-trabajadores de Goldman Sachs Research –medida como ofertas de empleo menos trabajadores en paro—tiende a la baja en todas partes. Hasta ahora, el ajuste se ha producido casi totalmente de forma benigna, ya que las ofertas de empleo han disminuido sin que haya aumentado el desempleo", explican desde la firma neoyorquina.
Según estos economistas, el descenso de la inflación de este año continuará en 2024 y prevén que la inflación subyacente secuencial caiga del 3% actual a una horquilla media del 2%-2,5% en todo el G10, excepto en Japón. "Eso sería ampliamente coherente con los objetivos de inflación de la mayoría de los bancos centrales de los mercados desarrollados para finales de 2024. En todo caso, creemos que los riesgos para la consecución de una inflación coherente con los objetivos se sitúan en el lado más temprano", añade Hatzius.
No obstante, es "poco probable" que se vean grandes recortes de los tipos de interés en los mercados desarrollados antes del segundo semestre de 2024… a menos que el crecimiento económico resulte "más débil de lo previsto". En parte, esta opinión de Goldman Sachs se basa en una previsión de la inflación se mantenga "ligeramente" por encima del objetivo, que las tasas de desempleo se mantengan por debajo de sus niveles a largo plazo y que el PIB crezca "aproximadamente al ritmo tendencial" en 2024. En los mercados emergentes, en cambio, sí se espera que los recortes se anuncien antes.
Con todo, Goldman Sachs cree que habrá dos países que podrían diferenciarse del resto: Japón y China. En el caso del primero, se distingue porque su repunte de la inflación era "en gran medida, deseado". Después de tres décadas de presiones anémicas sobre los precios o de deflación absoluta, los aumentos salariales de 2023 indicaron que el Banco de Japón se acercaba a su objetivo de establecer un "círculo virtuoso" entre salarios y precios.
"Por tanto, el Banco de Japón (BoJ) está a punto de abandonar su política de control de la curva de rendimientos en abril de 2024, aunque es poco probable que se produzca un abandono formal de estas medidas hasta octubre de 2024. Aun así, la inflación japonesa debería permanecer muy por debajo de los niveles experimentados por sus homólogos del G10 durante este ciclo", apuntan.
De su lado, China también se distingue por su política de estímulo, ya que las autoridades han tratado de contrarrestar el lento crecimiento económico. Así, Goldman Sachs prevé que el crecimiento del PIB de China se ralentice hasta el 4,8 % en 2024, a medida que se desvanezca el impulso de la reapertura pospandémica, compensado en parte por un arrastre inmobiliario ligeramente menor, un modesto repunte del comercio mundial y una mayor relajación de las políticas.
Sin embargo, la segunda economía mundial sigue teniendo retos por delante, como una crisis inmobiliaria que amenaza con dilatarse en el tiempo y de que el pesimismo resultante de esta arraigue en la segunda mayor economía del mundo. Además, el deterioro demográfico y la disminución persistente de la población en edad de trabajar obligarán al país a reinventar su modelo de crecimiento. "Es improbable que un modesto repunte cíclico de las exportaciones invierta la actual diversificación de las cadenas de valor mundiales fuera de China. El crecimiento a corto plazo en China debería beneficiarse de nuevos estímulos políticos, pero es probable que continúe la desaceleración plurianual de China", señala Hatzius.