La principal preocupación es cómo podrá preparase para la próxima temporada de frío
El primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, que se cumplió este viernes 24 de febrero, ha traído consigo una larga lista de análisis sobre la guerra, pero también sobre la situación de Europa ante el conflicto armado y cómo le afectará en 2023. Y es que es probable que no haya ningún "avance decisivo" este año. La principal preocupación es la crisis energética, y cómo el Viejo Continente podrá prepararse para la próxima temporada de frío ahora que ya no cuenta con suministros rusos, tras la entrada en vigor de las sanciones.
Esa es el principal factor a tener en cuenta este año. Así lo creen tanto los expertos de Schroders como los de Berenberg, aunque ambas firmas difieren en su análisis sobre la situación europea. Desde la gestora británica creen que "Europa aún no está fuera de peligro en lo que respecta al suministro energético". Según Mark Lacey, responsable de renta variable de recursos globales, aunque hasta ahora se han evitado los cortes de electricidad, los niveles de almacenamiento de gas siguen en cotas elevadas y los precios de la energía están bajando, no se puede dar por hecho que ha acabado la crisis energética que afronta Europa.
"La historia puede no ser tan sencilla", remarca este experto, que considera clave el hecho de que el año pasado Europa aún podía contar con el suministro de gas ruso, al menos durante unos meses a principios de año, mientras que ahora no es así. Además, incide en que parte de la reducción de la demanda de energía se debe a un invierno algo más cálido, y "no hay garantías de que esto se repita este año".
Lacey recuerda que Europa "ha cubierto gran parte de su necesidad de suministro energético no ruso comprando cargamentos de gas natural licuado (GNL)", lo que supone un elevado coste, ya que otros países "también están intentando comprar GNL adicional, en parte porque es menos contaminante que otras alternativas como el carbón". Además, recuerda que en 2022 la demanda de GNL por parte de China "fue limitada" porque la actividad económica seguía restringida por los confinamientos para controlar el Covid, algo que ya ha acabado.
En su opinión, la recuperación económica de China prevista tras la reapertura "conllevará una mayor demanda para el limitado suministro de GNL disponible, lo que conducirá a precios más altos", y eso le pasará una alta factura a Europa. Y es que aunque el nuevo suministro de GNL está entrando en funcionamiento, no estará listo hasta dentro de unos años". De hecho, las previsiones apuntan que la oferta solo podrá satisfacer el crecimiento de la demanda a partir de 2025.
Desde Schroders estiman que "a menos que los altos precios ayuden a reducir la demanda, los próximos 18-24 meses serán muy difíciles tanto para Europa como para Asia". Eso sin olvidar que el mercado de GNL "no puede seguir creciendo si el mundo quiere cumplir sus compromisos climáticos de emisiones netas cero". "Cada vez se invierte más en energías renovables, que es claramente la solución a largo plazo, pero no es una solución rápida", destaca Lacey.
Sin embargo, en Berenberg ven la situación desde otro prisma. Sus expertos creen que Europa ha aprendido a vivir sin gas ruso, y que a partir de ahora será capaz de seguir haciéndolo sin demasiados problemas. "Ayudada por un invierno suave y, más aún, por un auténtico ahorro energético y el cambio a otros combustibles, la eurozona se ha desprendido de su anterior dependencia del gas ruso a una velocidad asombrosa", comentan.
Ahora, con más del 80% de la temporada habitual de calefacción ya terminada y una reducción "inusualmente pequeña del gas almacenado", la UE "parece dispuesta a terminar la actual temporada de calefacción con un almacenamiento de gas al menos al 55% de su capacidad", lo que supondría 30 puntos porcentuales más que hace un año.
A su juicio, "desde una posición de partida tan cómoda, y con las inversiones en curso para reducir aún más el consumo de gas, se necesitaría una combinación muy poco probable de clima ártico y otros contratiempos para recrear un grave riesgo de escasez y desencadenar una nueva carrera loca para comprar gas a cualquier precio antes del próximo invierno".
Según el análisis de los estrategas de la firma germana, "el shock Putin va marcha atrás", y es que la "brusca corrección" de los precios mayoristas del gas a 54 euros por MWh para el contrato de abril de 2024, es decir, para el final de la próxima temporada de calefacción, "allana el camino para una caída sostenida de la inflación y un retorno gradual a un crecimiento sólido".
"Seguimos esperando un crecimiento ligeramente inferior y una inflación modestamente superior para 2024 que antes de la guerra", comentan, pero las perspectivas "son ahora mucho más benignas de lo que parecía probable el pasado otoño". Su conclusión es que la economía de la zona euro "está superando la prueba bastante bien", y con el empleo en niveles récord, ven más que probable que los ingresos "vuelvan a subir más deprisa que los precios a partir del verano, apuntalando un repunte autosostenido tras el actual estancamiento invernal".