El 'premier' se escuda en que el Acuerdo de Retirada era ambiguo porque se hizo deprisa y corriendo
La negociación del Brexit se enfrenta a una nueva crisis. Este miércoles el primer ministro británico, Boris Johnson, ha presentado en el Parlamento una nueva legislación en la que reconoce explícitamente que Reino Unido pretende no cumplir lo firmado con la Unión Europea (UE) en el Acuerdo de Retirada, sobre todo lo referente a la frontera irlandesa, lo que ha confirmado los temores de Bruselas y sume las conversaciones comerciales en otro bache.
Pese a las advertencias que había lanzado la UE, diciendo que la violación del tratado firmado el pasado mes de enero imposibilitaría que ambas partes lleguen a un acuerdo comercial sobre las relaciones futuras, una vez acabe el periodo de transición del Brexit (el próximo 31 de diciembre), Londres asegura en la legislación propuesta en Westminster que está dispuesto a ignorar algunas partes del Acuerdo de Retirada.
En concreto, recoge Reuters, el proyecto de ley sobre los mercados internos dice que ciertas disposiciones "tendrán efecto a pesar de la incoherencia o incompatibilidad con el derecho internacional u otro derecho interno". En este sentido, el gobierno de Johnson asegura que el derecho internacional se quebrantaría "de manera muy específica y limitada", pero se haría, al fin y al cabo, lo que no ha gustado nada a Bruselas.
El Ejecutivo de Johnson ha tratado de justificar esta decisión asegurando que el Acuerdo de Retirada era un documento ambiguo porque se elaboró deprisa y corriendo para evitar el Brexit duro, y ha remarcado que se esperaba que los detalles sobre la frontera con Irlanda del Norte se concretaran después de la firma. Pese a ello, no se ha librado de las críticas de la oposición, que le ha afeado que firmase ese tratado con la UE para introducir ahora una nueva legislación que anula partes del mismo.
"El Acuerdo de Retirada y el protocolo de Irlanda del Norte no son como cualquier otro tratado. Se acordaron al ritmo de las circunstancias políticas más desafiantes posibles, para cumplir con una clara decisión política del pueblo británico, con el claro propósito primordial de proteger las circunstancias especiales de Irlanda del Norte", ha dicho un portavoz del Gobierno británico, que ha insistido en que "contiene ambigüedades, y en áreas clave hay una falta de claridad. Fue escrito bajo el supuesto de que se podrían alcanzar acuerdos posteriores para aclarar estos aspectos entre nosotros y la UE".
Por su parte, el 'premier' ha defendido en su intervención ante el Parlamento que este proyecto de ley es "una red de seguridad jurídica para proteger a nuestro país contra interpretaciones extremas o irracionales" del protocolo de Irlanda del Norte del Acuerdo de Retirada, que podría amenazar la paz en la provincia británica.
Sin embargo, para la UE eso son excusas. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha sido de las primeras en pronunciarse tras conocerse los detalles de la normativa británica. "Muy preocupados por los anuncios del Gobierno británico sobre sus intenciones de violar el Acuerdo de Retirada", ha dicho en su cuenta de Twitter, donde ha explicado que esto "rompería el derecho internacional y socavaría la confianza". "Pacta sunt servanda = la base de las relaciones futuras prósperas", ha escrito en latín, frase que significa "los acuerdos deben cumplirse" porque es un principio básico del derecho internacional.
Very concerned about announcements from the British government on its intentions to breach the Withdrawal Agreement. This would break international law and undermines trust. Pacta sunt servanda = the foundation of prosperous future relations.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) September 9, 2020
Este proyecto de ley, de ser aprobado, daría a los británicos la posibilidad de hacer caso omiso a algunas partes del protocolo acordado para garantizar la seguridad de la frontera irlandesa, así como el comercio y las aduanas. Se debatirá en ambas cámaras del Parlamento y requerirá su aprobación antes de convertirse en ley, pero su presentación ha desatado una nueva tormenta.
Pese a todo, la intención de la UE es la de seguir negociando. Varias fuentes citadas por Reuters apuntan que Bruselas no pretende suspender las conversaciones del Brexit pese a esta normativa. "Las conversaciones continuarán aunque en una atmósfera tensa. No será la UE la que se aleje de la mesa, estén seguros", ha asegurado un diplomático.
Otras fuentes apuntan que el negociador europeo del Brexit, Michel Barnier, "se mostrará como el que quiere un acuerdo, lo que pone al Reino Unido en la posición de los responsables del desastre". De momento, Bruselas ya ha pedido a los británicos una reunión urgente.
Pero en Irlanda están muy enfadados. El primer ministro irlandés, Micheál Martin, hablará Johnson para expresar su "gran preocupación" por los planes de Reino Unido, mientras que el viceprimer ministro Leo Varadkar cree que estamos ante una amenaza "kamikaze". Y no son los únicos. En el propio Partido Conservador también se han oído críticas contra el 'premier' porque esté considerando este movimiento. Pero Johnson ha hecho oídos sordos, y al ser preguntado cómo espera que los británicos obedezcan la ley si el propio Gobierno está dispuesto a socavarla, se ha limitado a contestar que espera que "todos en este país obedezcan la ley".