Trece grandes empresas presentaron en el Foro de Davos una plataforma para el impuso de este combustible
Todo el mundo se ha preguntado alguna vez, ¿y después del petróleo qué? ¿Habrá algún combustible que pueda sustituir a la gasolina o al gasoil? Hasta ahora todas las alternativas planteadas para sustituir al ‘oro negro’ parecían insuficientes y poco prácticas en el día a día como para desterrar definitivamente a una de las materias primas más importantes. Los principales inconvenientes de las alternativas a los combustibles fósiles, hasta ahora, han sido diversos y conocidos: desde su alto coste hasta la poca autonomía a la hora de la conducción e incluso su contaminación, aunque en una cantidad menor que las del petróleo.
Para contestar a esas preguntas que muchos se han hecho alguna vez hay que situarse en el Foro de Davos celebrado el pasado enero. En el que se presentó el Consejo del Hidrógeno, la primera iniciativa a nivel mundial en el que 13 grandes multinacionales pusieron de manifiesto la importancia de este elemento químico en la transición energética desde una sociedad ‘carbonizada’ a una más sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
"Con la formación del Consejo, todos los participantes unen sus competencias para ofrecer y desarrollar soluciones y acompañar a los gobiernos en la aplicación de las nuevas estrategias relacionadas con las energías limpias y la reducción de las emisiones contaminantes. Este tipo de iniciativas refuerzan el compromiso de las empresas líderes implicadas en el desarrollo del hidrógeno como energía", puntualiza Fernando Grau, director comercial de Air Liquide para Iberia.
“El kilo de hidrógeno está ahora mismo entre 10 y 12 euros. En un coche con un tanque de cinco kilos, estaríamos pagando sin impuestos entre 50 y 60 euros”, apunta Javier Brey
De las 13 compañías, entre las que se incluyen Toyota, Air Liquide, Shell, Total o BMW, no aparece ninguna empresa española. Sin embargo, sí hay empresas nacionales que llevan a cabo una actividad en este campo “aunque la mayoría de su facturación proviene del extranjero”, como explica Javier Brey, consejero delegado de la compañía especializada H2B2 y presidente de la Asociación Española del Hidrógeno. La patronal española aglutina a algunos gigantes como Repsol, Gas Natural, Abengoa o Enagás. H2B2 es una empresa integrada por la mayoría de empleados que formaron parte de la filial de Abengoa Hidrógeno, como el propio Brey.
El hidrógeno, por la transformación que debe pasar para su uso cotidiano, no rompe con los esquemas empresariales y sigue siendo un producto en el que existe una dependencia de los clientes, como en el caso del petróleo. Pero, ¿cuál es el potencial y la revolución que aporta este elemento químico? Básicamente tiene dos grandes usos, como combustible y como elemento clave para el almacenamiento de energía.
En cuanto al primer mercado, el hidrógeno se emplea para “alimentar pilas de combustible que posteriormente generan electricidad para mover el motor eléctrico de un vehículo”, apunta María Jaén, directora en funciones del Centro Nacional del Hidrógeno. Es decir, el hidrógeno permite una autonomía de conducción entre 500 y 600 km en los coches preparados para ello, en un tiempo de repostaje de tres minutos, con una emisión nula de dióxido de carbono y a un precio que ronda los precios de la gasolina o el gasoil.
“El kilo de hidrógeno está ahora mismo entre 10 y 12 euros. En un coche con un tanque de cinco kilos, estaríamos pagando sin impuestos entre 50 y 60 euros”, comenta Brey. ¿Cuál es la ventaja entre un vehículo de pila de combustible respecto a los coches eléctricos o híbridos? “La autonomía, 150 km en coches eléctricos y el tiempo de recarga, que en el caso de algunos modelos llega a tres horas”, indica Jaén.
El principal problema que presenta el coche de pila de combustible ahora mismo en España es la falta de estaciones de servicio para repostar el vehículo de hidrógeno. En concreto, sólo hay seis en todo el territorio nacional -dos en Sevilla, una en Zaragoza, otra en Huesca, Albacete y Puertollano- lo que ha hecho que las principales automovilísticas que ya han sacado al mercado sus modelos con esta tecnología no hayan apostado por España para su comercialización.
Hyundai sacó en 2014 el primer modelo al mercado, el ix35 Fuel Cell, Toyota replicó en 2015 con el Mirai y Honda se sumó el pasado año con el FCX Clarity, los tres primeros coches con pila de combustible y motor eléctrico que se mueven con el elemento químico más abundante del universo.
“Hay un claro déficit de infraestructura de recarga de hidrógeno en España, lo que impide que ni Toyota ni ningún otro fabricante pueda comercializar un vehículo de pila de combustible alimentada por hidrógeno”, aclaran desde la filial española de Toyota, una de las grandes firmas que forma parte del Consejo del Hidrógeno.
EL HUEVO Y LA GALLINA
El gran reto que tiene esta tecnología para que deje de ser un proyecto a medio plazo y se convierta en un firme aspirante a desterrar al petróleo es la necesidad de romper el circulo vicioso en el que se encuentra. “Queda por romper el círculo vicioso del huevo y la gallina: no hay vehículos de hidrógeno, o un uso masivo de este combustible, porque no hay infraestructura de suministro. Por lo tanto, es necesario romper ese círculo vicioso, y convertirlo en uno virtuoso; que la demanda llame a la necesidad de crecer; entrar en una espiral creciente que, además, conllevaría una radical bajada de costes”, añade Brey.
¿CÓMO SE OBTIENE?
El método más extendido para la producción de hidrógeno en la actualidad es el reformado de gas natural, la combinación de este gas con vapor de agua, aunque este proceso gasta combustibles fósiles y produce dióxido de carbono.
Pero cada vez más se emplea la electrólisis para producir hidrógeno. "En este proceso, se emplea energía eléctrica para disociar la molécula de agua en oxígeno e hidrógeno. Es un proceso eficiente y limpio, que puede ser integrado fácilmente con energías renovables. Es lo mejor de este proceso: puede emplearse el excedente de renovables para la producción de hidrógeno. Se logra producir un combustible a partir de energía enteramente renovable, de manera muy eficiente, con valores de rendimiento superiores incluso al 75-80%", plantea Javier Brey, que acumula 20 años de experiencia en el sector.
SIN ESPERAR A LA LLUVIA NI AL SOL
Por tanto, además de como combustible, el hidrógeno también tiene un segundo gran mercado por explotar, aparte de su uso actual como producto químico en la industria. Este vector energético es también un medio para almacenar energía, es decir, a través de la electrolisis se podría gastar el excedente producido por las energías renovables, que hasta la fecha han sido incapaces de usarse cuando no tienen las mejoras condiciones meteorológicas.
El consumo de este elemento químico terminaría con la dependencia de que salga el sol o haga viento para que las renovables generen electricidad y con ello, y dado el sistema eléctrico vigente en España, bajen los precios del precio mayorista que al final notan los consumidores en sus recibos.
Este uso se atisba vital para países como España muy dependientes del exterior en materia energética y en el que el uso masivo de las renovables podría borrar del mapa los combustibles fósiles en la producción de electricidad. Las altas horas de sol que recibe buena parte del país, además de la energía eólica y la hidroeléctrica que ya representan cerca del 32% del consumo eléctrico español, se verían muy asentadas gracias al almacenaje del excedente producido.
El hidrógeno podría usarse para aprovechar el excedente producido por las energías renovables
“En países como Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur, Alemania o Canadá nos llevan mucha ventaja con el desarrollo y uso del hidrógeno, que no necesita de subvenciones para su desarrollo pero sí de un marco legal y unas condiciones óptimas en el mercado que impulsen a las empresas a apostar por él. Ya hay empresas especializas en hidrógeno cotizando en bolsa como ITM Power en Londres, McPhy Energy en París o Nel Asa en Olso”, subraya Brey. El fundador de H2B2 pone de manifiesto la investigación científica en este campo que se hace en España como el Centro Nacional del Hidrógeno, el CSIC o el CIEMAT, aunque critica la carencia de una estrategia energética basada en la sostenibilidad del Gobierno actual y de sus predecesores.
El impulso del hidrógeno en España podría significar en 2035 la creación de 800.000 puestos de trabajo, según cifra la Asociación Española del Hidrógeno, pero para ello hará falta apostar de forma valiente y decidida por este vector energético. Una de las soluciones más viables para responder a los desafíos medioambientales del planeta, que pasan por la reducción de los gases de efecto invernadero y la contaminación cada vez más patente de las ciudades.