OPINIÓN
También pretenden frenar las amenazas de derogación de la reforma laboral
Los principales empresarios españoles desfilaron el lunes por una jornada de la CEOE en la que todos se pusieron la venda antes de la herida de la subida de impuestos que viene. Como la dan por prácticamente segura, ahora el objetivo es que sea lo menos dañina posible. Y también intentaron parar la derogación de la reforma laboral tras el susto del pacto de Adriana Lastra con EH Bildu, aunque una parte se va a anular seguro. En todo caso, una ofensiva contundente que Pedro Sánchez no puede ignorar.
Los grandes del Ibex no dijeron más que cosas de cajón, pero, en estos tiempos dominados por el populismo de ambos signos, parece que es necesario recordar ciertas obviedades. Obviedades como que, en tiempos de desplome de la economía, lo que menos debe hacer un Gobierno es subir los impuestos (en todo caso, debería bajarlos para estimular la actividad). Y lo mismo pasa con mercados como el laboral: no es momento de aumentar la rigidez, sino la flexibilidad. O que hace falta estabilidad y seguridad jurídica para facilitar las inversiones nacionales y, sobre todo, extranjeras.
Quizá José Ignacio Goirigolzarri (Bankia) fue el más directo, aunque se circunscribió a la banca: "Creo que es muy contraproducente que, en estas circunstancias, se le pida al sector esfuerzos extraordinarios en forma de impuestos". Carlos Torres (BBVA), que mantiene su línea combativa con el Gobierno -en abril dijo que podía tomar más medidas para paliar la situación-, añadió que es necesario contar con una "fiscalidad eficiente", basada en la estabilidad presupuestaria y con unas reglas de juego que se mantengan en el medio y largo plazo.
Estos banqueros son conscientes de que es inevitable una subida de impuestos: la semana pasada comenzó la tramitación de la Tasa Tobin, se va a endurecer la tributación de las rentas altas pese a que se ha parado el "impuesto a los ricos" de Pablo Iglesias, y se quiere endurecer también Sociedades. Y los empresarios son gente pragmática que no pelea batallas perdidas, así que sus mensajes y advertencias van encaminadas a que las subidas fiscales no vayan más allá (como pretende Alberto Garzón) y no se carguen la débil recuperación actual.
Lo mismo pasa con la reforma laboral. Pablo Isla (Inditex) defendió el viejo dicho de San Ignacio de "en tiempos de tribulación, no hacer mudanza" y el más popular de que "si funciona, no lo toques": "Tan importante como las medidas que se tomen es no desmontar lo que está funcionando. No hay que revertir las reformas eficaces, la economía española lo que necesita es ser mas flexible y competitiva, no hay que introducir rigideces que sean negativas para la creación de empleo", aseguró.
De nuevo, una obviedad, pero que también parece necesario recordar en estos tiempos. De hecho, el sucesor de Amancio Ortega fue el más claro al pedir "huir de dogmatismos e ideas preconcebidas", en clara alusión a las propuestas de Podemos totalmente alejadas de la realidad del funcionamiento de la economía de mercado.
La ofensiva fue muy contundente y unitaria, de forma que Pedro Sánchez no puede ignorarla. Sabe que necesita a los empresarios para salir del agujero si no quiere competir con Zapatero como el presidente campeón del paro en los libros de Historia. Y estos se lo han dejado claro: hasta aquí podemos asumir tus medidas izquierdistas, pero ni un paso más allá, o esto se viene abajo. Un mensaje que coincide con el que le está lanzando Europa. Pero, por el otro lado, necesita a Iglesias para seguir en La Moncloa. Un complicado equilibrio del que depende el futuro de todos.