Coinciden en que el impacto negativo de la subida del SMI sobre el empleo ha sido menor de lo previsto
Los economistas discrepan sobre la posibilidad de que siga incrementándose el SMI, aunque coinciden en señalar que el impacto negativo de las recientes subidas del salario mínimo sobre el empleo ha sido menor que el previsto y que ha servido para reducir la desigualdad salarial.
Son algunas de las conclusiones del coloquio organizado por el Consejo General de Economistas (CGE). El presidente del CGE, Valentín Pich, ha señalado que "pese a que en los últimos años el SMI español ha sido el que más ha crecido en comparación con los principales países, un 47% en los últimos cinco años, hay opiniones de que aún no es suficiente para cumplir con su objetivo de garantizar que toda persona que trabaje pueda cubrir sus necesidades básicas, especialmente en un escenario inflacionista como el que tenemos, donde los trabajadores están perdiendo poder adquisitivo".
Pero, por otro lado, "el coste real de un trabajador para las empresas y autónomos es superior al salario a abonar". En conclusión, "con el SMI actual los trabajadores aún tienen problemas para cubrir sus necesidades y, por otra parte, el elevado coste real del SMI para las empresas podría dificultar la creación de nuevos puestos de trabajo, algo que se debe vigilar especialmente en una economía como la española donde el desempleo es tan elevado", ha añadido.
Según Pich, "obviando otros efectos –como la menor recaudación para las cuentas públicas–, una posible solución a este problema sería explorar la posibilidad de reducir las contribuciones a la seguridad social, con lo que se reduciría el coste del trabajo, fomentando así la creación de empleo y desincentivando la economía sumergida".
Por su parte, el presidente de EAL-CGE, Roberto Pereira, ha manifestado que "desgraciadamente, el último incremento del SMI se ha producido en un momento complicado, con la inflación por encima de dos dígitos, lo cual no facilita que por parte del mercado sea fácil de digerir el incremento de costes de la mano de obra, como consecuencia del incremento del SMI, y es muy fácil pensar que el escenario inflacionario se complica todavía mucho más con esta revisión salarial".
"Al final tenemos que valorar que lo importante es conocer cómo se ve afectado el poder adquisitivo de los trabajadores, porque, aunque se revise el SMI, si la tasa de inflación absorbe el incremento salarial, evidentemente el poder adquisitivo es menor, y eso significa un empobrecimiento de la clase trabajadora", ha concluido.
Por su parte, el director de Investigación del área laboral de FEDEA, Marcel Jansen, y el coordinador del Gabinete Económico de la Confederación Sindical de CCOO, Luis Zarapuz, han celebrado un coloquio en el que han dado respuesta a cuatro cuestiones clave.
La primera es cuál ha sido el impacto de las recientes subidas del SMI sobre el empleo y si hay algún otro efecto significativo del incremento del SMI. Según Jansen, "para responder a esta pregunta tenemos que fijarnos en los estudios que construyan un contrafactual que nos indica cuál habría sido el aumento en el empleo sin estas subidas. Las evaluaciones disponibles se han centrado principalmente en la subida del 22% en 2019. Todas ellas concluyen que la subida ha tenido un impacto considerable en los salarios más bajos y un efecto pequeño en el empleo. El último ejemplo es un estudio de la OCDE que concluye que la subida del SMI aumentó la renta mensual media de las personas afectadas un 5,8%, mientras su empleo se contrajo un 0,6%, equivalente a unos 7.400 puestos de trabajo a tiempo completo".
Añaden que existen estudios que apuntan a "efectos adversos algo mayores, pero ninguno de ellos se acerca a las pérdidas que pronosticaron algunas instituciones cuando se aprobó la medida. Aparte del efecto en el empleo, cabe señalar que la subida ha contribuido a una disminución de la desigualdad salarial. Por último, se ha observado un moderado efecto negativo en las horas de trabajo".
Según Zarapuz, "la positiva evolución del empleo en los últimos años a pesar del encadenamiento de impactos negativos lleva a descartar completamente el apocalipsis laboral que se predice ante cada subida del SMI en estos últimos años. El impacto negativo sobre el empleo, de haber existido, ha sido muy pequeño, y centrado en una creación de empleo algo menos intensa de la esperada".
"Los diversos estudios publicados por el Banco de España o la OCDE sobre el impacto del SMI en el empleo han ido progresivamente matizando y reduciendo el posible impacto negativo sobre el empleo, y limitándolo en todo caso a una afección reducida sobre la intensidad en la creación de empleo. Desde CCOO siempre hemos defendido que el impacto positivo de la subida del SMI sobre más de 2 millones de trabajadores (1 de cada 10 ocupados) tenía un impacto positivo sobre la demanda interna, la actividad y el empleo que podría compensar la hipotética menor creación de empleo de las empresas ante la subida del salario mínimo".
A la pregunta de si ha habido algún otro efecto significativo del incremento del SMI, Zarapuz ha respondido "sí, ha reducido la desigualdad y el riesgo de pobreza al elevar en mayor medida los ingresos de los hogares ubicados en los deciles inferiores. La subida del SMI achica el espacio competitivo de aquellos proyectos empresariales que no son capaces de generar el suficiente valor añadido y ofrecer unos salarios dignos y suficientes, y da más cancha de acción a las empresas que sí generan mayor valor añadido y pueden ofrecer mejores condiciones laborales a sus trabajadores. La mejora del SMI es una pieza dentro de un engranaje mayor que contribuye a incentivar el cambio del modelo productivo y la inversión empresarial, favoreciendo a las empresas más productivas en detrimento de aquellas menos productivas que han basado su competitividad en deprimir sus costes laborales".
La segunda cuestión es si se puede seguir subiendo el SMI al ritmo previsto sin afectar significativamente al empleo y dónde está el límite. "Yo pediría cautela", ha dicho Marcel Jansen, para después pasar a añadir que "existe cierto consenso entre los expertos en que los efectos adversos del SMI son menores de lo que se solía considerar, y que el SMI tiene una utilidad mayor en el actual entorno que dificulta el crecimiento de los salarios más bajos. Además, al inicio de la legislatura anterior existía un amplio margen por el bajo nivel del SMI, tanto en términos absolutos como relativos".
"Sin embargo, tras las últimas subidas el SMI se acerca al 60% del salario medio, lo que nos sitúa entre los países europeos con el SMI más alto. A partir de ahora deben evitarse más saltos en el SMI. La mejor estrategia es acordar una senda gradual para el SMI con los interlocutores sociales que permite mantener el poder adquisitivo del SMI y evaluar, a continuación, sus impactos en el mercado laboral. Estas evaluaciones deberían servir también para identificar posibles mejorar en el diseño del SMI. En este sentido conviene recordar que España es uno de los pocos países donde el SMI es universal e igual para todos los mayores de 16 años".
Según Zarapuz, "se puede y se debe seguir subiendo el SMI. El objetivo es garantizar por ley que el SMI neto al menos suponga el 60% del salario medio neto, y en todo caso garantizar anualmente su poder adquisitivo. En 2023 crece la economía, aumenta el salario medio y se acelera la subida salarial media pactada, por lo que existe base para seguir incrementando el SMI y mantener la referencia del 60% y preservar su poder adquisitivo. Hasta el momento, las subidas del SMI han sido compatibles con la creación de empleo".
"Una vez alcanzado el objetivo del 60% del salario medio, la evolución vendrá marcada por la evolución en general de los salarios y de la productividad, siempre con mecanismos de salvaguarda que protejan al salario mínimo de los zarpazos de la inflación y que mantengan al SMI en el 60%. El esfuerzo de subir el SMI ya está hecho y asumido por la economía española, ahora se trata de mantener ese nivel mediante actualizaciones ordinarias anuales, que no requieran de actualizaciones extraordinarias tras varios años sin revisarlo".
La tercera cuestión es si ha habido efectos diferenciales del aumento del SMI. Jansen ha respondido que sí. "Los efectos adversos se han concentrado en colectivos como los jóvenes, mujeres e inmigrantes dada la mayor incidencia del SMI en estos colectivos. También se han observado diferencias significativas entre las personas con contratos fijos y temporales y por sectores donde destacan actividades como el comercio y la hostelería. Finalmente, el análisis de datos de empresas que estoy llevando a cabo con compañeros de FEDEA indica que la pérdida de empleo estuvo concentrada en pequeñas empresas con menos de 5 empleados. Este último margen se suele obviar en los debates, pero es muy relevante en el caso de España por la prevalencia de pequeñas empresas y sus dificultades para repercutir los aumentos de costes en sus precios de venta. En general, cuanto mayor es la incidencia del SMI cuanto mayor es el impacto en el empleo".
Según Zarapuz, la subida del SMI en 1.080 euros ha beneficiado potencialmente al 13,7% de los trabajadores a jornada completa (1,93 millones) y extrapolando ese porcentaje al tiempo parcial serían un total de casi 2,3 millones de personas beneficiadas.
Por último, la cuarta cuestión es si se puede aspirar a subir el SMI al nivel de la media europea. Para Jansen, "si la pregunta se refiere al nivel absoluto del SMI, la respuesta es no. En cambio, si la pregunta se refiere al nivel relativo del SMI –es decir, la ratio entre el SMI y el salario medio o mediano conocido como la ratio de Kaitz– la respuesta es que España ya ha superado con creces la media europea. En este sentido, cabe señalar que la directiva de la Unión Europea en materia de SMI fija el umbral para un SMI adecuado en el 60% del salario mediano, bastante inferior al umbral establecido por el actual gobierno en funciones. La función del SMI es fijar un suelo salarial que permita llevar una vida digna a una persona adulta que trabaja a tiempo completo. El Kaitz ratio puede servir de aproximación, pero no está claro que un SMI universal e igual al nivel nacional sea lo óptimo. La diferenciación por edades podría permitir subidas en el SMI para adultos sin deteriorar las perspectivas laborales de los jóvenes. Del mismo modo, se debería contemplar la posibilidad de un complemento autonómico, sea por la vía legal o a través de la negociación colectiva".
Según Zarapuz, "el gran esfuerzo de España por aproximar su SMI al 60% del salario medio en términos netos se ha realizado en estos años previos, tras bastantes años en los que el salario mínimo se había quedado descolgado de las subidas y del salario medio. Una vez realizado ese mayor esfuerzo inicial, claro que se puede y se debe converger con el SMI de los países de nuestro entorno, pero aquí el impulso del SMI debe proceder en gran medida de la capacidad de hacer crecer el salario medio y el valor añadido generado en España. Hasta 2018 el SMI en relación con el salario medio se situaba en España en niveles muy por debajo al de los principales países con salarios mínimos en Europa. Desde entonces, la subida del SMI en España ha permitido que esta relación SMI/salario medio se sitúe por encima de los niveles relativos de Alemania o Países Bajos, pero por debajo de los de Francia, Polonia o Portugal como muestran los datos en términos de salario bruto de Eurostat".