Una posible caída de las exportaciones ucranianas se podrá compensar con las de Latinoamérica
Con el estallido de la guerra en Ucrania, los precios comenzaron su escalada. Por un lado, las miradas se dirigían hacia el mercado de la energía, donde un posible corte de gas o petróleo puede suponer un gran shock para Europa. El segundo gran impacto viene de la alimentación. Y es que Ucrania es conocida como el granero del mundo, con importantes exportaciones de todo tipo de productos del sector primario, como los cereales, que están en niveles no vistos desde hace mucho tiempo. Sin embargo, Javier Sanmartín, profesor de EAE Business School cree que el repunte de los costes no tiene que ver directamente con una escasez.
“Lo primero es que, a nivel global, se está hablando de que la cosecha de este año será mejor que la del año pasado, no mucho pero un poco mejor, casi un 3%”, explica este experto, algo que situará la balanza entre la oferta y la demanda ligeramente inclinada hacia la producción.
Esto se conseguirá pese a que dos de los principales países exportadores, Rusia y Ucrania, tendrán problemas para dar abasto a todas sus obligaciones por la invasión. Sin embargo, otros mercados como Brasil o EEUU, tienen unas perspectivas “excelentes”, según el profesor.
De hecho, a diferencia de Estados Unidos o Argentina, Brasil no tiene problemas en cuando a los transgénicos o fertilizantes prohibidos por Europa, por lo que su mercado “está siempre abierto”.
“Un gran problema no hay, lo que pasa que a veces interesa hacer ruido y se justifica todos los escándalos de inflación con los temas de los cereales. Entonces, sin ser una situación boyante, no es cómo la están pintando en los medios, que son medios con intereses de parte”, sentencia.
Según datos del Banco Mundial que recoge Bank of America, los precios mundiales de los alimentos agrícolas se dispararon en marzo un 36,6% en tasa interanual, tras una subida del 28% en 2021. En cambio, en los tres años anteriores éstos subieron un 0,1% de media. Asimismo, las exportaciones ucranianas para el suministro mundial de cereales suponen un 12% del total.
“El alza de los precios de las harinas oleaginosas y de los cereales contribuyó al 70% del aumento del índice mundial de alimentos agrícolas. Los precios del aceite y las harinas oleaginosas contribuyeron en 11,6 puntos porcentuales al aumento del 24,5% del índice, mientras que los precios de los cereales añadieron 5,2 puntos porcentuales”, explican los expertos de la entidad estadounidense.
Si en general Sanmartín cree que no habrá problemas de desabastecimiento, en el caso del girasol la situación es algo más complicada. De hecho, apunta a que en España algunas regiones como Andalucía y Castilla y León han plantado más de cara a la próxima cosecha. “España siempre ha tenido una cosecha deficitaria. El girasol en secano tiene altibajos tremendos, muchas veces se siembra y no se llega a recoger si no ha llovido lo suficiente porque los costes son muy altos”, argumenta.
En este sentido, tanto España como Europa tienen un problema a la hora de conseguir girasoles, y la alternativa puede estar, de nuevo, al otro lado del Atlántico. “Argentina tenía toneladas de girasol almacenadas sin vender y eso podría resolver parte del problema”, explica. El problema está en la legislación de los fertilizantes, que es mucho más restrictiva en el Viejo Continente. En cualquier caso, el profesor apunta a que desde el 31 de marzo se ha establecido un procedimiento de autorización por operación dentro de las normativas actuales para paliar las consecuencias de la guerra.
Precisamente, sobre los fertilizantes Sanmartín tampoco cree que pueda haber mucho problema, puesto que la dependencia de Ucrania era más por “facilidades logísticas”, puesto que Estados Unidos también tiene mucha producción.
Aún así, cree que la capacidad de exportar no va a desaparecer. “Habiendo guerra, hay problemas. Siempre hay que analizarlo a toro pasado, porque siempre se tarda en ver las cifras reales. No está el país entero en conflicto, y en zonas de frontera tranquilas podrán salir las exportaciones”.
Pese a todo, los temores han impulsado la subida de los precios de los nitratos y la urea. De hecho, esta última está en máximos históricos rozando los 1.000 euros por tonelada, una cota muy lejana de los 273 euros a los que cotizaba hace un año, momento en el que comenzó la escalada. Ya en diciembre, antes de que comenzara la invasión, estaba en niveles de 788 euros por tonelada.
Sanmartín concluye que este será un buen año para los agricultores. Por un lado, la guerra ha incrementado los precios de algunos productos en el momento de arranque de la cosecha, como en el caso del aceite de oliva, arrastrado por el alza del girasol.
Sin embargo, el profesor apunta a otro extremo positivo para el sector primario: las lluvias. Esta ha sido una de las primaveras más húmedas de los últimos tiempos, por lo que en un contexto en el que los regadíos se están reduciendo, un incremento de las precipitaciones en los momentos adecuados influye directamente en la productividad, y este año es un buen ejemplo de ello.