Los datos que manejan establecen que la variante Delta provocó un retraso en la recuperación
Con la economía mundial todavía recuperándose de los efectos de la pandemia de Covid-19, las disrupciones en las cadenas de suministro globales se han convertido en un importante e imprevisto desafío. Dos años después, los expertos de Citi afirman que estas cadenas de suministro que considerábamos “optimizadas y seguras”, han demostrado ser en realidad “más arriesgadas de lo que originalmente pensábamos”.
“Por el lado de la oferta, los cierres de fronteras y los bloqueos mantuvieron cerradas las plantas de producción. Por el lado de la demanda, los consumidores, que no podían hacer un consumo discrecional, aumentaron su gasto en bienes duraderos”, señalan los expertos de la firma neoyorquina. Así, cuando las empresas trataron de satisfacer esta demanda, “se encontraron con que no podían conseguir los bienes intermedios o los ingredientes necesarios para la producción, y la cadencia habitualmente fluida de los flujos comerciales se volvió irregular, provocando interrupciones en la cadena de suministro”.
Según la información que maneja, Citi estima que, si no hay más contratiempos como puede ser un nuevo repunte de los precios de la energía y las materias primas, las cadenas de suministro comenzarán a mejorar estos meses, aunque no se verá una recuperación significativa, en el mejor de los casos, hasta finales de 2022 o bien entrado 2023. En última instancia, a pesar de los muchos factores que entran en juego para que se produzca dicha mejora, estos expertos destacan uno por encima del resto: la contención de la pandemia. “Los datos muestran que la situación en 2021 se estaba estabilizando, incluso mejorando, hacia mediados de año, pero luego se deterioró rápidamente debido al impacto de la variante Delta”, explican.
“El sistema global de inventarios no fue diseñado para absorber las paradas y arranques tan desiguales de la demanda y la producción que ha provocado la pandemia”, señalan. “Por esta razón, consideramos que la campaña de vacunación mundial contribuye de forma decisiva a aliviar las presiones de la cadena de suministro”. Dicho esto, los analistas de Citi creen que la aparición de la variante Ómicron a finales de noviembre de 2021 pone de manifiesto que “estos riesgos no han disminuido”. Además, desde la agencia estadounidense creen que durante esta primavera podría haberse producido una mejora en factores que están agudizando esta crisis, como los precios de la energía, la disminución de la demanda estacional y una menor congestión de los puertos. Con todo, puede no ser suficiente para mejorar las previsiones de recuperación.
Por todo esto, Citi considera que la experiencia reciente ha puesto de manifiesto “las marcadas vulnerabilidades de los enfoques que prevalecían en los años anteriores a la pandemia”, lo que hace “probable” que las empresas tomen medidas para aumentar el tamaño de sus inventarios y simplificar la estructura de sus cadenas de suministro. “La cuestión que queda abierta es el vigor y la extensión de estos esfuerzos”, puntualizan.
Los efectos de esta crisis han sido muy heterogéneos. EEUU ha sufrido por el lado de la demanda, provocando un alza en los precios de los bienes de consumo, pero el gasto y la producción se han mantenido en niveles aceptables. Por otro lado, está atacando a Europa por el lado de la oferta, provocando un alto nivel de precios y una reducción en el nivel adquisitivo de los ciudadanos del Viejo Continente. Mientras, en Asia las empresas no han podido producir y vender las mismas cantidades que antes, haciendo que el excedente se haya vendido en los mercados locales y, a su vez, presionando a la baja los precios internos de los productos básicos.
Con todo, Citi identifica seis tendencias comunes que han impulsado esta situación. En primer lugar, la firma neoyorquina señala la gestión de las cadenas de suministro previa a la pandemia: en busca de la eficiencia de costes, las compañías buscaban los proveedores más baratos, dando como resultado extensísimas cadenas internacionales. “Estos enfoques estaban condicionados a la suposición de que los vínculos con el resto del mundo eran fiables y rentables. Esta vulnerabilidad, que era mayor de lo que se pensaba, ya se puso de manifiesto antes de la pandemia con la guerra comercial iniciada por el expresidente Donald Trump contra China”, señalan.
Asimismo, destacan la aparición y efectos de la variante Delta, el traslado del gasto de los servicios a los productos manufacturados (una tendencia impulsada por los cierres por Covid-19), así como el aumento de la demanda agregada debido a los estímulos fiscales y monetarios, necesarios para preservar los puestos de trabajo de la población y mantener a flote las empresas. “Varios países han seguido desde entonces llevando a cabo inversiones a largo plazo en infraestructuras, tecnología verde y educación, mientras que otros han avanzado hacia la consolidación fiscal”, señala Citi, quien también subraya que los bancos centrales de las economías avanzadas estén preparados para actuar más agresivamente contra la inflación.
La firma neoyorquina también ha subrayado la falta de trabajadores en puntos clave de la cadena de suministro, particularmente en EEUU, aunque países asiáticos como Vietnam, Malasia o Singapur están acusando la falta de mano de obra, sobre todo extranjera. Por último, Citi señala que la escalada del precio de las materias primas es otra de las tendencias comunes en esta crisis global, y subrayan el alza del precio de los combustibles debido a la guerra en Ucrania como un factor inesperado que ha acentuado esta situación. Con todo, estos expertos muestran cierto optimismo por que los precios del petróleo hayan alcanzado su pico y que comiencen a descender en los próximos meses.