Un mayor gasto público, especialmente en consumo, sería la respuesta más eficaz
China se ha convertido en foco de preocupación para el mercado. Tras su reapertura económica, el crecimiento del gigante asiático se ha situado por debajo de las expectativas, y la crisis desatada en el sector inmobiliario ha hecho saltar todas las alarmas.
"El débil sector inmobiliario chino sigue dominando sus resultados económicos. No es de extrañar que la actividad industrial se haya ralentizado ante la debilidad de la vivienda y las exportaciones, y ante el deterioro de las perspectivas del mercado laboral", advierte Mali Chivakul, economista de mercados emergentes en J. Safra Sarasin Sustainable AM.
Los últimos datos publicados muestran que los beneficios de las empresas chinas cayeron un 6,7% el mes pasado respecto al año anterior.
Evergrande, por ejemplo, se desplomaba esta semana en su regreso al mercado tras 17 meses suspendida. La promotora daba a conocer unas pérdidas de 39.250 millones de yuanes (4.900 millones de euros) en el semestre finalizado en junio, menor que los números rojos de 86.170 millones de yuanes del mismo periodo del año anterior.
Country Garden, por su parte, anunciaba unas pérdidas de 48.900 millones de yuanes (6.143 millones de euros) durante el primer semestre del año como consecuencia de "la disminución en el margen del negocio inmobiliario y al aumento en el deterioro de los proyectos inmobiliarios, como resultado de la disminución de las ventas en la industria".
En un intento por devolver la confianza a los inversores, abordar la crisis inmobiliaria y reactivar el sector, el Gobierno chino ha anunciado una mayor flexibilización de las políticas hipotecarias, relajando las restricciones a la compra de vivienda y bajando los tipos de interés.
Unos estímulos que los expertos consideran que aún no son suficientes.
"Esperamos más flexibilización del sector inmobiliario, pero es poco probable que la continuación de medidas graduales recupere la confianza y estimule significativamente la demanda de viviendas. China necesita medidas más fuertes para arreglar el mercado inmobiliario, incluido el rescate de promotores afectados por la liquidez para lograr una recuperación sostenible del sector", afirman Magdalene Teo y Sok Yin Yong, directora de investigación y analista de renta fija para Asia de Julius Baer, respectivamente.
"La respuesta del Gobierno a los problemas de la vivienda ha sido limitada y poco sistemática, reflejo de la difícil situación en la que se encuentra el Gobierno chino", destaca Chivakul.
En este sentido, desde J. Safra Sarasin AM creen que "los compradores potenciales de viviendas prefieren mantenerse al margen y conservar su dinero en estos momentos de incertidumbre, ya que siguen siendo escépticos en cuanto a la capacidad de los promotores para entregar nuevas viviendas".
Además, la expectativa de que los precios de la vivienda sigan bajando mientras las perspectivas de empleo son más inciertas también ha provocado la "huida" de compradores potenciales.
Ante este escenario, ¿cuál sería una respuesta cíclica más eficaz?
Desde J. Safra Sarasin AM apuestan por "un mayor gasto público, especialmente en consumo, pero incluso eso tiene sus propios retos".
En primer lugar, el Gobierno chino no es partidario de "dar limosnas" a los consumidores, y prefiere gastar en las empresas para generar empleo (e indirectamente aumentar los ingresos de los hogares).
En segundo lugar, aunque el Gobierno dispone de suficiente margen fiscal para gastar más y ayudar a sostener la demanda, el poder adquisitivo sólo lo tiene el Gobierno central. Los gobiernos locales se han visto afectados por la recesión inmobiliaria y ya están luchando por equilibrar sus flujos de caja.
"En nuestra opinión, el Gobierno central sólo intervendría para gastar más (mediante la emisión de bonos especiales, como en 2020) en el peor de los casos, cuando la desaceleración se acelere", comentan desde la gestora.
Asimismo, añaden que "nuestra línea de base es que el Gobierno continuará con su enfoque poco sistemático a corto plazo. Es poco probable que esto genere suficiente apoyo para alcanzar su objetivo de crecimiento del 5%. Pero Pekín puede contentarse con un crecimiento algo inferior al 5%, dado que su objetivo es 'en torno al 5%'".
A pesar de que los estrategas consideran que las medidas impulsadas por el Gobierno chino son insuficientes, no todo está perdido y han marcado una nueva meta para la acción gubernamental: el Tercer Pleno del Comité Central del Partido Comunista Chino, que se celebrará en octubre/noviembre.
"El saneamiento probablemente requiera una reestructuración de la deuda, así como la creación de una entidad que gestione estos activos (similar a las Sociedades de Gestión de Activos de China en el pasado), además de una reforma de las finanzas de los gobiernos locales (para reducir la dependencia del sector inmobiliario e incentivarles a invertir de forma eficiente)", dice Chivakul.
Sin embargo, no se trata de una tarea fácil, ya que habría que hacer frente a las pérdidas.
"Cualquier indicio de que el Gobierno está avanzando en la dirección de la reforma sería positivo para las perspectivas a medio plazo. La exitosa reestructuración de las empresas estatales en China a principios de la década de 2000 ofrece una buena lección", concluye el experto.