El recorte sería más pronunciado de no ser por los datos más favorables de la segunda mitad de 2021
El Banco de España ha actualizado sus proyecciones macroeconómicas recortando el crecimiento este año. El organismo estima ahora un Producto Interior Bruto (PIB) del 4,5% para 2022, lo que supone 0,9 puntos porcentuales menos que las anteriores previsiones. No obstante, señala que la rebaja sería aún más pronunciada si no fuera porque los datos de la actividad en la segunda mitad de 2021 han sido más favorables de lo previsto.
Según se detalla en el último Boletín Económico publicado por el Banco de España, de cara a los dos años posteriores, las nuevas proyecciones anticipan que la actividad mantendrá un elevado grado de dinamismo, de forma que la economía española crecería un 2,9% en 2023 y un 2,5% en 2024. Esto supone una revisión de 1 punto a la baja para el próximo año y de 0,7 puntos porcentuales por encima para 2024.
El elemento que domina las revisiones son las consecuencias negativas de la guerra. En concreto, los mayores niveles de precios de las materias primas, junto con la mayor transmisión observada del encarecimiento pasado de la energía y de otros consumos intermedios a los precios de otros bienes, el menor dinamismo de la actividad global y el aumento de la incertidumbre restarían, respectivamente, 0,7, 0,5 y 0,6 puntos porcentuales, a la tasa de crecimiento del PIB en 2022 en comparación con las proyecciones del pasado mes de diciembre.
En este escenario, la trayectoria proyectada implicaría que la recuperación del nivel de producto previo a la pandemia se retrasaría hasta el tercer trimestre de 2023.
Por su parte, la tasa de inflación se situaría en el 7,5%, por término medio, en 2022, lo que representa 3,8 puntos porcentuales más que en sus anteriores proyecciones. Los mercados de futuros de la energía prevén una cierta relajación de los precios a partir de julio de este año. El organismo explica que un supuesto crucial que subyace en las proyecciones es la reducida magnitud de los efectos de segunda vuelta, esto es, una escasa realimentación entre las presiones inflacionistas de precios y de salarios.
Las consecuencias de la guerra de Ucrania han reforzado las fuertes tensiones inflacionistas que se venían ya registrando con anterioridad. Dadas las sendas actuales de los precios del petróleo y el gas en los mercados de futuros, se espera que la tasa de variación del componente energético alcance su nivel máximo en el segundo trimestre del año y comience a desacelerarse con posterioridad.
Bajo este supuesto, la tasa de inflación descendería hasta el 2% en 2023 y hasta el 1,6% en 2024.
Por lo que respecta a la inflación subyacente, sus cotas máximas se alcanzarían unos meses más tarde que en el caso del índice general. En concreto, este indicador no comenzaría a descender hasta finales de 2022, una vez se corrijan las presiones al alza sobre los costes de las empresas asociadas a los precios energéticos y a los cuellos de botella, de forma que en el conjunto del año repuntará, en promedio, hasta el 2,8%.
Con posterioridad, la reducción paulatina del grado de holgura cíclica daría lugar a un aumento sostenido, aunque moderado, de los precios de los servicios y los bienes industriales no energéticos, de forma que la tasa de inflación subyacente, se situará en promedio, en el 1,8% en 2023 y el 1,7% en 2024.
El Banco de España destaca que en este contexto tan volátil los riesgos están orientados predominantemente a la baja en el caso de la actividad económica y al alza en el de la inflación. El grado de incertidumbre en torno a las cifras proyectadas en el escenario central es, en esta ocasión, particularmente elevado.
Por su parte, consideran que la respuesta de las políticas económicas también condicionará la magnitud del impacto económico de la guerra. En las últimas semanas, han sido muchos los Gobiernos europeos que han presentado diversas medidas para aliviar los efectos del encarecimiento de la energía sobre los consumidores más vulnerables y sobre las ramas productivas más afectadas. "El diseño de estas medidas ha obligado a trazar difíciles equilibrios entre su efectividad y su coste presupuestario, en un contexto en el que las cuentas públicas salieron sensiblemente debilitadas de la pandemia".
En el caso español, el conjunto de acciones adoptadas el 29 de marzo pasado permitirán movilizar unos 6.000 de euros bajo la forma de ayudas directas y de reducciones impositivas, y 10.000 millones de euros adicionales a través de una línea de avales crediticios del Instituto de Crédito Oficial (ICO). "De la capacidad de estas medidas -y de otras que podrían desplegarse en las próximas semanas- para alcanzar sus objetivos, dependerán, en parte, las dinámicas futuras de actividad y de precios, tanto en Europa como en España", afirma el organismo español.
Más en detalle, el Banco de España explica que el estallido de la guerra en Ucrania ha supuesto, además de una crisis humanitaria, una perturbación económica muy severa, que ha incidido sustancialmente sobre las perspectivas de crecimiento no solo en nuestro país, sino a escala global. Antes de la guerra, la economía mundial se encontraba en una senda de recuperación gradual. En el caso de la economía española, su desempeño en el segundo semestre de 2021 fue mejor de lo anticipado en diciembre
En cuanto al año en curso, las proyecciones de diciembre anticipaban un impacto negativo de la variante ómicron sobre el avance del PIB en el primer trimestre. Sin embargo, sobre la base de la información parcial disponible, ese efecto habría sido menos intenso de lo previsto y también menos acusado que el observado en olas previas de la pandemia. Además, el período previo al inicio de la guerra se caracterizó, en comparación con las proyecciones de diciembre, por sorpresas en el terreno inflacionista adicionales a las que ya se habían venido produciendo en la segunda mitad del año pasado.
Como resultado neto de estos desarrollos, la información disponible para la primera mitad del trimestre apuntaba a una continuación de la recuperación, aunque con alguna señal de cierta pérdida de dinamismo. "Se esperaban avances adicionales en la recuperación de la economía en los siguientes trimestres", apunta el Banco de España, pero la agresión rusa a Ucrania ha alterado de forma profunda estas perspectivas.
En los próximos trimestres, se espera que la agresión rusa a Ucrania afecte negativamente a la actividad económica a través del mantenimiento de niveles elevados de los precios de las materias primas, el impacto de la incertidumbre asociada al desarrollo de la guerra sobre las decisiones de gasto de los agentes españoles y el menor ritmo de expansión de los mercados mundiales, factores a los que cabe sumar la persistencia de distorsiones en las cadenas de aprovisionamiento.
Por otro lado, estos efectos adversos se verán parcialmente contrarrestados por el soporte proporcionado por las medidas incluidas en el Plan Nacional de respuesta a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania, la ejecución de los proyectos financiados a través del programa NGEU, unas condiciones de financiación todavía favorables y la mejora gradual de la situación epidemiológica.