Más de la mitad de los bancos está luchando con baja rentabilidad y perspectivas de crecimiento
2022 ha sido un año complejo en todos los ámbitos de la economía. La inflación y las subidas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales han pasado factura a los mercados y al tejido empresarial, incluido el sector bancario que ha afrontado unos meses en los que los contrastes entre entidades han sido una constate. Así de desprende del informe de McKinsey, que pone de manifiesto que "más de la mitad de los bancos está luchando con baja rentabilidad y perspectivas de crecimiento" a pesar del crecimiento de los márgenes y un capital más robusto.
"2022 ha supuesto un año de transformación para el sistema bancario marcado por el incremento de las tasas de interés y la inflación con impactos positivos en rentabilidad y márgenes en el corto plazo. Sin embargo, el próximo año supondrá un desafío para la resiliencia de la industria y una necesidad de repensar su modelo de crecimiento de futuro", señala João Paixão Moreira, socio senior de McKinsey & Company y líder de banca en España y Portugal.
A pesar de los desafíos a los que la banca ha tenido que hacer frente, el sector tiene en la financiación sostenible una de sus grandes oportunidades y se espera que para 2030 la inversión en deuda que respalde la transición net-zero podría ofrecer a los bancos un potencial de al menos 100.000 millones de dólares de ingresos anuales.
"El principal desafío que observamos actualmente es cómo escalar las finanzas sostenibles. A pesar de los progresos acometidos, la banca está todavía infrainvirtiendo en las capacidades necesarias para satisfacer la demanda esperada de la financiación de la transición", apunta Joseba Eceiza, socio de McKinsey & Company que lidera el área de sostenibilidad en España y Portugal.
Con todo, los retos en cuanto a estándares, transparencia y atribución del rendimiento para apoyar este sector siguen existiendo y, conforme a lo que se desprende del informe, para un despegue total, la financiación climática requerirá definiciones más claras y mejores métricas.
"Se espera que en los próximos años la financiación de proyectos que favorezcan la transición, así como la financiación de las actividades verdes sean el foco principal de los esfuerzos bancarios, incentivado por el avance de la legislación europea para complementar la ratio de capital con ratio de activos verdes", afirma Alberto Gómez Pajares, socio de McKinsey & Company.
La rentabilidad bancaria a nivel global alcanzó en 2022 su máximo en 14 años, "con un retorno esperado del capital (RoE) del 12% y un crecimiento de los ingresos hasta los 6,5 billones de dólares, impulsado por un fuerte aumento de los márgenes netos a medida que aumentaron los tipos de interés", indica el informe de McKinsey.
Sin embargo, más de la mitad de los bancos del mundo continúan teniendo un RoE por debajo del coste de capital y la divergencia entre ellos se puede ampliar aún más, ya que las entidades afrontan una desaceleración del crecimiento a largo plazo.
Los bancos de Asia-Pacífico pueden beneficiarse de una perspectiva macroeconómica más sólida, mientras que los bancos europeos se enfrentan a perspectivas más débiles. En caso de una larga recesión, se estima que el retorno del capital de los bancos a nivel global podría caer al 7% para 2026 y por debajo del 6% para la banca europea.
El impacto neto será probablemente una mayor concentración del crecimiento en las economías emergentes de Asia, China, América Latina y en Estados Unidos, que, según las previsiones del informe, representarán alrededor del 80% de los 1,3 billones de dólares de crecimiento estimado de los ingresos mundiales entre 2021 y 2025.
En el caso de España, el informe indica que algunas de las tendencias globales del sistema bancario se ven replicadas en el mercado nacional, como es el caso de la divergencia entre entidades, ampliándose la brecha entre las que están "mejor" y las que evolucionan de un modo más "desfavorable".
"Mientras que algunos bancos están muy cerca de cubrir el coste de capital o incluso de superarlo cómodamente, otras entidades siguen sin lograrlo. De igual forma, en España hay bancos cotizando por encima de su valor contable, mientras otros cotizan a la mitad de su valor contable", valora João Paixão Moreira.
Según el análisis de la banca en España, se espera que los ingresos operativos aumenten por el mayor margen de clientes y por el incremento más progresivo del coste de fondeo, el cual podría tener un impacto mayor cara a 2024. Al mismo tiempo, continúa la tendencia a la baja en los costes operativos debido a la optimización del sector, pero las presiones inflacionistas podrían compensarlas a corto plazo.
"Es indudable que la banca española se enfrenta a una desaceleración económica, pero esta vez, España está mejor preparada para afrontarlo, incluso si nos comparamos con otros países europeos. Los niveles de endeudamiento de las familias se han reducido considerablemente y los bancos han tenido una gestión cada vez más eficiente y prudente", apunta Joseba Eceiza.
Con respecto al coste de riesgo, se espera que aumente en 2023 a medida que crezca el desempleo y se produzcan incumplimientos, pero las garantías del ICO cubrirán una parte del impacto del aumento de provisiones. Por último, medidas extraordinarias como la congelación de hipotecas para familias vulnerables y la aprobación del nuevo impuesto a la banca podrían erosionar el RoE hasta 2024.
En cuanto a la valoración de la subida de los tipos de interés, "el nuevo escenario del alza de tipos, debería ser visto por la banca como un viento de cola temporal, considerarlo como la solución a una escasa rentabilidad estructural sería un gran error", concluye Alberto Gómez Pajares.