Los mensajes de los políticos y las medidas populistas aplacan los temores
El Barómetro del CIS de diciembre, aparte de su encuesta electoral, nos dejaba un dato más que preocupante, aterrador: solo el 5,9% de la población considera que las pensiones son uno de los tres principales problemas del país, lo que supone un desplome desde el 15,5% que pensaba así en abril. La subida por encima del IPC, las noticias de algunos medios que hablan de "victoria de los pensionistas" y los mensajes de los diferentes partidos de que "las pensiones están garantizadas" han obrado el milagro. Pero ocultar la realidad a la población no parece la mejor solución.
La "patada a segur"' o "patada adelante" es una jugada típica del rugby que se ha convertido en auténtica 'marca España'. Ocurrió con la crisis financiera, cuando las entidades ocultaron sus agujeros refinanciando a mansalva sus créditos incobrables para aplazar su reconocimiento como morosos, a ver si por el camino ocurría algún milagro. No ocurrió, las cajas saltaron por los aires y Europa nos tuvo que rescatar. También era muy aficionada a ella Mariano Rajoy en asuntos como el desafío independentista catalán. Y tampoco se solucionó dando hilo a la cometa.
Ahora, el Ejecutivo de Pedro Sánchez hace lo mismo con las pensiones. En su descargo, hay que decir que todos los Gobiernos anteriores han hecho lo mismo, con la única excepción del de Rajoy, precisamente, que se atrevió a dar unos tímidos pasos para coger el toro por los cuernos. Pasos que ahora han quedado anulados con las medidas de un PSOE acuciado por la presión de los pensionistas en la calle.
Esta patada hacia delante consiste en decir a los ciudadanos que no hay ningún problema y que las pensiones están garantizadas. Y para demostrarlo, se les sube no solo el IPC, sino más todavía. Como no hay ingresos suficientes y el fondo de reserva (la 'hucha de las pensiones') está a punto de agotarse, pues se paga con más deuda. Y aquí paz y después gloria. El que venga detrás, que arree.
EL SISTEMA ES INSOSTENIBLE
Porque la realidad es esa: que el sistema es muy deficitario e insostenible. Por el lado de los ingresos, eso se debe al aún elevado paro, los bajos salarios, las tarifas planas y ofertas varias, y al elevadísimo fraude del sistema. Por el de los gastos, a que los nuevos jubilados ganaban sueldos mucho mayores que los antiguos, por lo que la pensión media está subiendo. Un desequilibrio que solo puede ir a más con las tendencias demográficas a vivir cada vez más años y a que cada vez nazcan menos niños.
Por tanto, tarde o temprano, estamos abocados a que menos gente cobre pensión -con un mínimo de número de años trabajados, por ejemplo- o a que las pensiones sean más bajas. Bastante más bajas, de hecho. Y es lo que hace imperativo ahorrar para la jubilación (aunque no necesariamente en un plan de pensiones). Esto es lo que se está ocultando a la población. A los jubilados actuales solo les preocupa que su pensión, así que se les aplaca con estas subidas (y el 1,6% les parece poco). Y a los futuros se les anestesia con estas falsas promesas y ensoñaciones. El despertar a la realidad será muy duro.