Ambos países firmaron un acuerdo para estabilizar los precios del crudo, que siguen muy lejos de los 100 dólares de 2014
La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) ya no es lo que era. Lejos quedan los tiempos en los que controlaba a su antojo los precios del petróleo, disparándolos por encima de los 100 dólares y reduciéndolos drásticamente en función de las necesidades económicas e intereses geopolíticos de sus integrantes. La producción de otros países y especialmente la revolución del fracking en Estados Unidos rompieron este dominio. Arabia Saudí y Rusia emergen ahora como las dos potencias que tratan de armar un nuevo orden mundial, y romper el equilibrio de Nash que hundió los precios y mermó con el poder de la OPEP.
De hecho, según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), adscrita a la OCDE, Arabia Saudí ha vuelto a superar a Estados Unidos en producción de crudo. Es decir, no hay rastro de una congelación o recorte de la oferta, al menos por ahora. Pese a este ritmo al alza, la cuota de mercado de la OPEP del 36% respecto a la producción mundial de 90 millones de barriles diarios, según la última estimación del propio cártel para el conjunto del año, dificulta su influencia en los precios.
Así, Arabia Saudí y Rusia, principal productor fuera del cártel sin contar a Estados Unidos, parecen dispuestos a definir un nuevo orden mundial. Los ministros de la rama, el saudí Khaleb bin Abdul Aziz y el ruso Alexander Novak, firmaron un acuerdo a principios de septiembre con el objetivo de “estabilizar los precios”.
Y ahora llega el momento de la verdad. Argelia acogerá el XV Foro Internacional de Energía, entre el 26 y el 28 de septiembre, que servirá como sede de una reunión informal de productores de dentro y fuera de la OPEP. De hecho, en este foro son miembros 72 países que copan el 90% de la producción mundial.
NUEVO INTENTO... ¿MISMO RESULTADO?
No está claro lo que significa querer estabilizar, si es congelar, cortar o ampliar en menor medida la producción
Ya en marzo hubo un intento similar, con un pacto entre Arabia Saudí y Rusia, junto con Venezuela y Qatar, que no prosperó. Pero esta vez podría ser diferente. “No está claro lo que significa querer estabilizar, si es congelar, cortar o ampliar en menor medida la producción. Y si congelan, lo harán con niveles altos de producción que sin un recorte adicional de otros países o un incremento de la demanda ayudará poco a reequilibrar los precios. Pero ahora el mercado cada vez ha estado más optimista de cara a un posible acuerdo en Argelia”, señala Nitesh Shah, analista de ETF Securities. Pero como recuerdan los analistas de Bankinter, “la experiencia nos demuestra que los productores anuncian buenas intenciones antes del evento aunque en raras ocasiones logran un acuerdo”.
Arabia Saudí, por ahora, ha puesto encima de la mesa la misma propuesta que en las reuniones de la OPEP del último año, según fuentes de Reuters: si Irán deja de incrementar la producción, los saudíes están dispuestos a liderar un acuerdo del grupo en el mismo sentido. Hasta ahora, Irán no sólo no ha estado por la labor, sino que tildó esta iniciativa de “ridícula”. La mayor parte de los analistas consultados por Bloomberg descartan la posibilidad de un acuerdo, y con estas expectativas, los precios se desplomaron más de un 3% el viernes por la tarde hasta situarse el Brent, referencia en Europa, en 46 dólares.
EL PESO DE ARABIA SAUDÍ Y RUSIA
Los 10,6 millones de barriles diarios de Arabia Saudí y los 10,9 millones de Rusia en agosto, según las estimaciones de la OPEP, suponen el 24% de la producción mundial. “Una congelación de producción de estos dos países no creará en sí misma un nuevo equilibrio de mercado, se necesitarían más productores que se unan a la decisión”, arguye Shah. No obstante, precisamente Abdul Aziz y Novak advirtieron de que el pacto está abierto a la incorporación de más países.
Si se produjera, habría un acuerdo entre productores de forma ajena a la OPEP, ya que por ahora no hay intención de varios de sus miembros por someterse a un recorte o congelación. Irán está ya cerca de sus niveles de producción previas a las sanciones internacionales de la Unión Europea y de Estados Unidos, mientras que Libia, Nigeria e Irak amenazan con inundar los mercados con más crudo extraído desde zonas que van recuperándose para la producción tras sus respectivos conflictos internos.
No obstante, la OPEP tiene una larga historia tras de sí, que no será fácil enterrar en el supuesto de que alguno de sus miembros así lo quiera. “El cártel siempre ha sido un grupo de países mal visto por la política internacional. Pero ha sobrevivido a 56 años, a guerras, y a crisis políticas y económicas”, recuerda el analista de ETF Securities.
EL PAPEL DE ESTADOS UNIDOS
No esperamos un gran cambio en los niveles de producción estadounidense a corto plazo, aunque si los precios no suben por encima de los 50 dólares, podría volver a haber un recorte
La evolución de las empresas productoras estadounidenses es fundamental para anticipar lo que pueden hacer los precios. Las plataformas petroleras se redujeron en un 80% desde noviembre de 2014 hasta mayo de 2016, pero desde entonces se han estabilizado, según las estadísticas de la Administración de Información de la Energía (EIA, por sus siglas en inglés). “No esperamos un gran cambio en los niveles de producción estadounidense a corto plazo, aunque si los precios no suben por encima de los 50 dólares, podría volver a haber un recorte”, prevé Nitesh Shah.
La economía norteamericana es un gran demandante de petróleo, y ahora también productor. El fracking (extracción mediante fracturación hidráulica de la tierra), permitió a Estados Unidos duplicar su producción de petróleo entre 2008 y 2014 hasta alcanzar en promedio de ese año los 11,6 millones de barriles diarios. Esta cifra redujo su dependencia energética exterior, que tantos estragos económicos y políticos le causó en el pasado, y con ella superó a Arabia Saudí como principal productor mundial.
En ese momento, los miembros de la OPEP y los países ajenos al cártel protagonizaron una carrera por aumentar la producción y no perder cuota de mercado que hundió los precios desde los 100 dólares de 2014 hasta caer por debajo de los 30 dólares en febrero, marcando mínimos de 12 años. Aunque rebotaron un 80% hasta superar los 50 dólares en mayo, y se han movido en sus inmediaciones desde entonces, los 46 dólares actuales del Brent suponen niveles de ingresos que son menos de la mitad que hace dos años para los productores.
¿ROMPERÁN LOS PRODUCTORES SU EQUILIBRIO DE NASH?
Con todo lo anterior, es difícil imaginar un futuro cercano con la 'commodity' por encima de los 100 dólares. Algo que sí imaginaron los guionistas de una de las series de éxito de los últimos años, 'House of Cards', protagonizada por Kevin Spacey. El hilo conductor de la cuarta temporada, emitida este año, es el golpe a la economía que supone un fuerte alza de los precios del petróleo, recordando a la crisis de los años 70. Pero esto suena muy lejano, y hay que irse hasta otra producción, en este caso una película de 2001, para encontrar un ejemplo que permita entender mejor lo que ocurre con el crudo.
En 'Una mente maravillosa', ganadora del Oscar a la mejor película, Russell Crowe da vida al matemático John Forbes Nash, ganador del Premio Nobel de Economía en 1994 por su aportación a la teoría de juegos. Con el ejemplo del dilema del prisionero, explica cómo en ciertas situaciones dos o más jugadores alcanzan un equilibrio que no es el más óptimo para ninguno de ellos. En este ejemplo, dos personas son detenidas y acaban confesando ante la policía, para evitar una pena mayor si no colaboran y ante el miedo de que el otro sí lo haga. Sin embargo, si los dos guardan silencio, quedan absueltos o con una pena mucho menor por falta de pruebas.
A esto se le conoce como equilibrio de Nash, y en ello están los productores de petróleo. Dejando de lado intereses políticos, bajo el supuesto de que los países que tienen petróleo quieren maximizar los ingresos con su materia prima, lo lógico este año hubiera sido un recorte de producción coordinado. Sin embargo, han protagonizado un juego no cooperativo en el que cada país aumenta producción ante la posibilidad de que si no lo hace, pierda cuota de mercado y los precios sigan igualmente bajos.
“El sentido de un cártel es controlar la producción para fijar el precio, ya que controlan el mercado (en teoría, esto ya no ocurre con la OPEP gracias entre otros al fracking) y mantienen una situación de casi monopolio de oferta. Por eso funcionaba la OPEP en las décadas de los 80 y 90, y por eso ya no funciona: hay más producción fuera que dentro”, apunta Juan Manuel López Zafra, profesor de estadística de Cunef y experto en la teoría de juegos. Y así, los productores siguen en equilibrio de Nash.