La minería del bitcoin es un proceso que requiere mucha electricidad
La minería del bitcoin es fundamental para el mantenimiento del ecosistema de la moneda digital y del criptoespacio. Además de permitir la verificación de las transacciones, ayuda a asegurar la red. La actividad es tan crítica que la cadena de bloques incentiva a los mineros de criptografía a través de la celebérrima recompensa que es la moneda bitcoin (BTC). Sin embargo, esta actividad cada vez es más cara, ya que los mineros tienen que hacer frente a unos disparadísimos costes de electricidad.
De hecho, los ingresos de los mineros están disminuyendo debido al incremento de la factura de la luz. Según un análisis de CryptoMonday.de, más del 75% de los ingresos de los mineros del bitcoin se destinan a cubrir los gastos de electricidad. Solo en España, el precio de la luz se ha vuelto a disparar recientemente por encima de los 200 euros el Mwh y el país siempre está en los primeros puestos de los ránkings de economías con la electricidad más cara. En la Unión Europea (UE), Alemania, Dinamarca o Bélgica acostumbran a estar también en los primeros puestos de las listas.
La minería del bitcoin es un proceso que requiere mucha electricidad. Un estudio ha demostrado que una sola transacción de este criptoactiv consume unos 2165 kWh de electricidad. "Eso es lo que un hogar estadounidense normal utilizaría en 74 días. Si se tiene en cuenta los aproximadamente 0,14 dólares/kWh que paga un hogar medio, la magnitud del gasto se hace evidente", comenta Jonathan Merry, director general de CryptoMonday.de.
Una de las características principales de la cadena de bloques del bitcoin es que se basa en un mecanismo de consenso de prueba de trabajo (PoW por sus siglas en inglés), que es también el dolor de cabeza de todos los mineros. El PoW les obliga a resolver complejas ecuaciones para obtener una parte de las monedas recién minadas. Las ecuaciones requieren el uso de equipos de minería especializados con una gran potencia de cálculo.
El equipo consume toneladas de kilovatios-hora (kWhs), disparando las facturas de electricidad de los mineros. La dificultad de la minería del bitcoin agrava aún más la situación.
La red que creó Satoshi Nakamoto en 2008 también ha sido objeto de críticas por su huella medioambiental. Los críticos sostienen que la del bitcoin es una criptografía derrochadora e insostenible para el universo. Una vez más, los estudios han demostrado que sus emisiones de carbono coinciden con las de naciones enteras.
Uno de ellos estima que BTC emite casi 114 megatoneladas de CO2 al año, un valor comparable al de la República Checa. Estas cifras suscitan preocupación sobre la sostenibilidad de la reina de las criptomonedas.
A pesar de la fuerte oposición de algunos sectores, los entusiastas del BTC siguen creyendo en el valor del cripto. Los bitcoinners sostienen que la industria está todavía en sus inicios. Como tal, cabe esperar una fuerte inversión en hardware, que en parte puede ser ineficiente. Pero con su maduración, seguramente habrá una evolución de los equipos de minería para hacerlos energéticamente eficientes.
Además, algunos mineros han hecho el cambio a fuentes de energía totalmente renovables. Otros han sugerido un cambio completo a un mecanismo de consenso menos intensivo en energía. Uno de los más populares es el prueba de participación o Proof-of-Stake (PoS). En general la comunidad rechaza esta transición que sí hará este verano la segunda moneda digital más operada del mundo, el ethereum, cuyos desarrolladores están trabajando para que el cambio de mecanismo de consenso, previsto en agosto, no provoque ningún problema en la red.