Es cierto que en los mercados siempre puede pasar de todo y que uno sabe cómo empiezan las cosas pero no cómo terminan. Pero este miércoles los índices de Wall Street nos volvieron a dar una lección, o así lo veo yo, de lo que es ser un mercado maduro.
Un mercado que no se deja llevar por la euforia o por la depresión a cada noticia procedente de cualquier otra parte del globo. Mientras las bolsas europeas se desplomaban el miércoles por encima del 3,5% el principal índice del mundo, el S&P 500, cerraba cerca de los máximos del día y en positivo. Lo que quiere decir que ahora mismo Wall Street no le está dando excesiva importancia al pánico vendedor que está asolando a las bolsas mundiales por la depreciación del yuan chino.
Además, en el gráfico adjunto podemos ver cómo la media móvil simple de 200 sesiones (MM200) parece querer actuar, por enésima vez, como soporte. Como ya sabrán no soy muy amigo de utilizar la MM200 dado que genera muchas señales erróneas, tanto al alza como a la baja, pero nunca viene mal para saber, a grandes rasgos, dónde nos encontramos. Mientras no se perfore el soporte que presenta en los mínimos de julio (2.044), último mínimo creciente, seguiré durmiendo tranquilo, sin preocupaciones de ningún tipo. Por cierto, ¿y si la confirmada ralentización de la economía de China, unida a la devaluación del yuan (que encarecerá las exportaciones estadounidenses) pudiera retrasar la decisión de subidas de tipos por parte de la Reserva Federal en los próximos meses? ¿Podría Wall Street empezar a descontar este potencial escenario?
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