Elena Lozano | Bolsamania | 28 jul, 2018 06:00
Era lo esperable: la banca no quiere un nuevo impuesto. Los máximos responsables de las entidades españolas más grandes han vertido durante los últimos días su oposición a una nueva figura tributaria, que, dicen sería “discriminatoria”, no tendría sentido y distorsionaría la competencia.
La mecha la prendió Santander. Durante la presentación de sus resultados semestrales, su consejero delegado, José Antonio Álvarez, advirtió que un nuevo impuesto podría llevar a los bancos “a no ser tan multinacionales o a pensar su estructura legal”.
¿Quiere decir esto que el banco prevé trasladar su sede fiscal? El propio Álvarez rechazó esta posibilidad durante la presentación de resultados, aunque en todo caso explicó que si el nuevo tributo implica una doble imposición sobre algunas rentas “naturalmente puede afectar a la morfología de las entidades”. Sería el caso de Santander, que “depende críticamente de los dividendos de las filiales”.
Esta visión adelantada de Santander propició que desde el Gobierno se pidiera calma. La secretaria de Economía y Apoyo a la Empresa, Ana de la Cueva, les dirigió el mensaje de que "adelantar acontecimientos es, quizá, prematuro". El Gobierno no ha comunicado aún el diseño del impuesto, pero ya ha tenido acercamientos con la banca.