El coronavirus acelera la digitalización del mundo financiero
Nunca antes se había probado en España el teletrabajo con un volumen tan elevado de personas
La sociedad española está cambiando en unas semanas como no lo había hecho en años. El temor al contagio del coronavirus ha enviado a casa a cientos de miles de trabajadores para realizar teletrabajo. Nunca antes se había probado su funcionamiento con un volumen tan elevado de personas, y por lo que estamos viendo parece que los resultados son satisfactorios.
La digitalización ahora sí es imparable en todos los sectores de la industria. Ha llegado como un tsunami y va a arrastrar a quienes pensaban que podían posponer su llegada. Los bancos españoles han enviado sus servicios centrales a casa y han seguido funcionando con normalidad, un síntoma evidente de que habían hecho los deberes al menos en esta materia. Ahora bien, las consecuencias no van a ser la que muchos esperaban. Más pronto que tarde veremos cómo se ajustan las plantillas y se quedan en la calle miles de empleados de este y otros sectores.
Los servicios de atención al cliente van a ser pronto totalmente virtuales, evitando desplazamientos físicos, lo que provocará inevitablemente el cierre de sucursales. También veremos a los departamentos comerciales ofreciendo sus productos por teléfono o videollamada, utilizando datos y métricas de los perfiles de sus clientes para ofrecerles servicios de forma remota. Las reuniones se irán reduciendo también y se aprovechará mejor el tiempo para optimizar los resultados. Todas las contrataciones se podrán hacer desde casa con huella digital o reconocimiento facial.
Hay un mundo que muchos tienen que explorar pero al que pueden llegar demasiado tarde si no acometen esos cambios de forma inmediata. El coronovirus ha sido un aviso, pero va a modificar los hábitos de la sociedad de tal forma que el que no esté preparado se quedará en fuera de juego.
Desde Feelcapital siempre hemos apostado por la digitalización como camino a la desintermediación bancaria. Cuando nacimos imaginábamos un universo en el que los inversores estuvieran asesorados de forma robótica, que pudieran elegir desde su smartphone el fondo de inversión o de pensiones más adecuado, de cualquier gestora, y ejecutar esas órdenes en segundos, sin necesidad de esperas ni desplazamientos. Es decir, la posibilidad de hacer lo que a cada uno le diera la gana. Eso que imaginábamos pronto va a ser una exigencia. Algunos ya podemos dar respuesta a esas demandas desde hace tiempo, otros no podrán seguir viviendo en este sector si no se renuevan.