Un migrante que llegó a España con 16 años pide a Gobierno y UE que construyan colegios en África

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Europa Press | 18 nov, 2018

MADRID, 18 (EUROPA PRESS)

Harouna Garba nació en Togo hace 31 años y se crió con su abuela en Ghana. En el año 2002, con solo 16 años, subió a una patera en Marruecos, previo pago de 1.300 euros a una mafia, y logró llegar a la isla de Fuerteventura en un viaje en el que solo sobrevivieron 17 de las 34 personas que lo iniciaron.

"Si no hay colegios, si no hay educación en África, vamos a seguir viniendo todos los días aunque construyan un muro de cinco metros de altura", asegura Harouna Garba en declaraciones a Europa Press.

Este joven togolés explica que salió de su país cuando tenía 12 años con algo de dinero ahorrado, ante la falta de oportunidades y ante las informaciones que le llegaban de Europa, de familiares que habían conseguido llegar a Alemania. Durante dos años, atravesó Mauritania y Argelia, donde trabajó para ahorrar dinero y finalmente llegó a Marruecos.

Una vez allí, cuenta que pagó 1.300 euros a una mafia para entrar en España pero ese dinero cayó en saco roto ya que, tal y como ocurre en muchos casos, los migrantes se quedan en tierra a pesar de haber pagado cantidades altísimas de dinero para montar en la patera.

Tras dos años y medio en Marruecos intentando sumar de nuevo esa cantidad, ganándose la vida como peluquero, finalmente llegó el día. Harouna Garba no sabía nadar y era consciente, a pesar de su juventud, de que muchos migrantes morían en el intento, pero aun así, acudió con "alegría" al punto de encuentro casi a media noche para subir al bote. Acudían contentos, añade, porque era su oportunidad para alcanzar España.

Sin embargo, tras toda una noche y un día navegando, cuando ya avistaban la isla de Fuerteventura, habiendo esperado a que cayera la noche para no ser vistos y con la marea alta, las dos pateras que viajaban juntas chocaron contra una roca. La mayoría no sabían nadar y de los 34 ocupantes de ambos botes, apenas sobrevivieron la mitad. Al amanecer, los supervivientes, entre ellos, el joven Harouna, consiguieron alcanzar tierra.

Después de 40 días en la isla, este joven togolés, que asegura no haber recibido ningún trato especial por ser menor de edad --dice que le realizaron las pruebas óseas correspondientes pero dijeron que era mayor de edad--, fue enviado a Valencia, donde encontró su oportunidad en el Centro de Formación Profesional Xabec, iniciativa del Opus Dei. Ahora, Harouna, que se define como musulmán practicante, trabaja en Xabec como mantenedor informático, se ha casado y es padre de tres hijos.

MÁS DE 8.000 PERSONAS SE HAN FORMADO EN XABEC

Desde el año 2002, Xabec ha formado en el área de mantenimiento industrial e instalaciones de edificios a más de 8.000 personas, un 25 por ciento de ellos africanos o iberoamericanos. Hace 16 años, este centro comenzó a ofrecer formación con el respaldo de la Fundación Eina i Formació de la Comunidad Valenciana, entidad sin ánimo de lucro para el fomento de la Formación Profesional.

El pasado 9 de noviembre, Xabec recibió en Viena el Premio a la Excelencia en la Formación Profesional 2018 otorgado por la Comisión Europea. Asimismo, en 2018 ha sido nombrado mejor centro de FP Dual de España por la Fundación Bertelsmann y el Cercle d'Economia.

Precisamente, Harouna Garba ha puesto el foco en la importancia de la formación y ha asegurado que tiene un proyecto a corto plazo: montar un colegio en su país de origen. "El 99 por ciento de los migrantes que vienen son analfabetos, no saben escribir ni su nombre. Si allí alguien les diera una oportunidad, no vendrían", ha asegurado.

"LA SOLUCIÓN NO ES MANDAR COMIDA"

En África, defiende este joven togolés, "no se muere de hambre" y pone como ejemplo a su abuela que sigue viva con 110 años. "La solución no es mandar comida. No queremos garbanzos, queremos educación, que vengan a montar colegios", insiste. El problema son las condiciones en las que viven y la falta de oportunidades, reconoce.

Por ello, pide al Gobierno español y a la Unión Europea que construyan centros de formación y colegios en África. "Si lo hacen, los jóvenes van a dejar de coger pateras para venir a Europa", ha apuntado. Además, advierte de la corrupción que hay en países africanos como el suyo que impide que las ayudas que les llegan acaben invirtiéndose en las necesidades reales de la población.

Harouna Garba estuvo hace 15 años en la piel de todos los menores extranjeros no acompañados que tratan de llegar hoy a España: "Vine a buscar una vida mejor aunque no fuera seguro llegar. Muchas vidas y esperanzas se han quedado en el mar".

No todos los migrantes corrieron la misma suerte que este togolés. Por todos ellos y por los que están de camino, aun sabiendo que el 'billete' de las mafias no les asegura la llegada a su destino, Harouna Garba pide a los gobiernos de la UE "que se sienten y busquen una solución".

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