Misioneras en Haití y Honduras temen por la supervivencia en países ya de por sí "carentes de recursos"
MADRID, 11 (EUROPA PRESS)
Países como Haití y Honduras ya están sufriendo el impacto de la crisis del coronavirus y las poblaciones más pobres temen las consecuencias ante la falta de recursos, no solo de equipos de protección para los sanitarios o de hospitales para atender a los contagiados, sino de otros aún más básicos como los alimentos o el agua.
Misioneras españolas presentes en Haití y Honduras ponen en duda las acciones y promesas de los gobiernos y alertan de las dificultades para llevar a la práctica las medidas de confinamiento en zonas donde la gente ni siquiera tiene casa.
En Haití afrontan esta pandemia sin hospital. Tal y como ha explicado a Europa Press la misionera Matilde Moreno, contactada a través de Obras Misionales Pontificias (OMP), el centro principal del país cerró y no hay material ni personal sanitario para hacer diagnósticos o tratar a los contagiados que, según los datos oficiales, suman 18. Además, hay unos 200 sospechosos de tener la enfermedad. "Pero puede que no sea verdad", indica la misionera.
Y es que Moreno pone en cuestión la actividad del Gobierno de Haití en toda esta crisis. Según explica, el presidente Jovenel Moise anunció la compra, con una donación de UNICEF, de equipos de protección individual (EPI) para hacer frente al Covid19, una operación para la que usó como intermediario a "un especulador bien conocido, cuñado del anterior jefe de Estado". "Suena a corrupción", explica la misionera. Y lo mismo debió pensar UNICEF, que finalmente retiró su oferta.
"De las noticias que se manejan en prensa y en las redes sociales se deduce que hay un oscurantismo total", lamenta la misionera, que se pregunta por qué el Estado haitiano necesita utilizar intermediarios y cree que por culpa de esta gestión, se han rechazado ofertas de empresas que sí tenían abastecimiento y lo habrían hecho de forma legal. Toda esta operación, también le lleva a cuestionar si el precio del que habla el presidente era real. "Es una infamia aprovecharse de esta pandemia para robar los recursos del país", indica.
Y precisamente, los recursos del país son otra de las grandes trabas contra la pandemia. Moreno vive en Balán, una zona formada por 20 asentamientos, que suman unas 35.000 personas. Su principal sustento es el campo, a pesar de vivir en una zona semidesértica. Sus casa son "chocitas" sin agua o electricidad.
Por eso ve muy difícil que sus habitantes puedan poner en práctica las medidas sanitarias que se les recomiendan a través de la radio o la televisión. "Nadie debe salir de casa, ¿de qué casa?", se pregunta Moreno, para explicar que allí, tanto el aseo personal, como guisar, se hace en la calle. Además, la gente de Balán vive al día y cada mañana deben buscar algo de comer e ir a por agua.
LAVARSE LAS MANOS, ¿CON QUÉ AGUA?
Y ahí se produce la segunda contradicción, cuenta la misionera. "Hay que lavarse las manos frecuentemente. ¿Con qué agua?", se pregunta. También señala que no pueden usar guantes y mascarillas, como informan la autoridades, porque no tienen. "Solamente en algún negocio familiar informal lo puedes encontrar, cuando no falla el abastecimiento y ahora esta fallando: arroz, habichuelas, harina, espagueti, galletas", indica.
"Mientras todo esto ocurre, las más de 70 bandas armadas que controlan el país campan a sus anchas. Los jefes de algunas de ellas, que tienen acceso sin problemas a los medios de comunicación, ya han advertido que seguirán atacando y robando los camiones de comida que pasen por los territorios que ellos controlan. Los máximos jefes de estas bandas, que no dan la cara pero están detrás, son de todos conocidos y muchos de ellos se sientan en el parlamento. Muchas de estas bandas son utilizadas por el mismo gobierno cuando le conviene", denuncia Moreno.
Desde su comunidad alertan de que son los pobres quienes viven con miedo y están más expuestos a todos estos problemas. Por eso, ahora, están "a la expectativa", sin saber qué ocurrirá en los próximos días. "Dicen que el calor es enemigo del Covid19, ojalá, porque aquí no hay ningún medio para parar el contagio, ni hospitales ni personal sanitario que puedan acoger a los 11 millones que vivimos en el país", ha insistido.
¿ESTÁN PREPARADOS PARA LA PANDEMIA?
En Honduras, ya hay 312 casos y 22 fallecimientos por COVID-19. La misionera española Gloria Sáenz Blanco, desde San Pedro Sula, la segunda ciudad más grande del país, no sabe si "reír o llorar" cuando se le pregunta si allí están preparados para el impacto de la pandemia. Según explica a Europa Press, es un país "carente de recursos", no hay espacio en los hospitales y además, los sanitarios no cuentan con los equipos de protección por lo que están empezando a abandonar sus puestos por miedo a contagiar a sus familias.
"El gobierno habla de millones de dólares recibidos pero lo cierto es que los sanitarios no tienen los insumos básicos para trabajar (no me extrañaría que desertaran, estos sí que están aterrados), no hay medios para tener a la gente aislada en los hospitales, ni siquiera hay espacio en los hospitales, no hay pruebas suficientes", explica la misionera, contactada a través de Obras Misionales Pontificias (OMP). "El mayor miedo es el saber que si de normal no hay recursos sanitarios para atender a la población ¿qué va a ser ahora?", insiste.
Además, añade que "de remate" hay "más de tres millones de personas que viven en la extrema pobreza y llevan más de una semana esperando que el gobierno les lleve las tan prometidas provisiones de comida". Según puntualiza, la "desigualdad entre clases sociales en el país es impresionante" y mientras hay gente que gana "cuatro o más veces lo que un español de a pie, otros solo comen, con suerte, una vez al día".
Normalmente, Gloria Sáenz Blanco acompaña a grupos de ejercicios espirituales y ahora sigue ofreciendo acompañamiento personalizado, instrucciones y material "vía whatsapp". También continúa escribiendo en su blog 'vuelaysefeliz.blogspot.com' y se está preparando paraacompañar en el duelo "porque después de esto va a haber mucho trabajo que hacer".
Los obispos, según indica, están "muy preocupados" por la dimensión que pueden llegar a alcanzar los efectos de esta pandemia y "continuamente emiten comunicados ayudando a ser conscientes de la realidad, dando disposiciones y alentando la esperanza". Además, cuenta que la municipalidad convocó el martes 31 de marzo a distintos sectores, incluida la iglesia católica, para poder colaborar en tres ámbitos: salud, ayuda humanitaria y reactivación económica. La diócesis de San Pedro Sula optó por prestar su servicio en ayuda humanitaria.
DIFÍCIL MANTENER A LA GENTE EN CASA
Aunque se han impuesto medidas "cada vez más restrictivas" de confinamiento, la misionera indica que hacer que la población permanezca encerrada en casa allí "es muy difícil". "Hay gente que come de lo que vende en el día. Hace calor, la gente es muy sociable, no pueden estar sin ir a ver a la vecina, sin salir a la calle a platicar", explica. Además, señala que "hay un porcentaje de población considerable que ni siquiera tiene casa, que vive en la calle". Asimismo, advierte de la "convulsión social" que se puede producir, y que "en algunos puntos del país ya se ha dado, al manifestarse la gente exigiendo comida".
A Gloria Sáenz también le preocupan las consecuencias económicas de cara al futuro. "Me duele que haya empresas que estén cerrando suspendiendo a los empleados de trabajo y sueldo mientras dure esta situación. Me duele que haya empresarios que obliguen a sus empleados a ir a trabajar bajo la amenaza de despedirlos si no se presentan pero no les dan los implementos básicos para protegerse. Me preocupa la gente que vive de lo que vende al día: tortillas de maíz, frutas, cocos. Me preocupa la gente que no tiene un trabajo estable o trabaja sin contrato", afirma.