Los salesianos advierten de las consecuencias del "parón" en la emancipación de los menores acogidos
MADRID, 4 (EUROPA PRESS)
Las plataformas sociales salesianas, que cuentan con 83 recursos residenciales, entre centros de emancipación, de migrantes, de transición a la vida adulta, centros para solicitantes de protección internacional o refugiados en situación de vulnerabilidad, en los que conviven cerca de 700 jóvenes, advierten de las consecuencias que el "parón" por la crisis del coronavirus COVID-19 va a tener en el ritmo de emancipación de estos jóvenes.
"Esta situación de parón va a afectar mucho al ritmo para la emancipación de algunos destinatarios ya que encontrar empleo será mucho más difícil y también para aquellos que están pendientes de resolución de documentación porque todo se ha retrasado", ha afirmado el educador de piso de emancipación en FISAT-Fundación Ángel Tomás, Vicente Pérez.
Según precisa la coordinadora del proyecto residencial Pinardi Nicoli en Madrid, Noelia Hidalgo, a la mayoría les preocupa su situación administrativa, el retraso en sus expedientes y la pérdida de oportunidades laborales. "Muchos veían en el verano un tiempo de oportunidades que se ha desmoronado", ha comentado.
Por este motivo, la coordinadora de los pisos de emancipación de la Fundación Ángel Tomás, Rosana Palomares, ha pedido un compromiso en el que no falten recursos con los que se atienda a los colectivos más vulnerables, un compromiso para trabajar por la inclusión y cohesión social de forma sólida y efectiva.
Más allá de las preocupaciones por el futuro, los educadores de estos centros salesianos han destacado la buena reacción de la mayoría de los jóvenes que viven es estos centros y pisos, que han entendido la necesidad de quedarse en casa. "Nunca habían estado tantas horas en casa ni pasado tanto tiempo en familia, están cumpliendo muy bien, con gran compromiso", afirman.
Aunque cada centro tiene sus peculiaridades, han trabajado en dos líneas. Por una parte, los equipos educativos que conviven con los jóvenes explican que han cambiado los turnos de trabajo: de 12 horas, 3 días por semana. Este es el caso de los centros de Torrent y Valencia de la Fundación María Auxiliadora. En proyectos de emancipación o para migrantes que solicitan protección internacional, los educadores realizan su intervención de forma virtual, yendo a la vivienda si hay alguna urgencia o si los destinatarios necesitan material sanitario.
En los pisos y centros donde los educadores conviven con los jóvenes se ha retrasado la hora de levantarse, pero luego hay horarios y cuadrantes consensuados para las comidas, los tiempos de trabajo y estudio, los de ocio y el descanso, tal y como afirman los educadores de la Fundación Main en Canarias.
"La ampliación de horarios de intervención ha traído más tiempo para cuidar las conversaciones, para estar juntos, hemos visto cómo algunos sacan lo mejor de ellos mismos y a nosotros nos ha obligado a salir de nuestras zonas de confort, buscar nuevos recursos, nos han hecho cambiar", reflexiona el coordinador del Proyecto Residencial de Casa Garelli Protección de la Fundación Pinardi, José Carlos Rodríguez, algo que comparten los educadores de la Casa Don Bosco de Villamuriel del Cerrato y del hogar 'Tragaluz' en León de la Fundación Juan Soñador.