Las cuencas hidrográficas del mundo, en riesgo por la escasez de agua y la demanda inflexible
MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
Casi una quinta parte de la población mundial vive en una cuenca de agua estresada donde el próximo incidente causado por el cambio climático podría amenazar el acceso a un recurso esencial para la agricultura, la industria y la vida misma, según un documento de la Universidad de California, publicado en 'Nature Sustainability'.
Los autores del estudio analizaron las tendencias en el uso global del agua desde 1980 hasta 2016, con un enfoque particular en el llamado consumo inflexible, cuya reducción causaría importantes dificultades económicas y sociales. Dichos usos incluyen el riego de cultivos perennes, el enfriamiento de centrales térmicas, el almacenamiento de agua en reservorios y sofocar la sed del ganado y los seres humanos.
"Muchos estudios que evalúan la escasez de agua se han centrado principalmente en la proporción del suministro disponible que consumen los humanos, pero esto ignora el hecho de que algunos usos son más flexibles o productivos que otros", explica la autora principal, Yue Qin, investigadora postdoctoral de la UCI en Ciencias del Sistema de la Tierra--. Al observar cómo se usa realmente el agua, podemos comenzar a ver qué es realmente difícil hacer sin agua y si existen oportunidades de ahorro en otras áreas".
Los científicos construyeron un índice de estrés hídrico que toma en cuenta la escasez, la flexibilidad y la variabilidad (una comparación de la escorrentía anual a la capacidad de almacenamiento) de los suministros globales. Al evaluar las cuencas hidrográficas en seis continentes, encontraron numerosos puntos calientes, lugares donde una sequía o una ola de calor podrían poner una tensión en las reservas, así como numerosas posibilidades de conservar recursos a través de nuevas tecnologías y mejores prácticas de gestión.
Según el estudio, el 10 por ciento superior de las cuencas hidrográficas más estresadas abastece a cerca del 19 por ciento de la población mundial, el 19 por ciento de la generación de electricidad térmica y un tercio de la producción agrícola de regadío. Además, los investigadores descubrieron un aumento significativo en el estrés hídrico en las regiones más afectadas durante el período de estudio de 37 años.
Asia y, en menor grado, América del Norte se enfrentan a un dilema agravado debido a sus altos índices de estrés y gran exposición: población total humana y ganadera, capacidad de reservorio, generación de electricidad y producción de cultivos de regadío. Estas áreas son particularmente vulnerables a los choques causados por sequías u olas de calor.
"El nuevo índice nos dice dónde están los problemas de agua más importantes y por qué, así que las decisiones ahora no limitan nuestras opciones y nuestra capacidad de ser resilientes en el futuro", explica Thomas Torgersen, director de programas de la División de la Tierra de la Fundación Nacional de Ciencia. Ciencias, que financió la investigación.
Al examinar la productividad y la flexibilidad del uso del agua en cuencas específicas, los científicos también identificaron muchas oportunidades para conservar el agua y desarrollar resiliencia ante los riesgos previstos que plantea el cambio climático.
La cuenca del Nilo en África y las cuencas del Tigris-Éufrates y el lago Baljash en Asia tienen índices de estrés hídrico alto e intensidades de consumo elevadas para mantener embalses, cultivar alimentos o generar energía. Las posibles formas de ahorrar agua incluyen el cambio de las plantas de energía de enfriamiento por agua dulce a las denominadas tecnologías de enfriamiento en seco, que podrían reducir el uso de agua de enfriamiento en la cuenca del lago Baljash en un 95 por ciento.
Según algunas estimaciones, las tecnologías disponibles que podrían reducir potencialmente la evaporación de las represas en la cuenca del Nilo hasta en un 90 por ciento incluyen cubiertas flotantes fotovoltaicas, películas monomoleculares y sombras suspendidas.
Los investigadores comparan su estudio con el trabajo existente sobre dónde está integrado el carbono en la infraestructura energética mundial, lo que ha proporcionado información sobre dónde podría haber flexibilidad para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el futuro.
"Dado el limitado capital político y los recursos cuando se desarrollan nuevas tecnologías y políticas, ¿dónde enfoca esos esfuerzos para obtener el mayor beneficio posible? --se cuestiona la coautora Julie Zimmerman, profesora de ingeniería verde en la Escuela de Estudios Forestales y Ambientales de Yale--. No podemos resolver estos problemas de forma aislada. Este estudio refuerza los vínculos entre estos sistemas y por qué debemos ser holísticos en nuestros enfoques".