Investigadores del CSIC emplean bacterias para reducir el mercurio acumulado en los sedimentos marinos
MADRID, 23 (EUROPA PRESS)
Un consorcio europeo con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) está empleando bacterias capaces de degradar un compuesto tóxico del mercurio para reducir la contaminación por este metal acumulada en los sedimentos marinos.
Con un presupuesto de un millón de euros, el proyecto, denominado MER-CLUB, tiene por objetivo mejorar la calidad del medio marino, que sufre las consecuencias de la contaminación procedente de efluentes industriales y aguas residuales.
Los sedimentos desempeñan un papel clave en los ecosistemas marinos, ya que proporcionan nutrientes que sirven de alimento para especies acuáticas y recursos minerales que garantizan la riqueza y diversidad biológica. Hasta que se comenzó a aplicar la legislación estatal sobre vertidos (en los años 90), los sedimentos han acumulado grandes cantidades de metales, entre ellos el mercurio.
MER-CLUB consiste en el diseño de una tecnología para la biorremediación del mercurio en sedimentos marinos contaminados mediante el uso de bacterias. La biorremediación es el proceso biotecnológico en el que se utilizan microorganismos para restaurar un medio ambiente alterado por contaminantes.
Es decir, se emplean los recursos de la naturaleza y el conocimiento tecnológico para devolver a la propia naturaleza su estado previo, según asegura la investigadora Silvia G. Acinas, que trabaja en el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y que dirige los trabajos para conocer la diversidad de las bacterias detoxificadoras.
Según los investigadores, la contaminación por mercurio es un problema global con un gran impacto socioeconómico y ambiental. Desde el inicio de la era industrial, los niveles de mercurio en el ambiente han aumentado considerablemente, hasta alcanzar concentraciones que afectan a los organismos en los ecosistemas.
El proyecto MER-CLUB está alineado con los objetivos de la Convención de Minamata, un tratado internacional que busca reducir el mercurio en el medio ambiente, obligando a los países involucrados a disminuir las emisiones de mercurio, monitorizar la contaminación y el tratamiento de los lugares afectados.
"El mercurio es un contaminante que puede acabar en los sedimentos marinos y puede transferirse y bioacumularse a través de diferentes organismos en las redes tróficas, llegando hasta nosotros --precisa Andrea G. Bravo, investigadora en el Instituto de Ciencias del Mar--. Los efectos del mercurio sobre la salud humana son muy importantes. Por este motivo, reducir los niveles de mercurio en sedimentos a través de la biorremediación constituye la base para la restauración de los ambientes contaminados".
El proyecto, financiado a través del Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP), está formado por un consorcio internacional liderado por la investigadora Laura Alonso-Sáez desde AZTI, un centro tecnológico especializado en la cadena de valor del mar y la alimentación, y formado por el ICM-CSIC, con la coordinación de Acinas; la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); la Universidad Sueca de Ciencias de la Agricultura (SLU); la Universidad de Pau y de los Países del Adour (UPPA); la Asociación de Tecnologías Médicas, Bio y Ambientales innovadoras (GMBU); y la empresa AFESA Medio Ambiente.
En el marco de la iniciativa, que se prolongará hasta 2021, se realizará una prueba de concepto del nuevo sistema de biorremediación en una planta piloto.
Antes de llegar a esta prueba, se desarrollarán varias vías de investigación fundamental utilizando métodos innovadores, como técnicas avanzadas de cultivo de microorganismos a partir de sedimentos, aislamiento de células individuales de consorcios microbianos detoxificadores de mercurio, caracterización fisiológica de microorganismos degradadores de mercurio, inmovilización de células detoxificadoras y el análisis isotópico de mercurio, entre otros trabajos.