El clima puede jugar un papel más importante que la deforestación en la biodiversidad de los bosques tropicales
MADRID, 17 (EUROPA PRESS)
Un estudio sobre la biodiversidad de pequeños mamíferos en el Bosque Atlántico, ha revelado que el clima puede afectar la biodiversidad en las selvas tropicales incluso más que la deforestación, según publican los investigadores en la revista 'Biotropica'.
Antes de que los conservacionistas puedan siquiera empezar a restaurar los hábitats y abogar por leyes que protejan la tierra de los cazadores furtivos y los madereros, los científicos necesitan averiguar qué es lo que vive, qué es lo que muere, y qué patrones explican el porqué.
Abordar estas cuestiones, en otras palabras, averiguar qué es lo que impulsa la biodiversidad de una región, no es una tarea fácil.
Cuanto mejor se mida lo que hay en estas selvas tropicales, más probable es que se descubran patrones que informen los esfuerzos de conservación.
El nuevo estudio hizo un cálculo aproximado de los números en un conjunto de datos sobre pequeños mamíferos en Sudamérica y encontró algo sorprendente en el proceso: que el clima puede afectar la biodiversidad en los bosques tropicales aún más que la deforestación.
Noé de la Sancha, científica del Field Museum de Chicago, profesora de la Universidad del Estado de Chicago y autora principal del trabajo, subraya que cambiar la forma en que medimos la biodiversidad puede descubrir patrones como estos.
"Cuando pensamos en la biodiversidad, solemos pensar en el número de especies en un lugar determinado, lo que llamamos diversidad taxonómica --explica de la Sancha--. "Este documento pretende incorporar mejores medidas de la biodiversidad que incluyan la diversidad funcional y filogenética".
La diversidad funcional considera la biodiversidad basándose en los papeles que los organismos desempeñan en sus respectivos ecosistemas.
En vez de contar las especies de una zona, los científicos pueden usar categorías: 'Estos mamíferos comen principalmente insectos o semillas', 'viven en el suelo del bosque o en los árboles', y caracteres cuantitativos como el peso y el tamaño de las orejas, las patas y la cola, por ejemplo, para determinar y cuantificar cuántos papeles ecológicos puede sostener un hábitat.
Mientras tanto, la diversidad filogenética observa cuántas ramas del árbol genealógico de los animales están representadas en una zona determinada.
De acuerdo a esa medida, se considera que una parcela de tierra compuesta casi exclusivamente de roedores estrechamente relacionados es mucho menos diversa que otra que alberga una amplia gama genética de roedores, marsupiales y más, aunque las dos parcelas tengan la misma cantidad de especies.
Al aplicar estos enfoques a los datos de todas las especies conocidas de pequeños mamíferos y a todas las características de esas especies, los científicos pueden ver el bosque desde los árboles, y descubrir patrones que no tendrían usando una sola dimensión de diversidad.
Así es como De la Sancha y sus compañeros encontraron, basándose en medidas funcionales y filogenéticas, que mientras la deforestación causa extinciones locales, las variables relacionadas con el clima tenían un mayor efecto en los patrones de biodiversidad de los pequeños mamíferos a través de todo el sistema forestal.
En otras palabras, si se talaba una sección de la selva tropical, algunos de los animales que vivían allí podían desaparecer de esa zona, mientras que las mismas especies que vivían en parches intactos de la selva tropical podían sobrevivir.
Los investigadores descubrieron que, aunque una especie desaparezca de un área, diferentes especies que juegan un papel similar en el ecosistema tienden a reemplazarlas en otros parches de bosque y en otras partes del sistema forestal.
Mientras tanto, los cambios en el clima pueden tener grandes y amplios efectos en todo un sistema de bosques tropicales.
El estudio concluyó que el BIO9, una variable bioclimática que mide la temperatura promedio del cuarto más seco, o sea, el calor del bosque en la temporada de menos lluvias, afecta la biodiversidad de todo el sistema forestal.
Conocer estas variables climáticas que juegan un papel en la salud del bosque lluvioso puede ser preocupante. Este estudio y otros proporcionan una fuerte evidencia de los efectos del cambio climático en grandes ecosistemas, subrayando la urgencia de estudiar y proteger hábitats como el Bosque Atlántico, el sistema forestal de América del Sur en el centro del estudio.
"Todavía hay tanto que no sabemos sobre tantas de estas especies, lo que subraya la necesidad de más trabajo de campo --admite De la Sancha--. Una vez que tengamos más especímenes, podremos mejorar la forma en que cuantificamos la diversidad funcional y nuestra comprensión de por qué estos pequeños mamíferos evolucionaron de la manera en que lo hicieron".
"A partir de ahí, podemos hacer un mejor seguimiento de la biodiversidad en estas áreas, lo que nos llevará a mejorar los modelos y las estrategias de conservación en el futuro", añade.
Aún así, con sólo entre el 9 y el 16 por ciento del espacio de hábitat original del Bosque Atlántico que queda, este estudio da un resquicio de esperanza a una narrativa por lo demás sombría sobre los efectos de la actividad humana en los bosques tropicales.
"Creo que esto nos da un poco de esperanza. Mientras tengamos bosque, y necesitamos tenerlo todavía, podemos mantener la biodiversidad a gran escala --explica De la Sancha--. Mientras no lo eliminemos todo, hay buena evidencia que demuestra que podemos mantener la biodiversidad, al menos para los pequeños mamíferos, y los servicios ecosistémicos que estas criaturas proporcionan".