Salvador Cardús: "Aunque gane el no, la referencia para Cataluña seguirá siendo que Escocia ha podido votar"
Escocia ha mostrado a Europa que se puede decidir el destino de un territorio razonadamente
- Hay un 17% de Escoceses que decidirá frente a la urna
- Es impsible que el Gobierno español actual inicie una campaña como el Better Together
Actualizado : 06:39
Profesor de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, colaborador del diario ARA y uno de los miembros del Consell Assessor per a la Transició Nacional, el organismo de expertos que asesoran al Govern de la Generalitat en los pasos hacia un Estado propio. Salvador Cardús explora para Bolsamania cómo de importante es el referéndum de Escocia para el soberanismo Catalán y por qué Cataluña no es Escocia, ni España es Reino Unido.
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Pregunta: En todo el proceso soberanista catalán se ha buscado un espejo en el referéndum de Escocia, pero con la inminente victoria del “no”, ¿cree que se podrá seguir teniendo como referente?
Respuesta: Tanto si gana el sí como el no, Escocia ha sido una referencia fantástica porque ha permitido que en Europa se visualice que es posible que los ciudadanos decidan sobre el futuro de la relación entre dos territorios. Y, además, ha hecho patente como este tema se puede plantear de una manera razonada en un Estado mucho más sólido que España, como es Reino Unido. Así que indistintamente del resultado, el precedente seguirá siendo que ellos han podido votar y en Cataluña no nos dejan. Escocia ya ha hecho mucho por el proceso, aunque yo no tengo tan claro que gane el no...
P: ¿Decantarán la balanza a última hora los indecisos?
R: Hay una gran cantidad de voto no decidido. Cuando, como en este caso, existe un margen tan estrecho entre el sí y el no, muy a menudo se produce el fenómeno de la “decisión de última hora”, con lo que la balanza se puede inclinar hacia un lado u otro. Y vencerá quien consiga llevarse la mayor parte de ese 17% de escoceses que aún no sabe qué hará y lo decidirá frente a la urna.
P: Está claro, sin embargo, que Cataluña no es Escocia ni Quebec...
R: Lo fascinante del proceso catalán es que la mayoría de estos movimientos se han vinculado a las élites políticas, mientras en Cataluña la corriente soberanista nace del clamor popular y no ha estado liderada específicamente por nadie.
P: ¿Los políticos se subieron luego al carro?
R: El auge del movimiento coincide con la peor etapa de Esquerra Republicana (ERC), cuando el partido pagaba el precio de los años del tripartito. No se puede vincular al liderazgo de ninguna fuerza política, ni siquiera a ERC, ya que en el 2010 sufrió un descalabro electoral mayúsculo que hizo dimitir a la cúpula del partido en bloque; paralelamente era el momento en el que se hicieron todas las consultas populares en los municipios y se empezaron a celebrar las mayores protestas en las calles.
P: Muchos marcan la manifestación contra la resolución del Constitucional de julio de 2010 como el punto de inflexión de la demanda de autodeterminación...
R: Sin duda, el soberanismo toma fuerza con la sentencia del Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatut, es el momento en que los catalanes tienen una constatación formal y clara de que la propuesta de reforma del Estatut, que podía garantizar un modelo federal para Cataluña, no iría adelante.
P: ¿Sólo el fracaso del Estatut de Autonomía espoleó las ansias independentistas?
R: Además, desde España, algunas altas autoridades tomaron el fracaso del Estatut como el final de todas las aspiraciones nacionales.
P: ¿Cataluña se rebeló?
R: Palabras como las de Alfonso Guerra, que fue el presidente de la Comisión Constitucional del Congreso -encargada de negociar el texto-, señalando que se “había cepillado" el Estatut o la acitud de humilación y arrogancia que se replicó por parte de dirigentes autonómicos y municipales, tanto del PSOE y del PP, provocaron un cambio de perspectiva en la política catalana. Y muy rápidamente, entre 2006 y 2008, los políticos en Cataluña empezaron a pensar en dejar atrás la historia de España y buscar un nuevo horizonte hacia la soberanía propia.
P: ¿Descarta que España pueda empezar una campaña como el “Better Together” o la marcha de canadienses hacia Quebec antes de que votaran su referéndum de 1995?
R: Con el Gobierno actual es radicalmente imposible porque está atado de pies y manos por el relato sobre la situación catalana que ellos mismos se han construído. ¿Se imagina alguien del Ejecutivo con un discurso similar al de Reino Unido con Escocia? o ¿que algún líder popular se planteara en serio el pacto fiscal? Otros miembros del PP se les echarían al cuello. Son víctimas de su propio discurso en el que acusan a los catalanes de pedir privilegios movidos por afanes nacionalistas y eso les hace muy difícil actuar.
P: ¿El proceso es irreversible entonces?
R: Jamás se podrá volver al punto de partida. El peligro real viene de que se acabe dando una situación de cansancio, de no resolución, pero esto no interesa a nadie porque sólo lleva a una radicalización de las posiciones.
P: Con tantas expectativas creadas, ¿cómo reaccionará la sociedad catalana cuando el Estado corte las alas a la votación soberanista?
R: Votaremos de una manera u otra. Si no es el 9-N será a través de unas próximas elecciones que convocará la Generalitat, pero se encontrará la manera para que se pueda expresar la voluntad de cambio en las urnas.
P: ¿Y si se vota en Cataluña y gana el sí?
R: En primer lugar todo el mundo debería entender que si se vota el 9N y gana el sí, al día siguiente todo sigue igual, ya que hablamos de una consulta no vinculante, así que el 10 de noviembre iremos a trabajar y continuaremos pagando nuestros impuestos al Estado español. No pasa absolutamente nada, simplemente sabríamos si una mayoría de los ciudadanos quiere la independencia.
A partir de ese momento, se necesita un compromiso político por parte de quienes están gobernando para iniciar un proceso de diálogo y negociación con el Gobierno central, pero también con organizaciones internacionales para poner en marcha y desarrollar la voluntad de los catalanes. Se abrirá entonces un proceso de un año o año y medio que implicará votar en un referéndum vinculante y celebrar unas nuevas elecciones. Estamos hablando de un proceso político de una complejidad enorme que tendría un largo recorrido.
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