La nota política | Revolución democrática en el PP
El PP no se suma a los sistemas de ‘primarias’ que ya funcionan en otros partidos pero sí establece una fórmula válida de participación de las bases en la selección de candidatos
El Partido Popular, víctima del anquilosamiento crónico que siempre afecta a las formaciones que gobiernan con mayoría absoluta, ha tardado en percatarse del sentido y del alcance de las reclamaciones políticas y sociales dominantes en esta legislatura de salida de la crisis, pero felizmente parece haberse percatado a última hora de la dirección de los vientos dominantes.
El relato de la mejoría económica, que pone a este país en condiciones de recuperar a largo plazo el tiempo perdido, ilustra pero no impresiona a una opinión pública que todavía está muy irritada por lo que acaba de suceder: las sociedades de la periferia europea, entre ellas la española, han tenido que sufragar una crisis que ellas no habían provocado, lo que ha supuesto el sufrimiento inaudito de mucha gente, una precarización de las clases medias, un desempleo insoportable, un debilitamiento de los derechos y de los servicios sociales, etc. Todo ello en un marco de generalizada corrupción política, en la que se han enriquecido hasta la náusea bastantes actores políticos, ante la indolencia de todos los demás.
La demanda social es de cambio en el comportamiento de la clase política y, consiguientemente, de los partidos. Los ‘viejos partidos’ deben someterse a las exigencias de transparencia, servicialidad y democracia interna con que, teóricamente al menos, nacen los ‘nuevos partidos’ (otra cosa es que éstos también comiencen a traicionar a la ciudadanía que los ha ensalzado). El PSOE ha procedido a su renovación interior mediante una apelación directa a la militancia y a los simpatizantes, y propone introducir los mecanismos de apertura de las organizaciones en la ley de Partidos. El PP, por su parte, seguía sin reaccionar, criticando las primarias de las demás formaciones y encastillándose en su modelo profundamente oligarquizado en que la militancia apenas toma decisiones en los congresos que se celebran ¡cada cuatro años!
La demanda social es de cambio en el comportamiento de la clase política
Todo ha sido así hasta la conferencia política del PP que comenzó ayer y concluye hoy. Esta reunión, que no tenía en principio más objetivos que la entrada en sociedad de los nuevos vicesecretarios generales y la plasmación de un ‘cambio de estilo’ visual más moderno y atractivo, ha terminado proporcionando una serie de pautas que archivan todo el sistema de organización interna del viejo PP y abren nuevas perspectivas en la dirección adecuada.
En efecto, la secretaria general, Cospedal, en su discurso inaugural del viernes, avanzó que el PP está dispuesto a que los militantes puedan elegir en congresos a los presidentes provinciales, regionales y al presidente nacional, que a su vez será el candidato en las elecciones generales. Asimismo, el partido ha acordado limitar los mandatos y endurecer las incompatibilidades entre los cargos institucionales y orgánicos.
También el PP está dispuesto a que los candidatos a las instituciones se comprometan "por escrito" a que los cargos imputados, a los que el juez procese y abra juicio oral, se vean obligados a abandonar el partido. Será obligatoria la declaración de bienes de todos los candidatos y se aplicará el criterio de ‘una persona, un cargo’, sin posibilidad de acumulación.
El PP no se suma a los sistemas de ‘primarias’ que ya funcionan en otros partidos pero sí establece una fórmula válida de participación de las bases en la selección y promoción de candidatos. Faltan todavía otras medidas inaplazables, como la celebración de congresos mucho más frecuentes, con conferencias políticas decisorias intermedias, pero es justo reconocer que el primer partido del país en este momento ha dado pasos de gigante en la dirección adecuada.
Ya nada se opondría a que las grandes formaciones pactasen una ley de Partidos que recogiera y generalizara el funcionamiento democrático de los partidos que la Constitución impone y que los ciudadanos reclaman con saludable inflexibilidad.
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