La nota política | Tendencia hacia las generales y las otras dos alternativas a Rajoy dentro del PP
Los expertos sociólogos atribuyen el descenso de las formaciones ‘nuevas’ a las políticas de alianzas
- La incertidumbre aumenta sobre los posibles escenarios para futuras alianzas
Actualizado : 19:39
La última encuesta del CIS ha constatado cierta tendencia al alza de los partidos ‘viejos’ que se corresponde casi milimétricamente con una tendencia a la baja de los “nuevos”. Y así, si el PP subía un 2,6% en julio con relación a abril hasta el 28,2%, el otro partido convencionalmente ubicado en el centro-derecha, Ciudadanos, bajaba un 2,7%. Al mismo tempo que mientras el PSOE subía el 0,6% hasta el 24,9%, Podemos retrocedía el 0,8% hasta el 15,7%.
Los elementos que pueden influir en los escasos meses que faltan hasta las generales son varios: por una parte, la situación socioeconómica favorable beneficia al gobierno, es decir, al PP, que ha marcado la política económica que nos ha traído hasta aquí; por otra parte, el funcionamiento de las coaliciones autonómicas y municipales, en las que ya actúan las formaciones emergentes, deberá influir sobre la cotización de éstas, y de momento lo está haciendo a la baja.
"Contando con que no haya cambios súbitos de tendencia de aquí a las elecciones generales, todo indica que el poder se dirimirá entre las dos alianzas: PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos"
De hecho, los expertos sociólogos atribuyen el descenso de las formaciones ‘nuevas’ a las políticas de alianzas. Y, en el caso de Podemos, a las vacilaciones ideológicas, siempre en pos de la victoria antes que del imperio de determinadas convicciones radicales que se exhibieron al principio y que pronto se han ocultado cuidadosamente.
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LA TENDENCIA QUEDA ASÍ...
Así las cosas, y contando con que no haya cambios súbitos de tendencia de aquí a las elecciones generales, todo indica que el poder se dirimirá entre las dos alianzas: PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos (ya se sabe que las formaciones nuevas se niegan a aceptar esta hipótesis que las convierte en subsidiarias, pero la realidad es la que es). Sin que se pueda descartar a priori una ‘gran coalición’ PP-PSOE si la situación catalana se agravase, algo que se debería descartar si el nacionalismo no hubiera acreditado su insolvencia y su arrojo imprudente y destructivo.
Este planteamiento requiere algún matiz: si la diferencia entre PP y PSOE crece y la formación conservadora alcanza determinado umbral, que los propios populares han fijado en unos 140 escaños, esta opción terminaría imponiéndose por lógica democrática fuera cual fuese la actitud de las minoría emergentes, e incluso podría plantearse un gobierno en solitario con un pacto de legislatura con Ciudadanos. Lo que sucede es que esos escaños requerirían un apoyo del orden del 35% de los votos, poco imaginable en estos momentos con las encuestas en la mano; los sondeos internos del PP no le dan más de 133-135 escaños. En 1996, Aznar ganó las elecciones con el 38,79% de los votos y 156 escaños, seguido por el PSOE que logró el 37,63% y 141 escaños, y no hubo duda a la hora de atribuir a Aznar la formación de gobierno, que requirió un pacto de legislatura con CiU. Con menos escaños, la cuestión se complica y habría que ir a una coalición en toda regla.
Otro aspecto de la formación del futuro gobierno es su liderazgo. Se ha publicado –y Albert Rivera lo ha desmentido con rotundidad- que Ciudadanos podría imponer como condición para una coalición con el PP que no fuese Mariano Rajoy el candidato. De hecho, en La Rioja, Ciudadanos impuso la retirada de Pedro Sanz, por lo que el nuevo presidente de la comunidad es el popular José Ignacio Ceniceros. Es una posibilidad, que facilitaría a la dirección de Ciudadanos explicar la alianza de centro derecha a sus correligionarios pero que crearía seguramente un conflicto en el seno del PP. De momento, en los mentideros políticos se barajan dos nombres alternativos al de Rajoy: Soraya Sáenz de Santamaría y el ministro de Asuntos Exteriores, Manuel García Margallo, el ministro más sólido del Gabinete. La fórmula no suena mal del todo.
Antonio Papell
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