La nota política | Aguirre desborda al PP: ¿de Madrid a La Moncloa?
Esperanza Aguirre fue designada por Rajoy candidata del PP al Ayuntamiento de Madrid muy a última hora, después de un período de incertidumbre que fue interpretado como síntoma del recelo que el presidente del partido siente hacia la lideresa, que nunca ha ocultado sus posiciones radicales, ni su oposición a las políticas fiscales de Montoro, ni su ambición política que no conoce límites y que desde luego alcanza a lo más alto. Finalmente, la evidencia demoscópica de que sólo Aguirre podía aspirar a mantener la alcaldía capitalina en manos del PP obligó a Rajoy a ubicarla al frente de la candidatura, sin que por ello haya mejorado la relación entre ambos.
Desde su designación, Aguirre ha emprendido una actividad desbordante
Desde su designación, Aguirre ha emprendido una actividad desbordante que convierte su campaña electoral en un verdadero frenesí, siempre en contacto directo con los electores ya que éste es el terreno que mejor conoce quien ya fue durante nueve años –desde noviembre de 2003 a septiembre de 2011- presidenta de la Comunidad madrileña. Su labor en este cometido, que arrancó con el pecado original del ‘tamayazo’ –un gravísimo episodio de corrupción que todavía no ha sido aclarado pero que podría considerarse la primera piedra del monstruo engendrado por la comunidad madrileña con Granados y López Viejo a la cabeza-, ha sido reseñable, pese a las objeciones ideológicas que se puedan plantear.
Aguirre se cargará de autoridad interna y acentuará su papel de referente del ala liberal del partido
El resultado de tanto esfuerzo parece ser positivo, ya que las encuestas van consolidando el primer lugar para el PP en el ranking madrileño, aunque lejos de la mayoría absoluta, que no conseguirá. En estas circunstancias, el signo de la alcaldía dependerá de la voluntad hoy por hoy impredecible de los partidos emergentes (por su significación, no le será fácil a Aguirre conseguir apoyos, pero no hay que adelantar acontecimientos). De cualquier modo, es previsible que Aguirre, que logrará un respaldo superior al 30-35% del electorado, sobrepasará con creces la media del PP, por lo que se cargará de autoridad interna y acentuará su papel de referente del ala liberal del partido.
En otras palabras, Aguirre reforzará su ascendiente nacional, un tanto periférico, frente a un Rajoy que se devaluará tras el 24 de mayo, que le reportará la pérdida de la mayor parte de las mayorías absolutas. En estas circunstancias, no es imposible que Aguirre reivindique para sí el liderazgo del partido, designio que ha deseado desde siempre aunque le hayan faltado los apoyos precisos para intentarlo. Ni siquiera la edad –tiene 63 años- le impediría dar ese paso, ya que, como es bien conocido, Hillary Clinton, con 68, está presentando su candidatura nada menos a la presidencia de los Estados Unidos. El argumento es sólido para aspirar a todo.
Lee además:
Elecciones municipales en Madrid: el PP se recupera y Podemos le lleva carrerilla al PSOE