Análisis | Probable: la investidura dependerá de los nacionalistas

La negativa del PSOE a apoyar por acción u omisión la investidura de Rajoy parece cada vez más consistente e inamovible

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Bolsamania | 08 ago, 2016

Actualizado : 13:04

El tiempo pasa, demoledor, y es evidente que Rajoy está empeñado conscientemente en una carrera de fondo. No es posible saber cuán largo tiempo habrá que aguardar pero sí se puede ya aventurar que no podrá cerrarse el descomunal sudoku hasta pasadas las elecciones vascas del 25 de septiembre, fecha aprovechada por Feijóo para ubicar también las gallegas (le conviene al PP que estas elecciones tengan lugar antes de que arranque a primeros de octubre el primer juicio del ‘caso Gürtel’, en que se pasará revista al papel desempeñado por Francisco Correa y Álvaro Pérez en tiempos de Aznar).

En efecto, la negativa del PSOE a apoyar por acción u omisión la investidura de Rajoy parece cada vez más consistente e inamovible. Las bases del partido están en esta posición, y Pedro Sánchez sabe que en un partido abierto, y con la capacidad de someter a consulta de los militantes las decisiones, tiene toda la capacidad de imponer este criterio a los barones que le aconsejan que deje gobernar a su adversario político para que socialismo pase a regenerarse en la oposición. Las dos opciones son controvertidas (aunque las encuestas publicadas confirman la lógica enemistad entre las bases socialistas y el líder del PP), pero probablemente no anden muy desencaminados quienes piensan que entregar gentilmente el gobierno del Estado a Rajoy, con Podemos agazapado esperando apoderarse del rol opositor, sería un suicidio para los socialistas.

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Rajoy no tiene más remedio que buscar otras apoyaturas, que no pueden hallarse más que en el terreno nacionalista

Sea como sea, el PP parece haber interiorizado que esta negativa es firme, y que la abstención del PSOE tampoco depende de que Ciudadanos suba el siguiente escalón y decida apoyar al PP a cambio de onerosas contrapartidas. Por ello, Rajoy no tiene más remedio que buscar otras apoyaturas, que no pueden hallarse más que en el terreno nacionalista. Sin dejar de trabajar al mismo tiempo en la consecución del apoyo de Ciudadanos, que no tiene ni mucho menos conseguido del todo.

El PNV gobierna actualmente con el PSE, no sólo en Euskadi sino en gobiernos provinciales y municipales, a satisfacción de casi todos (las políticas sociales de Euskadi merecen un general aplauso, incluso de Podemos). Pero aunque es prácticamente seguro que el PNV quedará en primer lugar en las autonómicas (Podemos venció en las generales del 26J), es posible que PNV y PSE no sumen mayoría suficiente de gobierno, en cuyo caso el PNV podría apoyarse también en el PP para completar la mayoría… El PP aceptaría en todo caso con tal de que no gobernasen Podemos-Bildu… y solicitaría a cambio los votos para la investidura de Rajoy, que se concederían. Auque la presión no podría ser mucha porque el PNV siempre podría ensayar la vía navarra: Geroa Bai (organización formada por el PNV y otras formaciones afines) se apoya en Podemos.

Supuesto el apoyo de C’s, más el del PNV, y contando con el escaño de Coalición Canaria, Rajoy dispondría de 175 votos

Supuesto el apoyo de C’s, más el del PNV, y contando con el escaño de Coalición Canaria, Rajoy dispondría de 175 votos, la mitad exacta de la cámara… Y si obtiene unos buenos resultados en Galicia, como le auguran las encuestas, dispondría de un plus adicional de legitimidad moral. Le faltaría algún apoyo más… y no es posible descartar que la antigua CDC, el actual Partido Democrático de Cataluña, esa organización innominada que no tiene más remedio que abominar de sus orígenes pujolistas, decidiera, total o parcialmente, recuperar el aliento del viejo catalanismo y sumarse de algún modo a la gobernabilidad del Estado.

La decadencia del partido que representó más genuinamente al catalanismo político, que tan sólo alcanza hoy ocho diputados cuando en 2011 llegó a 16, es patética, y se ha hecho evidente con la pérdida del grupo parlamentario en ambas cámaras legislativas. No puede descartarse que ese partido en ciernes, que a finales de septiembre tendrá que soportar de nuevo el chantaje irracional de la CUP en el parlamento de Cataluña, haga saltar por los aires la ficción catalana del independentismo unilateral y regrese a la racionalidad y a la cordura. La ocasión de ello se le brindaría al poder facilitar la gobernabilidad del Estado una vez más.

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