¿Cómo usar los ahorros una vez jubilado? Los cuatro factores que hay que tener en cuenta
Además del patrimonio y nivel de ingresos, son importantes las circunstancias personales y familiares
Actualizado : 17:30
¿Cómo afrontar financieramente la etapa de la jubilación? Lo cierto es que no hay una fórmula mágica para planificar el rescate del ahorro acumulado, ya que todo depende de factores como el patrimonio disponible, el nivel de ingresos o las circunstancias personales y familiares. Sin embargo, hay una serie de factores, tanto objetivos como subjetivos o psicológicos que influyen de manera positiva.
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Dejarse llevar por la bonificación del plan de pensiones resta 3 puntos a la rentabilidadUna vez llegado a la jubilación, los ingresos suelen reducirse como consecuencia de haber dejado de trabajar, siendo inferior la pensión pública que se recibe al salario que se obtenía previamente durante la vida laboral. A esto se añade que habitualmente se dispone únicamente de dos fuentes de ingresos: la pensión pública y el ahorro que se haya generado hasta entonces, ya sea a través de productos financieros, como los fondos, planes de pensiones o cuentas corrientes, o no financieros, como los inmuebles.
"Hay tantas formas como tipos de persona y situaciones en las que se encuentran", responden los expertos del Instituto BBVA de pensiones sobre cómo utilizar los ahorros una vez jubilado. No obstante, señalan cuatro hechos que se han de tener en cuenta. Uno es la existencia o no de hijos u otros descendientes a los que se quiera dejar en herencia un patrimonio en el futuro o a los que se desee ayudar económicamente, como por ejemplo sufragando estudios, ayudando con proyectos profesionales o a su emancipación. Otro es la edad de los hijos y su situación de emancipación o dependencia económica, así como si hay otros familiares a cargo a los que cuidar o por lo que se pague a terceros por su cuidado.
A estos dos factores se suma un tercero, el estado de salud con el que se llega a la jubilación y cómo va evolucionando durante la misma. Una salud robusta anima el espíritu, la actividad, el consumo, con lo que se tiene un mayor gasto, pero también un estado de salud delicado puede requerir cuidados de dependencia y sanitarios, residencias, y otros gastos extra por encima del nivel de protección que el Estado provee, explican.
Por último, destacan el grado de aversión personal al riesgo de cada individuo, ya de por si bajo por disponer de un horizonte de tiempo de vida estimado más corto que durante la etapa activa. Aquí se debe poner en la balanza cómo de importante es la tranquilidad económica y la ausencia de sobresaltos sobre nuestros ahorros, que, aunque es mayor cuanto más mayores nos hacemos, es diferente entre personas de igual edad, y cuánto pesa optimizar las inversiones de acuerdo a mi horizonte temporal de vida estimado. Esa aversión personal al riesgo, además de por la edad, vendrá determinada por otros factores, como las experiencias pasadas vividas tanto a nivel financiero como de otra índole, nuestro carácter, nuestra educación, los principios y creencias inculcadas, la influencia tanto a nivel familiar como de nuestro entorno, incluso por nuestra propia herencia genética.
GASTO EN FORMA DE 'U'
El gasto durante la jubilación suele representarse en muchos países en forma de 'U', aunque en España, esa 'U' está parcialmente aplanada en su parte final debido a la intervención del Estado. ¿Por qué se asocia a esta letra? La explicación está en que durante la primera etapa de jubilación, el gasto cae respecto a la etapa activa, no solo por los menores ingresos, sino por una bajada o desaparición de muchos de los gastos esenciales y de los gastos discrecionales. Además, algunos servicios son pagados o subvencionados parcialmente por el Estado. Pero sube a partir de una edad, en torno a los 80 años, por un mayor gasto en dependencia y salud.
Aquí, los expertos consideran adecuado planificar bien el nivel de gasto que se tendrá cuando ya no nos podamos valer por nosotros o la salud empiece a deteriorarse progresiva y significativamente, aunque finalmente no lleguemos a esa situación. Por ello, creen conveniente responderse a preguntas como qué tipo de residencia querré y cuánto cuesta, si quiero y puedo pagar más por una mejor calidad de atención, si necesitaré un cuidador y cuanto me costará, si será suficiente con la pensión para pagar ese gasto o necesitaré recurrir a ahorros.