¿Por qué invertir en líderes climáticos es una opción menos arriesgada?

Los expertos de Schroders nos explican las claves

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Bolsamania | 21 ago, 2022

Las oportunidades de inversión en la lucha contra el cambio climático van en aumento en los últimos años. No obstante, cuando se trata de inversión y cambio climático se tiende a pensar, únicamente, en las oportunidades que ofrecen las empresas que hacen posible la transición a un futuro de bajas emisiones. Sin embargo, hay una nueva temática de inversión en auge: el líder climático. ¿En qué consiste?

El concepto de líder climático hace referencia a aquellas empresas que, independiente del sector en el que desarrollen sus actividades, tienen como objetivo liderar la reducción de gases de efecto invernadero.

Los especialistas en cambio climático de Schroders consideran que las entidades que lideran la descarbonización deberían ser una buena inversión por tres razones.

La primera de ellas, es que tendrían que disfrutar de una ventaja de costes. "Esto se debe a que cada vez sale más caro contaminar, ya que los créditos de carbono y su fiscalidad van al alza. El coste de compensar la contaminación también crece", indican.

En segundo lugar, los líderes climáticos pueden beneficiarse cada vez más del “efecto red”. "Las empresas que quieran reducir sus emisiones totales intentarán de buscar proveedores que hagan lo mismo, creando así un círculo virtuoso en el que ser un líder climático ayudará a una empresa a conseguir nuevos contratos".

Y en tercer lugar, "los líderes climáticos deberían considerarse inversiones de menor riesgo conforme la acción política y social aumenta".

En este sentido, los cambios normativos en asuntos climáticos y medioambientales se están intensificando. La prohibición de los plásticos de un solo uso en la Unión Europea, prohibición de los vehículos nuevos con motor de combustión interna, demandas en algunos estados de EEUU a las compañías petroleras por el cambio climático... son tan solo algunos ejemplos de los riesgos a los que se enfrentan aquellas compañías que siguen contaminando y generando emisiones nocivas.

"El riesgo que plantean los activos varados ya es especialmente preocupante para las compañías vinculadas a los combustibles fósiles, pero irá afectando a cada vez más activos que tengan vida útil prolongada que no encajen en una economía con cero emisiones netas. Los activos varados son aquellos que resultan valer menos de lo previsto debido a cambios vinculados con la transición energética", analizan desde Schroders.

El sector inmobiliario también afronta sus particulares riesgos. "La necesidad de invertir para cumplir una legislación más estricta en materia energética y de emisiones acortará la vida útil de los inmuebles con calidades más bajas".

"La industria naviera y aérea también cuentan con activos con vidas útiles muy largas, y es probable que las actuales y futuras normativas de descarbonización del sector exijan un nuevo ciclo de inversión y la retirada anticipada de los activos de altas emisiones", señalan.

Los litigios relacionados con el cambio climático suponen un riesgo cada vez mayor para las empresas, que además ven afectadas su reputación y sus finanzas cuando tienen que hacer frente a algún caso relacionado con la contaminación.

"Las más vulnerables a ellos serán las que más contribuyan al cambio climático, o aquellas que no estén siendo capaces de gestionar los riesgos que plantea este fenómeno para su actividad, o las que se presenten como ecológicas ante los consumidores, pero no lo demuestren con hechos (greenwashing)".

LA BRECHA ENTRE LA AMBICIÓN CORPORATIVA Y LAS CERO EMISIONES NETAS

Las empresas están cada vez más comprometidas con la elaboración de sus propias estrategias de descarbonización, pero no hay ningún sector en el que la mayoría de sus entidades hayan adoptado objetivos de cero emisiones netas.

"Las cero emisiones netas suponen reducir las emisiones de gases lo máximo posible. Para que el calentamiento global se mantenga por debajo de los 1,5°C, que es el compromiso del Acuerdo de París, habría que reducir las emisiones un 45% para 2030 y lograr las cero emisiones netas para 2050", apuntan desde Schroders.

La regulación en materia climática irá en aumento a medida que la necesidad de dar respuesta al cambio climático se haga más urgente. "Las empresas que no reajusten sus actividades y no tomen medidas para lograr la neutralidad climática corren el riesgo de quedarse atrás y contar con productos y tecnologías obsoletas".

"En cambio, aquellos que ya hayan tomado medidas para descarbonizar su negocio estarán en una situación mucho más favorable conforme la velocidad de la regulación aumente y el coste de cumplirla suba. Creemos que separar los líderes climáticos de los rezagados ofrece un elevado potencial de rentabilidad", afirman los expertos de Schroders.

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