OPINIÓN | Fainé y Goiri, cara y cruz de la banca

CaixaBank rompe sus ataduras mientras que Bankia tiene que inclinarse

Por

Bolsamania | 25 sep, 2018

De todos es sabido que en España las relaciones del mundo empresarial con la política son vitales para la rentabilidad, e incluso la mera supervivencia, de las compañías. Llevarse bien con el Gobierno de turno es una de las tareas más importantes de los gestores. Algo que explica las puertas giratorias, las múltiples actividades de lobby y, sobre todo, la incapacidad de nuestra clase empresarial para lanzar la más mínima crítica hacia los gobernantes.

Este escenario -el famoso "capitalismo de amiguetes"- nos ha dejado en los últimos días dos caras bien distintas de la moneda: Isidre Fainé, el hombre que dio un paso atrás para manejar desde la sombra los hilos del universo Caixa; y José Ignacio Goirigolzarri, el elegido por Guindos para destronar a Rato, salvar a banca a costa de contribuyente y convertirla en una entidad normal y rentable.

El primero ha roto sus ataduras y ha querido demostrarlo con el final de la inversión histórica que la caja catalana mantenía en Repsol desde hace 25 años. Además, con unas prisas inexplicables que le han costado una pérdida de 450 millones (con la petrolera en máximos históricos) de las que Jordi Gual y Gonzalo Gortázar (no él) tendrán que dar cuenta a los accionistas de CaixaBank, que contemplan estupefactos la extraña jugada. ¿Por qué no esperar? ¿Dónde está el fuego?

BOFETADA EN BARCELONA, BOFETADA EN MADRID

El hombre que, junto a Emilio Botín, logró que la legislación nunca apretara más de lo estrictamente necesario a la banca, tuvo su gran desencuentro el año pasado con la política. Después de mantener una milimetrada equidistancia ante el 'procés', el referéndum ilegal de hace un año, el pánico que provocó entre la población y la retirada masiva de depósitos le obligaron a trasladar la sede social a Valencia, con la consiguiente estigmatización como "traidor" por parte de los independentistas.

Antes de eso, el Gobierno de Rajoy le había negado la extensión del plazo de las concesiones de Abertis, precisamente por su tibieza ante la rebelión en Cataluña. A lo que él respondió negociando la venta de la compañía a la italiana Atlantia, algo que tuvo que impedir el apagafuegos de Florentino Pérez.

Tras el 'double whammy', Fainé ha decidido tirar por la calle de enmedio y gestionar los negocios de Caixa sin dar cuentas a nadie. Ni siquiera en su otrora subordinado Antoni Brufau. Y ha querido escenificar la ruptura con un movimiento que no se puede decir que cree valor para el accionista, precisamente. Sus allegados aseguran que "Isidro está feliz, no da cuentas a nadie y, además, se ha quitado de encima el 'marrón' de Naturgy, donde se ha librado de ser él quien meta la tijera". Una tijera cuyos primeros efectos adelantaba ayer Bolsamanía.

'GOIRI' SE DESDICE AUNQUE HAYA QUE ETERNIZARSE

Si Fainé es la cara de la moneda, la cruz es 'Goiri'. Él cumple una misión encargada por el Estado, así que no le queda más remedio que llevarse bien con el inquilino de Moncloa. Aunque eso le obligue a desdecirse y, donde ayer decía digo, hoy diga Diego. El banquero vasco siempre ha defendido que había que privatizar cuanto antes Bankia para que por fin se la viera como un banco equiparable a los demás y a él se le juzgara en igualdad de condiciones y sin el sambenito del rescate. Aparte de las presiones de la Comisión Europea por la distorsión de la competencia que supone mantener un jugador con capital público.

"Con Guindos tenía la alfombra roja, pero Nadia Calviño es otra cosa y a Goiri le interesa mucho llevarse bien con ella", según fuentes conocedoras de la situación. La ministra dijo públicamente que "no es el momento de plantearse vender Bankia" por el bajo precio de la acción y añadió que "hay que explorar otras opciones", lo que puso los pelos como escarpias a Goirigolzarri.

Con Podemos -decisivo para la continuidad de Pedro Sánchez- apretando para que Bankia siga siendo pública y se convierta en una especie de banco social, su presidente se apresuró a desdecirse. Después de advertir que la privatización no se puede eternizar, la semana pasada soltó que "no parece el mejor momento para vender", no vaya a pasar algo peor que un mero aplazamiento. Y aquí paz y después gloria.

Últimas noticias