Los cavas valencianos y extremeños mantienen el tirón del boicot a Cataluña
Las ventas se han disparado hasta un 90%, pero siguen representando menos del 4% del total de producción
La campaña navideña de 2018 volverá a dar alegrías a las regiones valencianas, extremeñas y aragonesas que forman parte de la DO Cava española. Aunque cerca del 97% de la producción del espumoso sigue saliendo de las bodegas ubicadas en la región barcelonesa del Penedés, Requena, Almendralejo, Ainzón, Cariñena y Calatayud están a punto de volver a agotar existencias un año después de que vieran incrementar su demanda por el conflicto independentista y el referéndum del 1 de octubre de 2017.
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El cava catalán pasa a manos de EEUU y Alemania por 600 millones"El año pasado los consumidores tomaron especial conciencia por el 1-O", cuenta a Bolsamanía un distribuidor extremeño que confirma que el incremento de las ventas se mantendrá en 2018. "Hemos visto cómo persiste la tendencia porque se ha empezado a conocer nuestro espumoso y el público repite por su calidad", agrega.
En cambio, Jacinto Guerra, presidente de la Asociación de Empresas Vinícolas de Extremadura (ASEVEX), insiste en desligar el momento dulce que vive el espumoso en la comunidad autónoma de cuestiones políticas. "Simplemente es la consecuencia de la mejora que ha experimentado en los últimos años la comercialización de un producto con una excelente relación calidad/precio que es cada vez más valorado por los consumidores", subraya. "A lo que hay que añadir que una gran parte de nuestra producción se destina a la exportación, cuyos mercados seguro que tienen poco conocimiento de Cataluña o del auge de Vox", comenta.
ASEVEX insiste en desligar el momento dulce que vive el cava extremeño de cuestiones políticas
Este logro cobra más importancia en un ejercicio de estancamiento del sector. Según previsiones del Consejo Regulador del Cava, las cifras de 2018 igualarán a las del ejercicio pasado, por lo que esperan llegar a los 250.000 millones de botellas. Fuentes de este organismo destacan que el sector ha entrado en un año de "consolidación", después de la expansión "espectacular" que vivieron hasta septiembre de 2017. Entonces, el proceso independentista frenó las ventas a puertas de la campaña navideña, cuando se genera entre el 30% y el 40% de la facturación anual. Un contratiempo que no esperan sufrir este año y prevén que el procés no les "afecte mucho", ya que tanto Freixenet como Codorníu se han manifestado en contra.
EL CAVA CATALÁN LO ES CADA VEZ MENOS
Sin embargo, el rechazo a los productos catalanes, en especial al espumoso de Sant Sadurní d'Anoia y alrededores es una realidad que reconocen hasta los elaboradores locales. Con todo, minimizan la repercusión de aquellos que consideran "fanáticos españolistas" y descartan que la expansión de los cavas del resto de España les coma terreno, ya que apenas el 4% de todo el cava que se embotella se elabora en provincias de fuera de Barcelona o Tarragona.
La internacionalización es otra de las realidades de las bodegas y no sólo en marcas como Freixenet, que destina el 80% de su producción de 100 millones de botellas al mercado exterior. El año pasado, las ventas internacionales crecieron en 3,2 millones de botellas, consiguiendo la cifra récord de 162,2 millones.
Además, este 2018 ha sido el año del gran cambio de modelo en las cavistas catalanas. Las históricas familias al frente de las dos grandes bodegas que copan el 75% de toda la facturación de la DO han sido relevadas por accionistas alemanes y estadounidenses este 2018. Los Ferrer, Bonet y Hevia cedieron casi el 51% de Freixenet pasado a Henkell, filial vinícola del grupo Dr. Oetker; los Raventós, Pagés y los Ferrer Urrutia vendieron cerca del 60% de Codorníu al fondo estadounidense Carlyle.
Desde el Consejo Regulador del Cava hacen una lectura positiva de estos movimientos porque "el interés de estas grandes empresas confirma que hay una confianza más allá de nuestras fronteras en la DO Cava y pone de relieve su fortaleza". Recuerdan también casos anteriores como Juvé & Camps, que en noviembre de 2017, traspasó la compañía a un grupo inversor holandés por 80 millones de euros. No esconden, desde la DO, que este caso o el de Codorníu les inquieta porque "con los fondos no se sabe", pero sacan pecho de un sector que, pese a su estancamiento en ventas este año, es "solvente".