El viaje en avión de Niño Becerra y esas historias que muy pocos cuentan

El economista reflexiona acerca de los derechos de los viajeros en su último artículo

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Bolsamania | 10 sep, 2015

Actualizado : 13:35

A la hora de planear un viaje en avión la mayor parte de las personas se centra principalmente en una cosa: el precio del billete. Se busca la mejor propuesta, se valoran opciones y se prepara la maleta más o menos satisfecho con la oferta obtenida.

Pero además de los imprevistos propios del viaje que puedan surgir – cancelaciones, retrasos, pérdidas de maletas... -, hay un aspecto muy importante que condiciona todo el trayecto en el que pocas veces se piensa: el compañero.

“Se pueden imaginar el viaje que tuve: ladeado ya que el volumen de mi vecino se adentraba en mi espacio", señala Becerra

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Son muchas las historias que protagonizan las comedias románticas en las que 'chico conoce chica en el avión y son felices para siempre', pero la realidad, en la mayor parte de los casos es bien distinta. Y eso es precisamente lo que le ha sucedido Niño Becerra en su último viaje en avión.

El economista tuvo que compartir más que asiento espacio vital con un compañero de viaje "gigante a lo alto y a lo ancho", algo que le ha llevado a reflexionar en un artículo en La Carta de la Bolsa, sobre los derechos de los viajeros.

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UN COMPAÑERO 'ABSOLUTAMENTE DESCOMUNAL'

“Esa persona tiene derecho a viajar, pero yo, en este caso, tenía derecho a disponer de todo mi asiento porque había pagado por él”, argumenta

Pero, ¿qué sucede cuando los viajeros tienen que compartir asiento con un compañero “absolutamente descomunal”? “Se pueden imaginar el viaje que tuve: ladeado ya que el volumen de mi vecino se adentraba en mi espacio, sin poder poner mi brazo izquierdo en el reposa brazos ni un instante. Y eso que él mantuvo los brazos cruzados todo el tiempo ya que era evidente de que se daba cuenta de lo que estaba sucediendo. Finalmente llegamos”, relata el economista.

Surge en este momento la duda: ¿cómo deben actuar las compañías en estos casos? ¿Qué sucede con esos pasajeros incómodos que tienen derecho a viajar pero con los que nadie quiere coincidir? “Esa persona tiene derecho a viajar, la compañía tiene la obligación de transportarle al igual que la tiene con el resto de los pasajeros, pero yo, en este caso, tenía derecho a disponer de todo mi asiento porque había pagado por él”, reflexiona Becerra.

Una reflexión al aire sobre esas situaciones incómodas que se generan en los viajes y sobre las que poco suele divulgarse más allá de la anécdota que se comparte con aquel que nos espera en el aeropuerto, aunque esta vez, en el caso de Becerra, trascienda.

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