Andreu tiene razón en las preferentes: no hubo un complot para estafar
Pero nunca debieron comercializarse entre los minoristas
- Los responsables del desastre, el Banco de España y la CNMV
La decisión del juez de archivar la causa por la comercialización de las preferentes de Caja Madrid y Bancaja ha dado pie a la demagogia habitual en estos casos, sobre todo por parte de aquellos que no dominan la materia. Pero, a riesgo de que se me echen encima, debo decir que el magistrado tiene razón. No hubo un complot para estafar a los clientes.
Lo que hubo fue una pésima gestión de las entidades, una comercialización inadecuada -nunca debieron venderse a los minoristas- y una nefasta actuación del Banco de España, la CNMV y el Gobierno de Zapatero.
Este periodista no es precisamente sospechoso en este asunto: en 2009 dio la exclusiva de que Caja Madrid, con Miguel Blesa al frente, iba a hacer la mayor colocación de preferentes de la historia por 3.000 millones y que iba dirigida a minoristas porque los institucionales exigían tipos d einterés mucho mayores de los que pagaban a los particulares (el 7%), de hasta el 15%. E insistió en que no eran un producto adecuado para los pequeños ahorradores por su elevado riesgo, lo que le llevó a aparecer en los famosos 'correos de Blesa', donde el fallecido expresidente de la caja se quejaba de que ponía en peligro una colocación que consideraba crucial para la supervivencia de la entidad.
Ahí está el quid de la cuestión. Las cajas de ahorros, con Caja Madrid a la cabeza, habían sufrido la primera andanada de la crisis que siguió a los excesos de la burbuja inmobiliaria, y tenían que recapitalizarse como fuera. Y como no podían emitir acciones ni el Gobierno las obligó a convertirse en bancos -como ocurrió tras la segunda andanada, el fracaso de las fusiones, las nacionalizaciones y el rescate de España-, pues el Banco de España de Miguel Ángel Fernández Ordóñez las forzó a emitir estos títulos híbridos entre acciones y deuda. Y como los mercados no se las compraban, las instó a vendérselas a los particulares.
La gestión de Blesa fue nefasta y las preferentes nunca debieron venderse a minoristas, pero Caja Madrid no sabía en 2009 que iba a acabar quebrando
La CNMV, por su parte, prefirió mirar para otro lado, como con tantas cosas en la crisis bancaria. Su presidente entonces, Julio Segura, "le formuló recomendaciones pero no le hizo ningún requerimiento" como dice el auto de Andreu. No le prohibió que las vendiera a los particulares. Ni comprobó in situ cómo se estaban colocando, sino que se fió de la documentación aportada por la entidad.
CAJA MADRID NO SABÍA QUE IBA A QUEBRAR
Pero eso no significa que hubiera un complot para vender las preferentes sabiendo de antemano que los compradores iban a perder su dinero. Decir eso supone desconocer cómo funcionan la banca y los mercados. A la entidad, una vez que ha captado los recursos que se suponía que iban a salvarla (luego quedó claro que no fueron suficientes ni de lejos), en puridad le da lo mismo lo que les pase a los que han comprado unos títulos que no tiene que devolver (son perpetuos). Ya tiene el dinero en sus arcas. En realidad, quiere que los clientes ganen porque, si pierden, se irán y se quedará sin su negocio.
Ese es el fundamento de la decisión de la Audiencia Nacional: "La modalidad de estafa (...), caracterizada por el propósito inicial de incumplir lo pactado y obtener beneficio con el cumplimiento de la otra parte, situándose el engaño implícitamente en esa actuación inicial de incumplimiento, no aparece acreditada. Este planteamiento implicaría un conocimiento, en la propia fecha de la emisión, por parte de los responsables de ella, de que CM iba a situarse en una situación de insolvencia que despojaría de su inversión a miles de inversores, algo que no se ha acreditado, siquiera indiciariamente", explica el auto.
Y continúa: "Y es que resulta difícilmente sostenible la existencia de un plan preconcebido orquestado por las entidades querelladas, a las que habría que sumar -no se olvide- gran parte del sistema bancario y financiero español, para engañar a los potenciales inversores, a sabiendas de la situación que la adquisición de los mismos iba a generarles".
LOS AFECTADOS HAN RECUPERADO SU DINERO
Es innegable a estas alturas que la gestión de Blesa y de los presidentes de la mayoría de las cajas y de algunos bancos (como Ángel Ron en el Popular) durante la burbuja provocó unas pérdidas ingentes que fueron imposibles de absorber por las entidades por muchas preferentes que vendieron y muchas ampliaciones de capital que colocaron. Pero afirmar que en 2009 sabían que el desastre iba a ser tal que las iba a llevar a la quiebra, que las preferentes eran un producto tóxico con el que los incautos iban a perder todo su dinero y, lo más importante, que las vendieron precisamente por eso, para estafarles, no tiene un pase.
Y, aunque levante ampollas, también tienen algo de culpa aquellos que compraron un producto que daba el 7% de interés cuando los depósitos daban el 1,5%, y aseguran que creían que las dos cosas tenían el mismo riesgo. En todo caso, no hay que olvidar que Bankia (y el resto de cajas nacionalizadas) realizó un arbitraje por el que devolvió, sin necesidad de pagar a un abogado, 1.100 millones a 137.000 personas, las más vulnerables. Y después, por condenas judiciales, ha pagado otros 1.700 millones a 33.000 inversores más cualificados. Es decir, que la decisión de Andreu no afecta prácticamente a nadie que comprara preferentes. Y, digan lo que digan los demagogos, no hubo delito.