Más allá de los tipos: Yellen aún no se atreve a adelgazar el balance de la Fed
El balance del banco central sigue anclado en los 4,5 billones de dólares
- Yellen todavía desconfía de la solidez de la recuperación económica
- La reducción del balance podría comenzar, como pronto, a finales de 2017
Actualizado : 10:03
Subir los tipos de interés es una cosa. Pero reducir el balance es otra... muy distinta. Tanto, que del acierto a la hora de decidir cuándo empezar a hacerlo y a qué velocidad dependerá en gran medida la salida real de la crisis. Por eso, el gran banco central, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, aún se cuida muy mucho de dar un paso en falso en este terreno. El ajuste todavía puede esperar.
Al menos, eso es lo que ha defendido su presidenta, Janet Yellen, en la rueda de prensa posterior a la reunión en la que la Fed ha vuelto a elevar el precio del dinero. Lo ha hecho en un cuarto de punto, para situarlo en el 0,75%-1%, con lo que ha cumplido las previsiones. Tampoco se ha apartado de ellas el hecho de anticipar otros dos incrementos más para lo que resta de 2017.
Pero, por encima incluso de los tipos, el balance de la Fed se ha ganado ya un mayor protagonismo en esta cita. No es para menos. En los momentos más crudos de la crisis, esos sufridos entre 2008 y 2013 y en los que la Fed aún estaba comandada por Ben Bernanke, el banco central estadounidense tiró de balance para luchar contra los efectos de la tormenta financiera, la recesión, el desempleo y la amenaza deflacionista. Lo infló como nunca, con los sucesivos programas de compras de activos -QE1, QE2 y QE3-.
Yellen es consciente de que con los tipos se la juega, pero es muchísimo más consciente de que el auténtico Rubicón se encuentra en el balance. Ahí sí que cualquier error puede ser fatal
Su volumen así lo acredita. A comienzos de agosto de 2007, es decir, justo antes de que los principales bancos centrales del mundo tuvieran que empezar a intervenir ya de urgencia para reforzar la liquidez del sistema, el balance se limitaba a 869.000 millones de dólares. Ahora, y desde la segunda mitad de 2014, asciende a 4,5 billones de dólares. Es decir, es más de cinco veces mayor. No es desde luego, una excepción, ya que ha sido la marca de la casa de los bancos centrales durante la crisis. En el caso del Banco Central Europeo (BCE), actualmente asciende a 3,83 billones de euros, cuando en ese remoto agosto de 2007 no pasaba de los 1,2 billones de euros.
LA AUTÉNTICA PRUEBA DEL ALGODÓN
Estos volúmenes y la influencia que han adquirido en la lucha contra la crisis lo condicionan todo. Y dificultan hasta el extremo el camino de vuelta. En este caso, construir -dedicar miles y miles de millones de dólares a comprar activos en el mercado- resultó mucho más sencillo que destruir -dar marcha atrás a esas compras en el balance-, una asimetría que certifica hasta qué punto han ido lejos los bancos centrales con los experimentos monetarios a los que les exigió la crisis.
Yellen es consciente de que con los tipos se la juega, pero es muchísimo más consciente de que el auténtico Rubicón se encuentra en el balance. En cuándo empezar a reducirlo, en cómo reducirlo y en el ritmo al que lo reduzca. Sabe que la economía y, sobre todo, los mercados financieros pueden ser extremadamente sensibles al ajuste del balance, puesto que ha sido su colosal ampliación la que ha financiado la recuperación y, de nuevo sobre todo, la que 'pagado' la fiesta alcista de Wall Street en los últimos años y la históricamente reducida rentabilidad de los bonos estadounidenses, que son los que más abundan en ese balance tras las multimillonarias compras de los últimos años.
La propia Yellen ha destilado una dosis considerable de prudencia sobre esta cuestión en la rueda de prensa. "Queremos tener confianza en la economía antes de reducir el balance", ha confesado. Y no es poco, precisamente, puesto que viene a decir que confían lo suficiente como para someter a esa economía al contraste que supone elevar los tipos, pero no lo bastante como para poner a dieta el balance. El terreno, por tanto, no podía quedar más marcado.
La sensibilidad con la que la Fed trata esta cuestión ha quedado refrendada en el hecho de que Yellen ha admitido que durante esta reunión se han discutido "varias ideas" sobre cómo ajustar el balance, pero sin que se hayan tomado decisiones. Y ha dejado claro que en ningún caso buscará coger a nadie por sorpresa. "La reducción del balance será gradual y predecible", ha asegurado.
Por ahora, las quinielas de los expertos oscilan entre la posibilidad de que la Fed inicie el adelgazamiento del balance a finales de este año o de que lo deje ya para comienzos de 2018. Antes, esperará para conocer de verdad el contenido de las políticas fiscales y económicas de Donald Trump, cuya llegada ha sido clave en la generación de expectativas inflacionistas y de crecimiento y, por tanto, en la aceleración de la subida de los tipos. Y antes también ,continuará testando cómo digieren la economía y los mercados el "gradual" aumento de los tipos que está recetando para ir normalizando las condiciones monetarias en EEUU. Y sólo posteriormente, sólo cuando Yellen reúna evidencias suficientes de que la recuperación económica es fiable, se atreverá con ese balance de 4,5 billones de dólares. Como para no tenerle respeto con semejante tamaño.