La trampa de los tipos de interés al 0%: cuando lo barato sale (muy) caro
La perpetuación de los tipos de interés próximos al 0% es un riesgo creciente
- Los intereses siguen cerca -o por debajo- del 0% en la Eurozona, Reino Unido, EEUU o Japón
- La prolongación de unos tipos tan bajos erosiona los cimientos de un crecimiento estable
Actualizado : 07:45
Lo vendieron como algo coyuntural. Como una solución de urgencia para una situación de urgencia. Los bancos centrales recurrieron a los tipos de interés más bajos de la historia como una vacuna pasajera contra los efectos de la peor crisis desde la Gran Depresión. Pero la siguen inyectando, convirtiendo una medida coyuntural en otra estructural, para amenaza de una economía mundial adicta a esas dosis de dinero barato y, por tanto, expuesta a sus efectos secundarios. Que llegarán.
Mervyn King, quien gobernó el Banco de Inglaterra entre 2003 y 2013, ha lanzado este año un libro que se acaba de publicar en español. Titulado ‘El fin de la alquimia’, en él disecciona, principalmente, la que a su juicio representa la gran causa de la crisis: la dificultad de entender el papel que la banca y el dinero desempeñan en el mundo. Un protagonismo ambivalente, caracterizado por su potencial para crear riqueza, en una suerte de alquimia financiera en la que la banca y el dinero potencian los resultados de la economía gracias a su concurso, y su idéntica capacidad para destruirla, cuando el dinero y la banca lo siembra todo de excesos que acaban reventando.
El paso del tiempo está convirtiendo las medidas coyunturales en estructurales; y eso complicará su retirada futura y el impacto de hacerlo
Con este dilema dominando la obra, en sus primeras páginas King lanza una advertencia que, dentro de lo que supone un libro de 450 páginas, puede pasar desapercibida. Pero que no debería. Y mucho menos ahora, en una época marcada por los tipos de interés más bajos de la historia y las extraordinarias políticas seguidas por los principales bancos centrales del mundo para combatir la peor crisis sufrida desde la Gran Recesión de los años 30.
SOLUCIONES DE URGENCIA… ESTRUCTURALES
Hace ya casi diez años, cuando los bancos centrales comenzaron a bajar los tipos en 2007 para luchar contra las primeras manifestaciones de los problemas financieros, expusieron que era un recurso transitorio. Siempre lo ha sido, de hecho. En las malas se bajan los tipos y en las buenas se suben. Son las palancas de costumbre con los usos de costumbre.
Hasta que surgieron los matices. Lo que ya no encajaba con la costumbre era que los intereses no terminaran de bajar. Y que lo hicieran hasta el 0% o muy cerca de este nivel. Bajaron hasta el 0-0,25% en EEUU en 2008; hasta el 0,5% en Reino Unido en 2009; hasta el 1% en la Eurozona en 2009.
De nuevo, se insistía en que era provisional. Pero no fue así. Este mismo año, el Banco de Japón los situó en negativo en enero, el Banco Central Europeo (BCE) los rebajó hasta el 0% en marzo y el Banco de Inglaterra los recortó al 0,25% en agosto. Y la Reserva Federal estadounidense apenas ha podido elevarlos una vez, con lo que se encuentran en el 0,25-0,50%. El mundo, por tanto, sigue instalado en la política de los tipos de interés al 0%. Dinero gratis, por tanto. Y aunque en ocasiones se piense lo contrario, representa un enorme peligro para la economía mundial. Porque lo que ahora es barato puede acabar saliendo demasiado caro para todos.
HIPOTECAR EL FUTURO
King expone esa amenaza con suma sencillez en su libro. “Una de las principales funciones de una economía de mercado es ligar el presente y el futuro, y coordinar decisiones sobre consumo y producción no sólo hoy, sino mañana y en los años posteriores”, expone como planteamiento de partida. Y luego desgrana las tres fases en las que se articula esa coordinación. La primera: “Las familias ahorrarán si el tipo de interés es suficientemente alto para superar su impaciencia natural de gastar hoy mejor que mañana”. La segunda: “Las compañías invertirán en capital productivo si la tasa potencial de retorno excede el coste de conseguir financiación”. Y el tercero: “Y el crecimiento económico requiere que el ahorro y la inversión aporten las reservas (stock) de capital productivo para aumentar de este modo la producción potencial de la economía en el futuro”. Para que este engranaje funciones hace falta un lubricante clave: “En una economía sana y en crecimiento, estas tres tasas –la tasa de interés del ahorro, la tasa de retorno de las inversiones y la tasa de crecimiento- están muy por encima de cero”.
Y aquí radica en problema: en el 0% actual. “Hoy, sin embargo, estamos atascados en un entorno de tipos de interés extraordinariamente bajos, lo que desincentiva el ahorro –la fuente de demanda futura-; y, de mantenerse esto indefinidamente, se reducirán las tasas de retorno de las inversiones, lo que hará que se desvíen recursos hacia proyectos improductivos”, denuncia. Y sentencia: “Ambos efectos serán un lastre para el crecimiento futuro”.
King advierte de que la prolongación de los bajos tipos de interés condenará el crecimiento futuro de la economía
O dicho de otro modo, sin ser demasiado conscientes de ello, sobre todo porque los efectos de la crisis aún perduran, los bajos tipos están induciendo a las economías a comerse parte de su futuro. “El estímulo monetario a través de los bajos tipos de interés funciona en gran parte ofreciendo incentivos para adelantar consumo desde el futuro hasta el presente. Pero éste es un efecto de corto plazo. Después de un tiempo, el mañana se vuelve hoy”, avisa King. Y añade: “Entonces tenemos que repetir el ejercicio y adelantar consumo desde el nuevo mañana hasta el nuevo hoy. Conforme el tiempo pasa, estaremos cavando un agujero cada vez más grande en la demanda futura. El resultado es una tendencia de crecimiento débil para la economía y que se autorrefuerza”.
Pero aún hay más. Como no ha bastado con reducir los tipos, sino que los bancos centrales también han inyectado masivas sumas de dinero para luchar contra la crisis, el riesgo de hipotecar el futuro se ve agravado por la amenaza de asignar hoy todo ese dinero a un número reducido de activos o negocios, con el consiguiente peligro de volver a cebar excesos y desequilibrios financieros. Nada es gratis. Y mucho menos un precio del dinero al 0%.