Italia tiene dos semanas para evitar una multa de 3.500 millones de euros
Roma debe convencer a sus vecinos europeos de que está dispuesta a hacer cambios
Actualizado : 09:29
Italia ha jugado con fuego y puede acabar quemándose. Al final la Comisión Europea ha cumplido con el guión esperado y ha propuesto abrirle un procedimiento de déficit excesivo por su elevada deuda, que supera el 130% del PIB. Si el resto de Estados miembro acepta, el país puede encontrarse con una multa que podría rondar los 3.500 millones de euros. Tiene dos semanas para intentar limar asperezas con Bruselas y ofrecer un cambio en sus Presupuestos que convenza a la UE.
Los miembros del Eurogrupo van a tener algo menos de quince días para pensar si respaldan o no la propuesta de la Comisión Europea. El próximo 3 de diciembre volverán a reunirse los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro y será en esa cita cuando se decida finalmente si se abre o no el expediente a Italia, que se ha negado a cambiar sus Presupuestos para 2019 pese a las advertencias de Bruselas por incumplir la normativa comunitaria.
"No hay grandes esperanzas de una resolución rápida en la disputa entre Bruselas y Roma", dicen los expertos
Al no hacerlo, negándose a tocar su estimación de déficit del 2,4%, o a rebajar su demasiado optimista previsión de crecimiento del PIB del 1,5%, la Comisión ha decidido poner en marcha este procedimiento correctivo para intentar que Italia entre en razón. No será un proceso rápido, ya que aunque el Eurogrupo dé el siguiente paso y empiece a planear la sombra de la sanción sobre Italia, lo cierto es que será complicado, si este procedimiento llega hasta el final, que haya una decisión definitiva y una multa concreta antes del verano de 2019.
Sería, por tanto, después de las elecciones europeas, lo que daría cierto respiro de cara a los comicios que se celebrarán el 26 de mayo, y coincidiría con la recta final del mandato del actual Ejecutivo comunitario. Aunque la solución a este conflicto puede llegar antes y paralizar el proceso por el camino. De momento, Roma tiene ante sí algo menos de dos semanas por delante para intentar convencer a sus vecinos europeos de que está dispuesta a hacer cambios.
El pasado fin de semana el viceprimer ministro y líder del Movimiento 5 Estrellas, Luigi di Maio, dijo que el país estaba listo para hacer recortes en sus Presupuestos, y este miércoles Matteo Salvini, también viceprimer ministro y cabeza de La Liga, se expresó en los mismo términos, aunque dejó claro que Italia no tocará el déficit. En concreto, Salvini dijo que el Gobierno está dispuesto a renegociar algunos puntos, como por ejemplo el capítulo de inversiones, y que están "abiertos al diálogo". Tendió así una mano a Bruselas, aunque también advirtió que que no van a ceder tan fácilmente a sus exigencias: "Debatiremos educadamente como siempre hemos hecho, hablaremos. Pero seguimos adelante", dijo.
Aunque el acuerdo no será fácil. Los expertos creen que Italia seguirá tensando la cuerda hasta que no haya nada más que hacer que ceder para reducir la deuda, bien porque la incertidumbre y las dudas den un buen varapalo a los mercados, y puede que no solo a los italianos (el contagio no está, ni mucho menos, descartado), o porque la multa en la que puede derivar el procedimiento de déficit excesivo sea casi una realidad.
"No hay grandes esperanzas de una resolución rápida en la disputa entre Bruselas y Roma", dicen los analistas de Monex Europe, que recuerdan que la decisión de la Comisión Europea puede interpretarse como una especie de "indulto" que deja a Italia al menos seis meses para "demostrar que está reduciendo su deuda antes de que se impongan las multas". Lo que está claro, remarcan estos expertos, es que "no hay compromisos fáciles que adoptar por ambas partes".
El Gobierno italiano debe encontrar el equilibrio entre estimular la economía y relajar el mercado de bonos, mientras se enfrenta a las presiones internas para no ceder al látigo de Bruselas. Mientras tanto, la UE se enfrenta al reto equilibrar la balanza para mantener las normas presupuestarias y, al mismo tiempo, no fomentar aún más el euroescepticismo en Italia. Un escenario complicado que invita a pensar que el conflicto seguirá latente mucho tiempo.