Finlandia puede detener el tiempo: ¿pondrá Europa fin al cambio de hora?
Los detractores hablan de 'social jetlag' y dicen que perturba los horarios de sueño y puede impactar en la productividad en el trabajo
- El ahorro económico en electricidad es la razón que argumentan los defensores de esta medida
- Los expertos creen que hay muchos factores económicos, políticos, sociales y culturales que van a influir y dificultar el debate
Vuelve el cambio de hora. La noche del sábado al domingo, a las 2:00 serán las 3:00 horas, y así adoptaremos el 'horario de verano'. Y como ya viene siendo habitual, también ha vuelto el debate sobre los beneficios reales de adelantar o atrasar el reloj y sobre el ahorro que supone esta medida. Aunque esta vez no todo es igual. Finlandia se ha convertido en un importante actor en este recurrente debate, tras haber pedido al Parlamento Europeo que elimine el cambio de hora. La Eurocámara estudiará si para el reloj definitivamente, después de que esta medida se venga aplicando desde los años 90 de forma unificada en toda la Unión Europea.
“No existe la posibilidad de excepción que permita a un Estado miembro no aplicar el régimen de la hora de verano”, recuerda el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital
Dos veces al año los europeos estamos obligados a cambiar la hora, en otoño se atrasa el reloj y en primavera, se adelanta. Así lo 'manda' una directiva europea 2000/84/CE, que obliga a aplicar un régimen horario de verano y un calendario común para las fechas y horas a las que debe comenzar y finalizar dicho horario para todos los Estados miembros. “No existe la posibilidad de excepción que permita a un Estado miembro no aplicar el régimen de la hora de verano”, recuerda el Ministerio de Energía, Turismo y Agenda Digital en una nota que ha enviado con motivo del cambio.
Sin embargo, puede que las cosas cambien dentro de poco, porque el nivel de las quejas sobre los cambios de hora no deja de crecer en algunos países europeos. Finlandia, a instancias de una iniciativa ciudadana que logró 77.000 firmas, ha pedido a sus socios abrir el debate sobre la supresión del cambio de hora, argumentando que los beneficios que se supone que genera no son tales.
De hecho, en los países del sur de Europa, como España, el cambio al horario de verano permite alargar las horas de sol por la tarde, con el consiguiente impacto económico que eso tiene en sectores como el del turismo o en el comercio. No obstante, para los países del norte como Finlandia, apenas hay cambios, y se quejan de que con el adelanto del reloj en primavera pierden una hora de luz por la mañana. También hablan del denominado 'social jetlag' que sufren muchos ciudadanos, como se denomina a las dificultades de adaptación a esta nueva situación, que según los detractores de la medida perturba los horarios de sueño y puede impactar en la productividad en el trabajo.
El Parlamento Europeo aprobó el pasado mes de febrero, con 384 votos a favor, 153 en contra y 12 abstenciones, la moción finlandesa e instó a la Comisión Europea estudiar los efectos de los cambios de hora y, de ser necesario, proponer una revisión del sistema, argumentando que algunas investigaciones apuntan a la “existencia de repercusiones negativas sobre la salud”. “El debate está bien, pero no va a ser sencillo acercar posturas y llegar a una decisión consensuada”, afirma Alfonso Merino, profesor de Área Estratégica y Recursos Humanos de la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA). Sobre todo, dice porque hay muchos factores económicos, políticos, sociales y culturales que van a influir en el debate.
Este experto señala que cada país tiene unas características distintas, no sólo en temas culturales o económicos, sino en lo que a climatología se refiere y que, por ello, será muy difícil encontrar un punto común de entendimiento. “Mediterráneos y nórdicos se encuentran en lados opuestos, tienen unas costumbres diferentes, con horarios diferentes, y eso dificultará el acuerdo”, insiste Merino. Se refiere, por ejemplo, al hecho de que en España está muy arraigado eso de tomar algo a la salida del trabajo, hasta tarde, incluso entre semana, mientras que en Finlandia las costumbres son otras. También en lo referente al comercio, ya que en España muchas tiendas abren hasta las 22 horas, y en Finlandia cierran a las 15 horas.
EL DEBATE NO SERÁ SENCILLO
Otros países europeos como Alemania, Francia, Bélgica, Holanda o Suecia también critican el cambio de hora, y piden que se hagan de una vez estudios serios sobre los beneficios económicos que supone o sobre los prejuicios para la salud que puede generar. “Cada vez son más los que creen que el cambio de hora no aporta nada”, señala por su parte Máximo Cortés, doctor en Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Europea. El experto coincide en que el debate que se ha puesto sobre la mesa “no será sencillo”, y que se decida lo que se decida “todos los países tienen que seguirlo”. “Debe ser una cuestión unificada y consensuada, no algo unilateral que afecte a la cohesión europea”, remarca.
La moción finlandesa pide que se hagan estudios serios sobre los beneficios económicos que supone o sobre los prejuicios para la salud que puede generar, y se valore la posibilidad de suprimir el cambio de hora
Así lo recalcaron los eurodiputados el pasado mes de febrero cuando se aprobó la petición de Finlandia. Dejaron claro que es “esencial” mantener un régimen horario unificado en la UE, incluso si al final se decide modificar la directriz y suprimir el cambio de hora. Aunque de hacerse, la medida no sería inmediata ya que, según Cortés, las instituciones europeas tardarán al menos un año y medio o dos años en llevarlo a cabo. Todo dependerá, afirma, de los partidos con representación en el Parlamento Europeo, y de la visión que cada formación tenga sobre esta problemática y sobre la necesidad de abordar antes o después el debate.
Si al final se suprime el cambio de hora bianual, la medida podría empujar a España a adoptar definitivamente la jornada laboral europea, sin horario partido, adelantando la entrada y salida del trabajo. Asimismo, también obligaría al Gobierno español a acabar con la anomalía geográfica que supuso adoptar, en 1940, el huso horario de la Europa central, en lugar de regirse por la hora del meridiano de Greenwich (Reino Unido, Irlanda y Portugal), que es el que corresponde a España por su situación en el 'mapa'. Cortés recuerda que desde este domingo, con el cambio al 'horario de verano', habrá “dos horas de desfase respecto al horario que deberíamos tener por nuestra situación geográfica”.
El cambio horario se remonta a la Primera Guerra Mundial. Alemania fue el primer país en implantar esta medida para reducir las horas de iluminación artificial y así ahorrar carbón, que después se podría utilizar en la guerra. Los países vecinos se sumaron a esta práctica en la Segunda Guerra Mundial, ajustándose al horario de Berlín y, una vez finalizado el conflicto, España, a diferencia del Reino Unido, Irlanda y Portugal, no volvió al huso horario que le correspondía (meridiano de Greenwich). En la década de los 70 se produjo la primera crisis del petróleo, y fue en ese momento cuando se popularizó este sistema y se instauró de forma definitiva en varios países, entre ellos España, para aprovechar más la luz natural y consumir menos energía.
La directriz europea se aplica desde 1981 y ha sido renovada sucesivamente cada cuatro años, aunque en el año 2001 se aprobó la Novena Directiva para hacer el cambio indefinido. Las instituciones europeas tomaron esta decisión al entender que adaptarse al 'horario de verano' permitía “el buen funcionamiento de algunos sectores, no sólo el de los transportes y las comunicaciones, sino también otros ramos de la industria, requiere una programación estable a largo plazo”. La Novena Directiva establece con carácter permanente las fechas de inicio del periodo de la 'hora de verano' (en el que se adelanta el reloj una hora) y su finalización (cuando se retrasa), produciéndose el último domingo del mes de marzo y el último domingo del mes de octubre, respectivamente.
Dado que el cambio de hora es de obligado cumplimiento, no cumplir con ello puede conllevar sanciones. Polonia, uno de los países más críticos con la medida, ha lanzado un órdago a Bruselas al asegurar que, a partir del año que viene, no aplicará la directriz europea. Está por ver lo que ocurre.